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La reconocida colombiana Totó la Momposina actuará el miércoles 3 en el Lunario

Una cantadora conoce la esencia del hombre y de la naturaleza

La bodega, su más reciente producción, mezcla bandas de viento, gaitas y percusiones; estas últimas son mi corazón

Actuó en la entrega del premio Nobel a García Márquez, en 1982

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Existe una complicidad a nivel percusivo que hace que los tambores y uno lleguen al éxtasis, expresa la intérprete
 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de noviembre de 2010, p. a14

Los barcos arribaban a Colombia cargados de esclavos y toda clase de mercancía, telas, hilos e instrumentos. En las bodegas de los puertos metían lo recién llegado, incluidas las personas.

Llegaron a un continente que no conocían, comenzaron a comunicarse entre sí y con los indígenas. De este diálogo y de la combinación de instrumentos de un lado y otro del Atlántico nació la música de aquel país, cuenta Totó la Momposina, una de las más reconocidas cantantes de música colombiana. De ahí el nombre de su más reciente disco, La bodega.

En ese sitio, así como te encontrabas una aguja, hallabas un clarinete o una trompeta, un piano, un acordeón o un redoblante, dice en entrevista.

“En La bodega mezclo todos los instrumentos. Primero la base, la percusión, que es mi corazón”, y luego aparecen las gaitas, las bandas de viento.

La cantante viene de familia de músicos. Mi abuelo, por parte de mi papá, dirigía una banda y tocaba el clarinete. Mi bisabuelo, abuelo de mi mamá, la mandola; mi papá, el tambor. De la familia de mi mamá, varios tocan instrumentos, como gaitas. No estoy inventando nada. Los tengo como punto de referencia en mi música ancestral. Solamente estoy mostrando un abanico de las diferentes músicas que tenemos, y cómo se pueden presentar en el escenario, con honor y gallardía.

Tradición africana

Totó la Momposina nació Sonia Bazanta Vides. Su padre le puso Totó por el sonido de ese instrumento. Lo de Momposina le viene por ser originaria de la isla de Mompox. Dice que uno de los primeros recuerdos de sonidos de ese lugar son los sapos que suenan en la noche. La isla queda a orillas del río Magdalena, que es la sangre de toda Colombia porque la atraviesa. Tiene mucha historia. Los españoles entraron al interior del país por el río. (Por ahí) llegó la cultura que traían los españoles (nosotros teníamos la de los ancestros); también trajeron la tradición africana. Llegó esta música con los tambores y los esclavos que vinieron en los barcos.

Totó platica que hace tiempo los juglares viajaban por el país y contaban las historias de otras regiones. Se realizaban dos tipos de fiestas: el merengue, en los estanquillos, donde estaban las niñas de vida licenciosa e iban los hombres, y “los bailes de merengue: cerraban las entradas al parque del pueblo, con hojas de plátano. Una persona recogía la plata para pagar al grupo (caja, guacharaca y acordeón)”. Había personas asignadas para invitar y sacar de sus casas a las jóvenes del pueblo. Dos tíos maternos suyos hacían eso: Iban de casa en casa, invitando a las niñas de 16, 17 y 18 años. La fiesta duraba hasta las cinco de la mañana, sin emborracharse, asegura Totó. Dice que se preparaban tinajas de té, panela y ron ñeque (fabricado en alambiques artesanales), así como chicha de maíz y de arroz; se alumbraba con mechones y se bailaba en pareja, en rueda. Era bien elegante: parecido a un baile francés con los pies deslizándose al ritmo de la música. Ésos eran los bailes de merengue; ya no existen, ya degeneró la tradición.

En La bodega hay un merengue como se podría haber escuchado en la primera etapa de estos bailes. El disco también incluye un zambapalo y un porro palitiao. Grabó la popular Yo me llamo cumbia, de Mario Gareña: Habla de un país que tiene costas, mares, un ritmo, mujeres bonitas, y se refiera a ellas de manera elegante, con buen sentido poético, dice. La compuso como si estuviera viendo a una bailadora de cumbia y él estuviera participando de ese acto.

El padre de Totó fue zapatero y ella también sabe hacer calzado. Además, conoce de plantas medicinales. Una cantadora tiene que saber de todo eso, dice, y suelta una carcajada. Para ser cantadora hay que conocer la esencia del hombre y de la madre naturaleza, porque hablo mucho del Sol, la Luna y las estrellas.

La colombiana eligió también estudiar lo que de por sí le venía de familia. Uno viene con un don, yo tengo el del canto; fui al conservatorio. En una primera audición me dijeron que la música de la identidad no necesitaba técnica. Les dije no vengo a que cambien mi estilo, sino a que me enseñen la técnica para proteger mi voz. Hasta la fecha tiene profesora de canto.

Luego estudió en París, en la Universidad de la Sorbona. Sentí que debía saber más profundamente lo que mi mamá nos enseñó sobre el espectáculo, cómo era el camino para proyectar la música de la identidad. Estudió organización del espectáculo, coreografía y ritmo, así como historia de la música y de la danza.

Hoy es una de las más reconocidas cantantes colombianas. Cantadora, aclara.

Las cantadoras narran las sensaciones, afirma.

Al cantar, hay una complicidad a nivel percusivo que hace que los tambores y uno mismo lleguen al éxtasis.

Cuando se incorporan más instrumentos y hay arreglos se pierde la espontaneidad de cuando sólo son tambores y voz. “Uno tiene que dedicarse mucho (para que) dentro de ese rigor salga la misma espontaneidad. Comienza a sonar como un matrimonio, o como una consigna, ‘todos unidos jamás seremos vencidos’”, y ríe.

Totó cantó en la ceremonia de entrega del premio Nobel a Gabriel García Márquez, en 1982.

Grabó con el sello Real World, fundado por Peter Gabriel, La candela viva (1993). Obtuvo el premio WOMEX 2006.

Ha colaborado con todo tipo de artistas. Uno de los recientes fue Calle 13, y las piezas se incluirán en el próximo disco del dueto boricua.

Estuvo en el Festival Cervantino en 1991 y ahora volvió a presentarse ahí. Una de sus hijas vive en México, así que éste es un país cercano a su corazón y lo visita seguido.

Este verano, Totó realizó una exitosa gira en Europa; en el transcurso cumplió 70 años.

Totó la Momposina y sus tambores se presentan el miércoles 3 a las 21 horas, en el Lunario.