jornada


letraese

Número 174
Jueves 6 de Enero
de 2011





Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate

opinion


Clara Coria

Amor, dinero y poder

Aunque hoy en día muchas mujeres desempeñan trabajos remunerados y han conseguido la independencia económica, todavía carecen de autonomía en sus decisiones. Algunas dinámicas de pareja son tan sutiles y están tan interiorizadas por hombres y mujeres, que es difícil identificar la diferencia entre independencia y autonomía.
La psicóloga argentina Clara Coria ha trabajado con estos conceptos, estudiando el vínculo entre dinero, poder y amor en las parejas desde una perspectiva feminista. Sus libros El sexo oculto del dinero, El dinero en la pareja, El amor no es como nos contaron y el más reciente, Decir basta (todos en Paidós), son ejemplos del trabajo que ha desarrollado en el espacio clínico y en la investigación de los derechos de las mujeres.
En una reciente visita a México, Coria explicó que, si bien un elemento indispensable para la independencia es el dinero, tenerlo no es sinónimo de autonomía. Ésta implica tomar decisiones con criterio propio para gastar el dinero del cual se dispone, y muchas mujeres deciden, sin siquiera darse cuenta, con base en lo que sus parejas determinan.
Lo difícil del tema, sostiene Coria, es que la autonomía debe estar legitimada ante la propia persona, lo que es difícil que suceda con muchas mujeres. Ellas son buenas para negociar y defender los intereses de otras personas, pero les es difícil negociar lo propio. En uno de los talleres que ha impartido en diversos países, la terapeuta encontró que los hombres tienen muy claro que deben saber negociar, mientras que las mujeres ven esta acción como algo violento y la evitan para no incomodar al otro. El problema tiene que ver también con la forma en que las mujeres conciben estas dinámicas: es cierto que para negociar de manera exitosa hay que ceder en algo, pero no es lo mismo el ceder negociador que el ceder sumiso, dice.

Se suele relacionar al feminismo con la teoría sociológica. ¿Cómo es el trabajo desde la psicología?
En la clínica una puede mostrarle a una mujer que si se siente culpable porque su marido se enojó porque no hizo la comida, no es una culpa de ella, sino que en realidad tendría que salir de esos roles rígidos y también plantearle al marido que no es responsabilidad exclusiva de ella. No es lo mismo una terapeuta que tiene muy claro cuál es la subordinación femenina y el deseo de cambio, que una terapeuta que cree que todo está muy bien como está y que es mejor que la señora cuide al marido porque si no otra se lo lleva.

Para esto se necesita que una de las dos personas esté consciente…
Fundamentalmente se necesita que una de las personas tome conciencia de esta situación, sobre todo las mujeres que tenemos tan incorporado y tan naturalizado el servicio, que no nos damos cuenta.

¿Cómo ir más allá del discurso políticamente correcto en cuanto a la equidad de género?
Lo que se puede hacer es desnudar el discurso totalmente. Si un hombre dice “te ayudo a poner la mesa”, una puede decir “mira, en realidad la comida es de los dos, la situación es de los dos, no me estás ayudando, tú también eres parte de esto”. Es como cuando las mujeres dicen “mi marido es muy colaborador”. Lo que está diciendo es que la responsabilidad es de ella pero que él es tan bueno que colabora, cuando en realidad le corresponde. De esos discursos no podemos huir pero los podemos desnudar y en la medida en que lo hagamos, será una manera de contribuir a modificarlos.

Hay incluso mujeres que adoptan ese discurso. Por ejemplo “yo soy muy liberal pero quiero un hombre que sea caballeroso”.
Son mujeres que están a mitad del camino. Como muchos hombres, por lo menos en Buenos Aires, que dicen “yo quiero tener una pareja independiente, que gane su dinero porque yo no quiero mantenerla”, pero después se molestan si ella llega después que él a la casa. Eso les pasa a los hombres y a las mujeres pero claro, hay mujeres que toman la mitad del tema, que en realidad quieren los beneficios del cambio y no perder ninguno de los beneficios anteriores. (Rocío Sánchez)

 

 


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