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Por primera vez, Marina Abramovic muestra en Italia su filme Seven easy pieces

La maestra del performance dicta cátedra en la feria de Bolonia

La artista serbia fue la figura central de la versión 35 de ese encuentro de arte contemporáneo

Cultivar esa vertiente no requiere de resistencia física, sino de control mental, explica

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Imagen del filme Seven easy pieces, serie de performances que Marina Abramovic presentó en 2007, en Nueva YorkFoto Cortesía de la artista y la galería Sean Kelly
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Marina Abramovic (de vestido largo), en marzo de 2010, cuando presentó un performance en el cual interactuaba con los visitantes del museo Guggenheim, en Nueva YorkFoto Pablo Espinosa
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La artista Marina Abramovic, en noviembre de 2005, cuando mostró en el museo Guggenheim, en Nueva York, un performance dedicado a Joseph Beuys, titulado How to explain pictures to a dead hareFoto Attilio Maranzano
Especial
Periódico La Jornada
Jueves 3 de febrero de 2011, p. 3

Bolonia. La más antigua e importante Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Italia festejó su 35 aniversario con la presencia de quien fue una de sus primeras huéspedes, hoy toda una celebridad a escala mundial, Marina Abramovic (Belgrado, 1946).

La artista serbia presentó por primera vez en Italia su filme Seven easy pieces (2007), en un auditorio abarrotado.

Se trata de la serie de siete performances que realizó en el museo Guggenheim, de Nueva York, en 2005 a lo largo de siete noches consecutivas.

El propósito era rescatar ciertas piezas históricas de las cuales no se guardaban más que documentos exiguos; rendir homenaje a sus grandes predecesores: Vito Acconci, Joseph Beuys, Valie Export, Gina Pane y Bruce Nauman.

La invitación de Bolonia a la artista no es casual, pues se rememora el momento en que participó con su compañero Ulay, en 1977, en la primera Semana del Performance, organizada en la naciente feria de arte. En aquellos días los dos eran pobres y llegaron con el último dinero que les quedaba.

Esa vez representaron Imponderabilia, uno de sus más conocidos performances, lo que les valió la censura de la policía y retención de sus pasaportes.

Los dos artistas desnudos, uno frente al otro, en la estrecha puerta de entrada de la Galería de Arte Moderno de Bolonia, obligaban a los visitantes a pasar entre sus cuerpos.

Renato Barilli, organizador del encuentro, crítico de referencia en Italia y profesor de la Universidad de Bolonia, manifestó a La Jornada: “Abramovic representa los años 70, es un gran clásico que ha pasado a la historia. Actualmente nadie hace performance como actividad, todo confluye en el videoarte. Al cuerpo desnudo y a la casi ausencia de objetos usados en esa década se ha agregado un exceso de adornos, pasando de la pobreza a la riqueza. Matthew Barney ejemplifica claramente esta diferencia”.

A continuación se resume el diálogo que Marina Abramovic entabló con los periodistas al día siguiente de la proyección de su filme.

–¿Que es el performance?

–Es arte inmaterial, energía pura, no es materia. Para mí, la idea es mucho más importante que el objeto físico; los objetos que forman parte del performance no tienen importancia, yo no los expongo como hacía Gina Pane, los uso y después los tiro.

–¿Por qué sus performances son en ocasiones tan violentos?

–Siempre he creído que un artista que ha tenido una infancia terrible es el que puede crear un gran trabajo. Los momentos dramáticos son los que permiten el crecimiento del ser humano. Trabajar mis miedos significa penetrar en lo profundo de mi ser, esto me lleva a expresarme en un lenguaje universal, ya que todos tememos a la muerte, al sufrimiento. Yo creo dolor en mi trabajo para tener la capacidad de liberarme de él, el dolor es una estructura mental que puede ser superada. En el performance tomo energía del público que me empuja a situaciones que nunca haría en la vida real.

Si notamos, los rituales de las culturas antiguas son vehementes con el cuerpo, porque ello les permite controlar y avanzar a otra dimensión de conciencia.

–¿Qué ha cambiado en su forma de hacer performance?

–Actualmente logro hacer performances con duración de siete horas, como el año pasado en el MoMA, de Nueva York. Cuando tenía 25 años no hubiera podido hacerlo.

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Marina Abramovic durante la charla que sostuvo con los representantes de la prensa en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, de BoloniaFoto Alejandra Ortiz
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La artista serbia durante la realización de Lips of Thomas, performance que presentó el pasado noviembre en la ciudad de Nueva YorkFoto Attilio Maranzano

“El performance no se trata de resistencia física, sino de control mental. Siempre tengo presente lo que decía María Callas: ‘Cuando estoy en el escenario es muy importante que una parte de mi mente esté en pleno control y la otra parte se mantenga relajada y libre‘. Esta mezcla permite el éxito del performance.

–¿Qué relación guarda con el público?

–Para mí –responde Marina Abramovic–, el público es extremadamente importante. Cada individuo tiene un papel, siento su pulso, su respiración, sin éste no existe el performance. Para ciertos artistas eso no es relevante.

El público y yo estamos en el mismo espacio, en el aquí y en el ahora, con la mente y el cuerpo y es cuando sucede la conexión. Yo tengo que dar el ciento por ciento de mí misma, pero pido lo mismo al espectador.

–¿Qué piensa cuando ve las grabaciones de sus primeros performances?

–Es muy difícil la relación entre el performance real y la representación de las cosas mediante un video.

En los años 70 no tuvimos realmente control de los medios, nunca impartí instrucciones directas de cómo había que filmar. Me siento inconforme, porque no representa lo que la pieza fue realmente. Hoy los hubiera hecho muy distintos.

Cerca de 32 mil visitantes

La Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Bolonia, que se desarrolló del 28 al 31 del pasado enero, congregó no sólo a dos centenares de galerías –de las cuales unas 40 procedían de varios países– y cerca de 32 mil visitantes, sino también a notables artistas y personajes del mundo del arte y la cultura, que contribuyeron a enriquecer la gama de actos, instalaciones, exposiciones, mesas redondas y asignación de galardones, como el prestigioso Premio Furla en su octava edición bienal, conferido al joven Matteo Rubbi (1980), por su obra que será mostrada al público en la Fundación veneciana Querini Stampalia, el próximo junio, en correspondencia con la Bienal de Venecia.

La euforia se sentía por doquier, los habitantes estaban perfectamente enterados de lo que acontecía, participaban activamente, el gusto por el arte se percibe democrático, los muros de la feria que queda aislada en la periferia, se han abierto a la ciudad con distintos proyectos que vuelven el arte realmente accesible; hay visitas guiadas, todo es gratuito.

Instalación de Gormley

Las 15 instalaciones realizadas por distintos artistas, entre los que figura Antony Gormley, penetran en las calles y edificios históricos que invitan a ser descubiertos.

En la basílica de San Esteban se expone la obra del artista Shozo Shimamoto, quien fue uno de los principales exponentes del movimiento japonés Gutai.

El Museo de Arte Moderno de Bolonia inauguró la primera exposición individual europea del estadunidense Matthew Day Jackson.

Las exposiciones permanecerán abiertas los próximos días e incluso semanas.

Asimismo, comenzó el programa Genus Bononiae, una red de ocho edificios históricos que permiten el acceso al público gracias a una inversión de 70 millones de euros por parte de la Fundación bancaria Carisbo.

De entre ellos destaca el espléndido Palacio Fava, que contiene los célebres frescos que los hermanos Carracci realizaron en los años 80 del siglo XVI, recientemente restaurados.