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Felipe Cervera basa su obra en la tradición histórica chiíta

La tragedia del imán Hussein, símil con la realidad actual de México
 
Periódico La Jornada
Domingo 30 de enero de 2011, p. 4

Inspirada en la tradición histórica chiíta, la obra de teatro La tragedia del imán Hussein, reflexiona sobre los hijos cuya misión es vengar la muerte de sus familiares, herencia trágica de un destino no deseado.

Hussein ibn Ali, como figura histórica, fue el nieto de Mahoma. Es venerado por el islam chiíta y respetado igual por los musulmanes sunitas.

Hussein murió en 680 dC, y su denominado martirio señala como acontecimiento histórico la división entre chiítas y sunitas.

La figura y vida de Hussein dio origen a una serie de pasiones, sobre todo en Irán, y a representaciones teatrales en su honor denominadas Ta’ziyeh.

En dicho contexto se inspira y sitúa el montaje, opera prima del director Felipe Cervera, de 26 años.

Egresado de la carrera de literatura dramática y teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México, y con estudios de maestría en Londres, para Cervera, la historia de Hussein tiene mucho que ver con nuestro país, pues en la tradición chiíta es el héroe que lucha contra la opresión. Su figura es utilizada indiscriminadamente como estandarte político por cualquier tipo de líderes, para empoderarse y acceder al poder.

Este personaje mítico-histórico, señala Cervera, “es una especie de herencia social, en la que el héroe del pueblo siempre será un Hussein y el opresor un Yasid, su asesino.

“La figura de Hussein también ha sido utilizada para las guerras. Aunque su historia originalmente es la de un hombre de paz, que con justicia se enfrentó al tirano, ha sido utilizado como herencia de odio y venganza.

“Karbala es el desierto donde mataron a Hussein. Durante la guerra entre Irak e Irán, los iraquíes luchaban en nombre de Hussein para retener el territorio sagrado, y los iraníes luchaban en su nombre para recuperarlo.

“Hoy día en nuestro país existe una polarización social profunda y extrema en la que cualquier funcionario o político puede ser un Hussein. En los cuatro años recientes, en México llevamos más de 30 mil muertos y alrededor de 50 mil huérfanos, y ellos, qué país van a heredar, qué Hussein les corresponde. Son huérfanos, cuyos padres han sido asesinados en una guerra contra el narcotráfico. ¿Quién es el bueno, quién el malo?, cuando un campesino pobre siembra droga por necesidad. ¿Quién es el héroe cuando un gran narcotraficante asfalta calles y lleva luz eléctrica a un pueblo? ¿Qué se le dice al hijo, cuya familia es asesinada en el velorio de su padre, quien también fue asesinado por el narcotráfico?

Es precisamente sobre esa herencia, como dogma social histórico, como herencia trágica de un destino no deseado, cuando los hijos tienen como misión vengar la muerte de los familiares, tema central de La tragedia del imán Hussein.

Escénicamente, la idea es tocar de manera tangencial la historia de Hussein y hacer un símil con la cotidianidad actual mexicana, con una joven generación que se cuestiona si hereda o no la violencia en la que vive.

En la ficción aparecen Zeineb y Sekina, hermana e hija de Hussein. El odio de Zeineb, único motivo de su existencia, se enfrenta con su sobrina, a quienquiere convencer de continuar con su ‘deber’ generacional, de que vivir para la familia de Hussein es vivir para vengar, idea que rechaza Sekina.

Con dramaturgia de Ana Mata, escritora de 23 años, actuaciones de Beatriz Luna y Daniela Flores Serrano, la obra es una coproducción de la compañía Teatro Sin Paredes, encabezada por David Psalmon y el Sistema de Teatro de la Ciudad de México. Se presentará en el teatro Benito Juárez, del 4 de febrero al 27 de marzo.