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Ver día anteriorDomingo 17 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Debilidades de la recuperación estadunidense
L

o peor que le puede pasar a una economía es romper la armonía –por decirlo así– entre sus variables básicas. Me gustan tres para ejemplificarlo: producción industrial, capacidad industrial instalada y nivel de utilización de esa capacidad. Su comportamiento es expresión del nivel de la demanda social solvente, la que a su vez depende de los niveles de empleo y de salario, también vinculados –como la instalación de equipos– a los adelantos de capital, a lo que Ricardo llamó ritmo de formación de capital y Marx –con ciertos ajustes necesarios– tasa de acumulación.

¿Qué indicador nos daría señales de la armonía entre esas variables? La rentabilidad global de la economía. Ésta se puede seguir de varias formas. Hay una muy interesante, el de la relación de las ganancias de las corporaciones no financieras de Estados Unidos y con la capacidad industrial instalada. Si esta relación crece, normalmente hay éxito en la acumulación, respaldada por altos niveles de demanda social de la producción. Sólo hay que advertir que en ocasiones el éxito de los altos niveles de demanda y, consecuentemente, de producción, puede estar fundados en el crédito, lo que es más o menos normal. Pero cuando ese mecanismo de apoyo ya no sólo a la inversión, sino también al consumo, va más allá de ciertos límites, el éxito del crecimiento de la producción es cada vez más aparente, más artificial y resulta ser preludio de un derrumbe de lo que –se creía– era un círculo virtuoso.

Eso pasó en Estados Unidos de 1998 a 2002, primordialmente. Y luego de una aparente recuperación, se profundizó de principios de 2006 a mediados de 2009. ¿Cómo, entonces, se han comportado estos indicadores en la economía de Estados Unidos de –digamos– principios de los años noventa hasta el mes pasado? Aparentemente muy armoniosos de enero de 1990 a fines de 1997. Todos en ascenso, incluido el indicador de rentabilidad. Pero señalé aparentemente porque uno de los respaldos básicos al dinamismo económico –el salario real, en este ejercicio el de todas las empresas privadas– no sólo no subió sino que acumuló un descenso real de casi 3 por ciento de enero de 1990 a junio de 1995 –cuatro años y medio continuos –para luego estancarse un año completo. ¿Se imagina usted a todos los asalariados sin mejoría en su salario durante seis años? Eso pasó en Estados Unidos. Luego de caer, apenas de junio de 1996 a febrero de 1998 el salario real estadunidense recuperó el nivel que tenía –justamente– en enero de 1990.

Es cierto que por el lado del empleo, salvo un estancamiento durante los dos primeros años de este largo periodo de 20 años (enero 1990 a enero de 1992) se acumuló un crecimiento de 10 por ciento hasta fines de 1997, incluso ya con una elevación –lenta pero continuada– de los salarios reales que se prolongó hasta diciembre de 2003. Y sin embargo con salario en ascenso el empleo se estancó, incluso durante tres años, de principios de 2001 a principios de 2004. Gracias al crédito –exagerado crédito– y su manejo especulativo hubo una aparente recuperación de mediados de 2002 a fines de 2007. Pero –como sabemos– todo tronó de principios de 2008 hasta mediados de 2009. Se vivieron 18 meses de freno violento de la inversión, de estancamiento salarial y de caída más violenta del empleo. Una de las regresiones más severas de que tengan memoria nuestros vecinos, que –lamentablemente– ha implicado uno de los mayores deterioros del nivel de vida de la población trabajadora estadunidense (nuestros migrantes ahí incluidos).

Contradictoriamente, este deterioro y esta pauperización han permitido que en el segundo semestre de 2009 la economía vecina deje de caer, y que en los primeros 10 meses de 2010 empiece a mostrar signos –en varios momentos contradictorios– de cierta recuperación. Pero ni a nivel de la producción, ni a nivel de la capacidad utilizada, ni a nivel del empleo, se han alcanzado los mejores momentos de ese periodo de casi 12 años de mezcla de éxito real con éxito artificial. Sí, nadie puede decir que nuestros vecinos ya se recuperaron (y nosotros con ellos), porque los niveles actuales están todavía muy por debajo de los máximos anteriores.

Y porque siguen existiendo señales contradictorias que impiden garantizar una recuperación sostenida. Menciono sólo una: el nivel actual de endeudamiento de Estados Unidos. Sí nuestros vecinos deben más del doble de lo que producen. Concentran cerca de 40 por ciento de la deuda mundial. Ya nada más eso pone en cuestionamiento todo. Sólo eso. Por la fragilidad financiera que representa. Sin duda.