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El trompetista y su Orquesta del Lincoln Center cerraron una agitada semana en Cuba

Nuestro lema, unir mediante el swing, por eso estamos aquí: Marsalis en La Habana

Ofreció cuatro conciertos, talleres y pláticas a estudiantes; vino a enseñar a los más jóvenes a dar continuidad a la tradición, consideró Chucho Valdés, con quien compartió escenario

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El músico, acompañado por estudiantes durante una visita que realizó el viernes a la Escuela Nacional de Música de La HabanaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 10 de octubre de 2010, p. 3

La Habana, 9 de octubre. El trompetista estadunidense Wynton Marsalis, al frente de la Orquesta del Lincoln Center, terminaba esta noche una agitada semana en Cuba, donde ha cumplido un extenso programa de actuaciones y contactos con sus colegas de la isla, en un rencuentro de gran calado entre dos expresiones del jazz, que se fundieron hace seis décadas para no separarse nunca más.

La visita de Marsalis y los 15 solistas de la banda tiene doble significado. Es uno de los puntos más altos de la incipiente diplomacia cultural que está tendiendo un puente entre los dos países, a pesar del bloqueo comercial contra la isla. Por ese camino ya vino el año pasado la mayor exposición de arte contemporáneo estadunidense que haya llegado a La Habana desde la década de los 80 del siglo XX.

En sentido contrario, casi toda la primera fila de la música cubana ya se presentó en Estados Unidos en meses recientes, y viajó a Nuevo México la muestra más importante de plástica de la isla que se haya colgado en aquel país desde 1944.

El otro significado de esta gira es que Marsalis y su anfitrión, Chucho Valdés, reavivaron la llama del afrocuban, el cuban jazz o como se le quiera llamar a la mezcla de las dos corrientes, que nació la noche de 1947 en la que Chano Pozo atacó sus tambores y dejó con la boca abierta a Dizzy Gillespie.

Nuestro lema es unir a las personas mediante el swing, por eso estamos aquí, resumió Marsalis. Vino en 1997 en un primer contacto con la música que él conocía desde niño, pero esta es su real presentación en grande con su público y sus colegas. En respuesta a una pregunta de la prensa sobre los artistas que no quieren viajar a Cuba, el trompetista reaccionó desdramatizando el punto: Quien quiera venir que venga, quien no, que no venga. Son decisiones personales, como cuando una pareja se divorcia. Uno no se puede meter en eso. Cada uno tiene sus razones, y las mías son estas.

Casualmente, este fin de semana Chucho Valdés vuelve a Estados Unidos, después de siete años de ausencia de ese país. Pasará por San Francisco, Chicago, Los Ángeles, Washington, Boston y Nueva York, entre otras ciudades, para presentar su álbum Chucho’s steps y a su nueva banda, The Afro-Cuban Messengers. Los mensajeros que devuelven simbólicamente la visita de Marsalis y actualizan la tradición musical cultivada entre ambas partes.

Marsalis ofreció aquí cuatro conciertos, el último de los cuales sería este sábado. Pero sus actuaciones han ido mucho más allá del programa formal. Empezó improvisando en un coctel que le ofreció el jefe de la Sección de Intereses (oficina diplomática) de Estados Unidos, Jonathan D. Farrar. Ha impartido talleres y charlas en escuelas de música, grabó una pieza en un disco de Omara Portuondo y Chucho Valdés (Esta tarde vi llover, en la que no hizo falta hacer más que el ensayo) y hasta se dio tiempo para soltar unos pasos de salsa.

Como dijo Chucho Valdés, Marsalis y su banda no vinieron sólo a ofrecer un espectáculo, sino, sobre todo, a interactuar, y a algo todavía más importante: a enseñar a los más jóvenes a dar continuidad a la tradición. Su mensaje educativo es una lección para todos.

Las presentaciones en el teatro fueron cuidadosamente preparadas, en una especie de progresión didáctica: una función se reservó para la evolución y el sentido profundo del jazz en Estados Unidos y el desarrollo de la big band; otra –con el grupo de Valdés– para ilustrar el encuentro de las dos expresiones; una más fue un mano a mano entre ambos músicos con sus bandas en formato reducido. Hoy era la gran descarga final.