Opinión
Ver día anteriorLunes 10 de enero de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Faltaba pasión
E

n la Plaza México el hastío que es pavorreal que se aburre de luz se llevó la tarde en el alma de esa morena. El eco de la sangre bravía del toreo, sabor a vino y canela, cálido tacto, parpadeaba miradas, mientras las rosas del redondel reventaban al arrancar el paseíllo al grito del olé tan mexicano, en espera de los toros de Real de Santiago.

Lástima que la torería andante con su poesía torera y el paso doble rasgando el espacio anden perdidos, ¿en dónde anda esa torería con sus negros sonidos como los de los toros, dentro de los cuales en tierna intimidad esta la Plaza México y la noche apretándose la cintura cuando los jóvenes toreros ensayan los naturales a la luz de la luna? Los aficionados a toros, los cabales, enloquecidos soñamos sueños de abracadabra: toros negros, negros toros de cabeza grande y una muerte en cada asta, una pena en cada gota de la sangre alborotada por el abandono en que nos tienen los toros y los toreros. Ausencia que es pena, vuelta y llanto de la sangre ardiente.

La Plaza México fue ayer el escenario inasible, inefable, donde surgió el aparente fantasma de la muerte en los toros de Real de Santiago. Deseo que no encontraba satisfacción. Pasión que requería del poder del toro para llegar a lo inalcanzable. Los toros aparentemente bien presentados fueron complicados, difíciles y sin transmitir al tendido el peligro que enciende la emoción de los tendidos y la pasión que enloquece.

Y es que torear, lo que se dice torear, es cargar la suerte, ligar pases, embeber los toros en los vuelos de la muleta y esperarlos en el mismo sitio. Y todo ello hacerlo con torería. Un Manolo Mejía, toreando a distancia y con el pico de la muleta no emocionaba a nadie. El Capea, que avanzó mucho desde su última presentación en el coso de Mixcoac, no transmitía la emoción de lo que realizaba. Eso sí, despachó a su primer enemigo de riñonuda estocada. Lo mismo puede decirse de Mario Aguilar, pero sin riñonudas estocadas.