Opinión
Ver día anteriorMartes 23 de noviembre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pintura y ajedrez
E

l festival de ajedrez con el que feliz y oportunamente celebra la Universidad Nacional Autónoma de México su centenario, sugiere recordar las pinturas que en 1911 realizó Marcel Duchamp, un acendrado ajedrecista que desde 1923 se dedicó casi por completo a esta pasión suya, por más que es cierto que su críptico multimedia Etant Donnes, sobre el que trabajó en sigilo y con suma lentitud, terminó por ser conocido a partir de su exposición individual en el Pasadena Art Museum, que tuvo lugar en 1963, cinco años antes de la muerte del artista.

Fue durante esa exposición que hizo posar totalmente desnuda a la modelo Eve Babita, pero sin mostrar el rostro, oculto por el pelo, sentada ante el tablero. La fotografía no muestra si hubo posible contrincante o si se trató sólo de hacerla posar para retratarla. Lo probable es esto último, no porque el contrincante pudiera distraerse de su juego, que es lo que Duchamp parece sugerir, sino porque Eve Babita no está en los anales del ajedrez.

Entre 1921 y 1961 sostuvo unos 34 torneos, algunos con campeones del momento. Pudo ser campeón en Francia, pero Robert Crepeaux se llevó esa palma en 1925 y volvió dos veces más a serlo. Duchamp tenía entonces 38 años, Crepaux era bastante más joven.

Una de sus más hermosas pinturas con representación de ajedrecistas fue realizada en 1911 y son sus dos hermanos mayores: Raymond Duchamp Villon (1876-1918) y Jacques Villon (1875-1963) los jugadores. Dos mujeres están representadas en primer término, una de ellas es su hermana Suzanne Duchamp, quien también fue artista. Ellas no prestan atención a los jugadores, el cuadro es figurativo y tiene un aire fuertemente matissiano.

En ese tiempo Duchamp coqueteaba con el cubismo y realizó el que quizá sea su más famoso cuadro de ajedrecistas: Joueurs d’échecs, para el que realizó previamente un dibujo formidable que se conserva y una acuarela. No se insiste en que dicha pintura lo representó junto con el famosísimo Desnudo bajando una escalera II, en el Armory Show de Nueva York, mismo que provocó polémica cuando lo mostró previamente a sus colegas cubistas. Es el tiempo del llamado Cubismo órfico, denominación que se debe a Guillaume Apollinaire.

Todavía no se iniciaba la etapa de los Ready Mades. El primero de éstos fue el Escurridor de botellas que, según afirmó su autor-seleccionador, fue elegido debido a que le recordaba la forma de un alfil.

Su cercanísimo amigo Man Ray relató (anécdota confirmada por Duchamp), que éste echó a perder su primera liasson conyugal con Ivonne Chastel, debido a que durante la semana que siguió al inicio de la vida en pareja, él se pasó el tiempo ideando soluciones de ajedrez noche y día. Aprovechando un lapso en el que Marcel dormía, Yvonne pegó las piezas al tablero, de modo que Marcel no las pudie-ra mover, pero ni eso sirvió, así que ella procedió a abandonarlo. No he podido comprobar si este episodio tuvo lugar en Buenos Aires, donde Duchamp viajó hacia 1918-19, regresando por su cuenta a París. Así de apasionante puede ser el ajedrez, pero hay que aclarar que a Matisse, Juan Gris , Klee, Kandinsky et al , que también gustaron de tomar como tema pictórico el ajedrez, no les sucedió lo mismo; eso se debe a que no fueron ajedrecistas de cepa, como sí lo fue Duchamp, quien habló de su pasión hasta con John Cage.

Decía que no todos los artistas son ajedrecistas, pero que todo ajedrecista es un artista. También solía afirmar que el ajedrez es un juego cartesiano, una obra maestra. No se sabe si lo dijo persiguiendo, o no, la duda metódica.

De lo que no hay duda es de que se pasó décadas jugando e investigando sobre ajedrez e inclusive llegó a escribir un breve tratado al respecto, del cual existen noticias.

Duchamp volvió a incurrir en la relación conyugal. En 1954 se casó con Alexina Sattler, quien previamente fue esposa del galerista Pierre Matisse, el hijo de Henri Matisse, quien, como digo, también fue autor en 1911 de una escena en la que aparecen personajes jugando ajedrez, pero en su cuadro no se distinguen bien las piezas, tampoco en los de Duchamp.

Una cosa es la pintura y otra el ajedrez, pero es más que probable que este juego (se le llama deporte) preste insights estratégicos a la creación artística e intelectual, a la claridad mental y a la concentración.

Arensberg, el principal promotor y coleccionista de Duchamp –se le debe el principal acervo duchampiano que existe en el mundo, visible en el Museo de Filadelfia– también jugaba ajedrez.

P.S. Se pueden bajar de la net sin ningún problema los dos cuadros de Duchamp (1911) con jugadores de ajedrez