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A cien años de la Revolución

La compositora escribió Altar de fuego, obra para conmemorar el movimiento de 1910

Seguimos igual que hace un siglo, ¿dónde está el progreso?: Ortiz

La corrupción, la injusticia social, la impunidad y la violencia continúan lacerando a México, dice

La OFCM estrenará esa partitura inspirada en la evocación poética de Nellie Campobello

 
Periódico La Jornada
Jueves 18 de noviembre de 2010, p. 4

Escribir una obra para conmemorar el centenario de la Revolución representó una fuerte sacudida para la compositora Gabriela Ortiz, en lo que concierne a su percepción de la realidad del país.

¿Dónde está el progreso de la Revolución? ¡Seguimos igual!, no veo dónde esté el cambio. Los graves problemas que han lacerado a México, como la corrupción, la injusticia social, la impunidad y la violencia cotinúan y seguimos hablando de ellos, como hace 100 años.

Cuenta la autora que tomó como punto de comparación las incidencias que Nellie Campobello refiere en su libro Cartucho, a cuya lectura recurrió cuando la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) le comisionó la pieza Altar de fuego, la cual será estrenada este fin de semana por esa agrupación en un magno concierto por el centenario de la Revolución.

Al leer el libro, “me di cuenta que lo relatado por Nellie, que es muy aterrador, es la cotidianidad con la que se enfrentaba ella a la muerte. Es decir, narra varios capítulos en los que abre la ventana de su casa –tiene siete años– y ve cuerpos tirados en la calle”, señala.

Eso me llamó mucho la atención, porque han pasado 100 años y esta cotidianidad de violencia se mantiene, si bien de otra manera.

El compromiso del artista

En entrevista, Gabriela Ortiz sostiene que, además de rendir homenaje a su abuelo paterno, que fue un revolucionario villista, Altar de fuego, en términos del compromiso social del artista, es una respuesta de lo mejor que puedo hacer: el arte y la música.

Explica: “Me siento a veces muy impotente ante la realidad y me pregunto qué hago; mis problemas son notas musicales, la forma, cuando afuera hay gran cantidad de cosas tan duras. Me ha costado mucho trabajo llegar a la conclusión de que hago música y que entonces mi responsabilidad es hacerla lo mejor que pueda.

No sé qué haría si estuviera en mis manos resolver la problemática de México, pero sí creo que mi responsabilidad, desde mi trinchera, es dar lo mejor de mí.

Con duración aproximada de 25 minutos, esta nueva pieza de la compositora forma parte de su serie Altares, la cual comprende otras tres partituras: Altar de neón, Altar de muertos y Altar de piedra.

El empleo del término altar en los nombres de esas obras nada tiene que ver con lo religioso. Más bien se trata de cuestiones simbólicas, pues la factura de cada una de ellas responde a diferentes circunstancias.

Foto
Gabriela Ortiz durante la entrevista con La JornadaFoto Cristina Rodríguez

En Altar de fuego, comenta, el empleo de ese término tiene que ver, por una parte, con un tributo que rinde a su abuelo, quien durante 10 años fue médico de la División del Norte.

Me gustó mucho retomar la idea de los altares, porque la música es un lenguaje abstracto. Entonces, cómo hablar de la Revolución con sonidos, cómo puede uno celebrar el centenario de esa gesta con música, dice Gabriela Ortiz.

“Me aboqué a leer cuestiones relacionadas con ese movimiento y me topé con el libro Cartucho. Lo que me gustó mucho de éste, además de que sucede en el norte, lo cual me recuerda mis orígenes –mis abuelos paternos se conocieron en Chihuahua– son las descripciones de paisajes, las cosas que ve Nellie son muy poéticas.

Ella narra su infancia de manera muy poética, evocativa, me recuerda un poco, aunque nada tiene que ver una con otro, esa sensación de leer a Juan Rulfo, cuya literatura tiene sonido propio. Ambos hablan de cosas que suenan, que se ven, que huelen. Quise que por allí fuera mi música, tomar esa esencia de lo que Nellie narra.

Entre los elementos de Altar de fuego, la compositora destaca su gran vigor, sobre todo a partir de la fuerza rítmica.

De igual manera, la describe como una partitura virtuosa: Conozco muy bien a la OFCM y quería escribirle una pieza muy demandante, porque sé que puede tocarla; no es necesariamente un concierto para orquesta, pero tiene un poco esa visión, porque quise que luzca la capacidad de sus músicos.

Esta obra de Gabriela Ortiz compartirá programa con Tríptico mexicano, de Manuel Enríquez; Redes, de Silvestre Revueltas, y la Sinfonía poema México, de Miguel Bernal Jiménez. Ello en el par de conciertos que la OFCM, bajo la batuta huésped de Rodrigo Macías, ofrecerá el sábado y el domingo, a las 18 y 12:30 horas, respectivamente, en la Sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli (Periférico Sur 5141, colonia Isidro Fabela).

También figura en el programa gratuito que la agrupación efectuará el domingo 28 a las 18 horas en el Ángel de la Independencia, en el que Altar de fuego compartirá créditos con el Huapango, de José Pablo Moncayo y el Danzón 2, de Arturo Márquez.