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Me doy cuenta que mi trabajo sirvió y el triunfo también es mío

García: no importa el dolor de un esparring si el campeón gana

Cuatro veces a la semana debe enfrentar a un monarca por 2 mil pesos

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Israel García contribuye con la preparación de Juan Manuel Márquez, quien el 27 de noviembre defenderá el título de los ligerosFoto Juan Manuel Vázquez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de octubre de 2010, p. a19

Al bajar del cuadrilátero Israel García escupió sangre. Durante tres asaltos de entrenamiento soportó los golpes del campeón mundial Juan Manuel Márquez, quien suele destrozar peras con la fuerza de sus puños.

En cada avance, García recibía un impacto estruendoso. A pesar del equipo de protección en cabeza y tórax, al final resoplaba por el cansancio y el dolor.

Es-toy muer-to. Mo-li-do, dijo mientras boqueaba para recuperarse, recargado contra una de las esquinas en el gimnasio Romanza de Iztacalco.

A mediodía, cuatro veces por semana, tiene que enfrentar a un campeón. Servir de blanco para que una estrella del boxeo practique sus mejores golpes. Ese es su trabajo: esparring, un ayudante de combate cuyo sueldo semanal es de dos mil pesos, poco si se compara con los 100 dólares por sesión que cobra un colega en Estados Unidos.

El gasto físico de García es inmenso. Al llegar a su casa le duele cada músculo del cuerpo, tiene cortadas las encías y los dientes flojos. Algunos días termina incluso con jaqueca. Sobre todo –relata– cuando quien pega es el campeón ligero de la Organización Mundial de Boxeo y de la Asociación Mundial de Boxeo, Juan Manuel Márquez, cuyos golpes han dejado en la lona a 37 rivales.

Los puños de Juan Manuel pueden ser mortales. Un golpe de esos me puede hasta matar, comenta García, y agrega: Un campeón como Márquez, además, es perfecto. Domina todos los golpes, es casi un arquitecto sobre la lona.

Cuando están entrenando en el cuadrilátero queda clara la función de cada uno. Juan Manuel Márquez se mueve con gracia y lanza golpes violentos que tambalean al oponente. Yoyis, el esparring, soporta el castigo y trata de presionar al campeón. Tira golpes, pero es un mero trámite. Está cabrón, dice durante el tiempo de recuperación entre cada uno de los episodios.

Mi trabajo es ayudar a que perfeccione sus golpes. Estoy para lo que me diga el entrenador. Mi misión es presionarlo, entrar pegando, por eso yo me arriesgo mucho porque entro desarmado. Además, un esparring temeroso no le sirve a un campeón, refiere.

Israel cuenta que estuvo inactivo. Desde hace tres años no pelea, pero como todo esparring –dijo– la idea es tener una carrera en los encordados. Ninguna preparación es mejor que enfrentar diariamente a un campeón.

Mientras, Juan Manuel Márquez sigue su preparación para defender el título de los ligeros contra el australiano Michael Katsidis, el próximo 27 de noviembre en Las Vegas.

Yoyis García seguirá subiendo al cuadrilátero a recibir golpes cuatro días a la semana. No importa el sufrimiento, asegura.

Cuando el campeón gana el esparring obtiene su recompensa: Me doy cuenta de que mi trabajo sirvió y siento que en parte ese triunfo también es mío.