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Toros

Con edad y bien presentado, pero deslucido en general, el encierro de Real de Saltillo

Otorga el juez de la México pueblerina oreja al Capea por defectuoso volapié

Manolo Mejía y Mario Aguilar, voluntariosos pero desangelados

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Manolo Mejía no logró emocionar al escaso público de la Plaza MéxicoFoto La Jornada
 
Periódico La Jornada
Lunes 10 de enero de 2011, p. a35

En la décima corrida de la temporada como grande 2010-2011 en la Plaza México, a la que con trabajos asistieron unos 5 mil espectadores, pues los aficionados, ya se sabe, fueron corridos hace años de ese coso y la gente bonitonta de barrera sólo va cuando se anuncia a Enrique Ponce, El Juli o Pablo Hermoso, se lidiaron –es un decir– seis bien presentados toros de Real de Saltillo, con el cuajo y los pitones que sólo da la edad y la buena crianza.

Carlos Peralta Quintero, propietario de esa ganadería, gusta de la fiesta y ha procurado apoyarla en más de un sentido, financiando incluso caras revistas taurinas como 6toros6, profusamente ilustrada y con prestigiosas plumas que hablan de la fiesta… de España, por lo que la publicación, que en sus inicios tuvo expectante acogida en México, dejó de interesar pues este país y lo que queda de su fiesta brava necesitan de un periodismo taurino que la refleje, cuestione y encauce.

Y si en materia editorial las cosas no salieron como con cierta ingenuidad se esperaba, en materia ganadera tampoco han sido muy diferentes, salvo que el hierro conserva la seriedad en la presentación del ganado impuesta por don Jorge Barroso Barroso, antiguo propietario, y por la escrupulosa influencia de su primo, el inolvidable don Luis Barroso Barona.

Con sangre de Jaral de Peñas y de Javier Garfias, las reses de Real de Saltillo exigen de los toreros disposición, quietud y mando, ya que no son animales de entra y sal. Como no lo fueron los seis ejemplares que ayer saltaron a la arena. Pero en nuestro país el arte de la lidia ha sido tan tergiversado, gracias a los novillones de la ilusión tan caros a las figuras, que la técnica del toreo se ha reducido, al grado de que los coletas ya sólo saben torear por derechazos y naturales y algún escuadrado de pecho.

Manolo Mejía (45 años y 28 de alternativa), que en otro tiempo solía dominar a las reses complicadas, poco se acomodó con su primero, con temperamento pero mal estilo, y con su segundo, que en dos ocasiones recargó con fuerza en el caballo, hizo abrigar esperanzas de una faena de maestro pues el codicioso toro, que inicialmente se comía la muleta, fue toreado a distancia y cada quien acabó por su lado, dando la impresión de que Manolo dejó ir.

Pedro Gutiérrez Lorenzo El Capea (31 años y seis de matador), protagonista junto con su padre de la confirmación de alternativa más bochornosa que se haya visto en esta plaza, con becerrotes de Teófilo Gómez en diciembre de 2004, sigue sin avanzar, sobre todo hacia el toro.

Con su primero, al que picaron bombeando, que fue el de mejor estilo y que a gritos pedía un torero con alma, logró derechazos largos pero sin ajustarse, rígidos muletazos por fax que amnésicos y villamelones aplaudieron.

El colmo fue cuando dejó una estocada muy trasera, yéndose de la suerte, y para colmo siendo desarmado, pero el dócil juez Gilberto Ruiz Torres, matador en retiro, soltó de inmediato la inmerecida oreja como si de una feria de pueblo se tratara. En el otro, Pedrito escuchó un aviso.

Y Mario Aguilar (19 y uno) sigue esperando el toro de la ilusión para dar color. Con aires de maestro incomprendido prefiere poner cara de enojado en vez de jugársela. Sin embargo, un cadencioso y reunido pase de pecho al sexto fue lo mejor de la tarde.