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Los restos del cantaor serán trasladados este miércoles a Granada, su última morada

Con mucho cante y escenas de llanto despide a Enrique Morente una multitud en Madrid

No se ha dado a conocer el resultado de la autopsia; fue internado por una úlcera, dice la familia

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Familiares y amigos trasladan el féretro hacia el sitio donde fue velado MorenteFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de diciembre de 2010, p. 9

Madrid, 14 de diciembre. La fila para dar el último adiós al cantaor Enrique Morente en la sede de la Sociedad General de Autores (SGAE) de Madrid era reflejo de su impronta en el mundo del flamenco: centenares de personas esperaron durante horas, muchas vestidas de riguroso negro y con el llanto a flor de piel, la llegada del féretro con los restos de uno de los grandes genios del flamenco para darle el último adiós. Morente, el ronco del Albaicín que había revolucionado este arte con fusiones hasta entonces impensables, murió el lunes, de forma inesperada. Tenía 67 años de edad.

Mientras se aclaran las confusas informaciones sobre el verdadero motivo de su muerte, el duelo y el luto se instaló en la comunidad flamenca. Gitanos y payos (como les llaman los gitanos a los que no son de su etnia, como Morente) se fundieron en abrazos cuando, con tres horas de retraso, llegó finalmente el féretro de uno de los cantaores más admirados y queridos. Primero dieron un largo y sentido aplauso, entre el que se intercalaron gritos de eres el mejor o adiós maestro, para después dejar los restos mortales, rodeados de guitarras y cajones, de canto y llanto, mucho llanto.

Desenlace inesperado

La muerte fue un golpe muy duro para la familia Morente. Su mujer, Aurora Carbonell, y sus tres hijos, llegaron con el féretro abatidos por este desenlace inesperado, pues, según contaron de nuevo hoy, el pasado 4 de diciembre llevaron a Enrique Morente a operar a la clínica La Luz de Madrid de una úlcera. En teoría, una intervención sin demasiado riesgo. Pero, de acuerdo con un comunicado del equipo médico, presidido por el prestigioso cirujano Enrique Moreno, el artista granadino llegó al hospital con un cuadro mucho más grave: un cáncer de esófago con metástasis linfáticas.

El comunicado de los doctores, contra quienes la familia presentó una querella por negligencia, señala que Enrique Morente ingresó para operarse de un tumor canceroso en el esófago de 4.5 centímetros de diámetro, localizado en el tercio medio, con metástasis linfáticas. El equipo médico (cirujanos, anestesistas, patólogos, neurólogos) desea transmitir a su familia y amigos sus condolencias por tan importante pérdida.

El caso es que la evolución clínica de Morente ha despertado sospechas de los familiares sobre posibles negligencias, pues de la primera intervención al cantaor no se logró detener una hemorragia que lo llevó de nuevo al quirófano. Después entró en coma cerebral y luego murió.

Fueron 10 días en los que la familia siempre estuvo acompañada de los amigos más entrañables y cercanos de Morente, muchos de ellos artistas flamencos, como Tomatito, o cantautores y poetas con Joaquín Sabina y Luis García Montero, con quienes compartió su devoción por la palabra poética, por los versos de Federico García Lorca, Miguel Hernández, San Juan de la Cruz, Rafael Alberti y de muchos otros poetas que cantó.

Pero más allá de la batalla legal de la familia con el equipo médico para aclarar su muerte, en el último adiós de Madrid a Morente se sintió el cariño que le tenían los devotos del flamenco. En la céntrica calle Fernando VI había centenares de personas, muchas de ellas amigos de su barrio entrañable, Lavapiés, donde comenzó a finales de los años 60 del siglo pasado su quejío insustituible, donde aprendió escuchado a los grandes maestros, como Camarón de la Isla, en las largas noches de baile y cante en el Candela.

Personaje crucial

Paco de Lucía viajó desde Palma de Mallorca para estar junto a la familia del cantaor y a la comunidad flamenca, que viven la muerte de Morente como la pérdida de una persona crucial en el devenir del flamenco contemporáneo.

En el velatorio se juntaron antiguas y nuevas generaciones de artistas, los grandes nombres y los desconocidos que despliegan su arte en tablaos anónimos, los vecinos del barrio o los simples aficionados que descubrieron en Morente una nueva forma de entender el arte flamenco, con sus fusiones y sus evocaciones trágicas, con su poética y desgarro. Entre ellos estaban El Niño Josele, Pitinto, El Negri, Rosario y Lolita Flores, Laura García Lorca, Kiko Veneno, Miguel Póveda y Alejandro Sanz, así como numerosos políticos, escritores y funcionarios de dependencias públicas dedicadas a la cultura, como la directora del Instituto Cervantes, Carmen Cafarell.

Fue el último adiós de Madrid a Morente. Este miércoles sus restos serán trasladados a Granada, su ciudad natal, a su barrio, El Albaicín, y ahí quedarán definitivamente.