Opinión
Ver día anteriorMiércoles 13 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ética e investigación médica
H

ace pocos días la prensa informó acerca de violaciones éticas en humanos por parte de la medicina estadunidense. Infectó EU con gonorrea y sífilis a guatemaltecos, anunciaba La Jornada el 2 de octubre. El asunto, muy delicado por su naturaleza, tiene varias aristas. Una es peor que otra. Las disculpas ofrecidas por Barack Obama al gobierno de Guatemala no alcanzaron la luz motu proprio, es decir, por honestidad del sector salud o del gobierno; el perdón se expresó porque Susan M. Reverby, profesora de historia médica, quien seguía el affaire Tuskegee, informó, a fuentes gubernamentales, sus hallazgos sobre experimentos realizados en Guatemala. Esa falta de arrepentimiento, y esa incapacidad de asumir la culpa, debe ser la razón por la cual la medicina estadunidense siguió, después de Guatemala, violando la ética médica.

Los experimentos efectuados por médicos estadunidenses en Guatemala se llevaron a cabo entre 1946 y 1948. Con la intención de estudiar el comportamiento de la sífilis y de la gonorrea, así como el posible efecto terapéutico de la penicilina, médicos del servicio de salud pública estadunidense inyectaron los agentes causales de esas enfermedades venéreas a cientos de presos, soldados y pacientes siquiátricos.

La insanidad del asunto fue terrible: A) Se utilizaron prostitutas enfermas de gonorrea o sífilis para contagiar al grupo de estudio. Cuando se comprobó que la frecuencia del contagio era baja, se decidió inyectar el Treponema pallidum o la Neisseria gonorrhoeae directamente en el pene o en los brazos de las personas. B) Los sujetos elegidos, verdaderos conejillos de indias, no tenían, por supuesto, noción de la investigación. C) Al terminar la Segunda Guerra Mundial, se llevaron a cabo los Procesos de Nuremberg (1945-1946), donde se sancionó a los colaboradores del régimen nacionalsocialista. En forma paralela se llevaron a cabo otros juicios, entre ellos el Juicio de los Doctores (diciembre 1946), cuya finalidad fue exponer la actividad de médicos nazis acusados de experimentar, asesinar o torturar a judíos, gitanos o polacos enfermos de tuberculosis. El Juicio de los Doctores fue presidido por el distinguido abogado estadunidense Telford Taylor. D) La penicilina se empezó a utilizar con éxito en el tratamiento de la sífilis desde 1943. Los cuatro incisos previos ilustran la brutalidad del experimento así como la relación temporal entre la investigación, las denuncias éticas y la eficacia de la penicilina.

Durante los años en los cuales se llevaron a cabo los experimentos en Guatemala, las atrocidades de la medicina nazi habían alertado al mundo acerca de los cruciales vínculos entre ética y medicina. Debido a la participación de Taylor, y al uso de la penicilina como tratamiento de la sífilis y otras infecciones es imposible aceptar la doble moral y la falta de apego a las reglas médico-éticas: la medicina estadunidense violó la ética médica en Guatemala. El silencio y la falta de autocrítica de la elite médica estadunidense fue la semilla para que algunos doctores continuaran realizando experimentos alejados de normas morales.

En el primer párrafo mencioné la ciudad de Tuskegee (Alabama); allí se llevó a cabo, entre 1932 y 1972 el Estudio Tuskegee sobre la sífilis no tratada en hombres negros. Ese estudio es uno de los ejemplos más contundentes de investigación mal hecha y de conductas éticas inadecuadas. Con tal de no interrumpir las observaciones sobre la evolución natural de la sífilis –pacientes sin ningún tratamiento– en negros pobres, el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos decidió no administrar ningún tratamiento a la población estudiada. El protocolo se realizó en 399 hombres negros. La idea fundamental consistía en no ofrecer ninguna de las terapias disponibles, ya que la población afectada representaba una oportunidad única para conocer la evolución natural de la sífilis.

A los enfermos se les explicaba que recibirían tratamientos contra la sangre mala (bad blood), término local utilizado para describir problemas como anemia, sífilis, fatiga. Contra toda ética, los sujetos no recibieron ningún tratamiento; a cambio, se les ofreció exámenes médicos gratuitos, alimentos sin costo y seguro funerario. Inicialmente la investigación duraría seis meses; se prolongó 40 años. Lo grave del asunto es que el estudio no fue interrumpido motu proprio; la publicación de una noticia en 1972 en The New York Times fue la razón para finalizarlo. En 1997 Bill Clinton pidió disculpas a los supervivientes.

Además de Guatemala y Tuskegee, prestigiosas revistas médicas estadunidenses han develado que en algunos países africanos, los sujetos en los cuales se experimenta un fármaco firman consentimientos informados en idiomas que no comprenden por no ser el propio. Versiones paralelas en los medios médicos han subrayado que, hace no muchos años, los sujetos de investigación en Latinoamérica o en otros países no recibían el mismo cuidado que sus pares en Estados Unidos.

Las disculpas de Obama, en relación con el asunto guatemalteco, y de Clinton por Tuskegee, son, por supuesto, bienvenidas. Sin embargo, las disculpas no provienen de un mea culpa sincero del gobierno o de las autoridades sanitarias de Estados Unidos; son la respuesta obligada a lo publicado en la prensa. Es muy probable que en el futuro los medios de comunicación informen de nuevos sucesos.