Cultura
Ver día anteriorDomingo 10 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El poeta disertó sobre su infancia, el exilio y el tango, donde hallo la referencia a la pérdida

Gelman repartió genio y memoria en la Feria del Libro de Frankfurt

Es un error creer que el dolor o la alegría son el motor del poema, expresó el escritor en el pabellón dedicado a Argentina

Deleitó con sus evocaciones a Celan, Cervantes, Èluard y Pushkin

Enviado
Periódico La Jornada
Domingo 10 de octubre de 2010, p. 2

Frankfurt, 9 de octubre. El poeta Juan Gelman en la Feria de Frankfurt: La poesía militante es muy antigua. Arquíloco, que era soldado, escribía poemas pacifistas y ese tono ha estado presente en la poesía de todos los tiempos. Yo sigo el postulado de Paul Èluard: se escribe poesía militante cuando la circunstancia exterior corresponde a la circunstancia del corazón. De lo contrario se vuelve panfleto.

Y como la poesía es palabra calcinada, el único tema de la poesía es la poesía. Y de esa manera puede hablar de todo, desde las medias rotas de mi abuelo, hasta lo que uno quiera. Bueno, yo no conocí a mi abuelo, así que no sé si tenía las medias rotas, pero lo digo como ejemplo.

El humor, la pérdida, el trasterramiento, la memoria, la militancia, la dictadura, la música (lo que encuentro en el tango es la referencia a la pérdida), la vida en México, la vida con la palabra. Juan Gelman disertó durante una hora sobre todos esos temas sin dejar de lado su humor característico.

En el Pabellón Argentina, lugar de honor que ocupa 2 mil 500 metros cuadrados de la Feria del Libro de Frankfurt, se sentó frente a un público anhelante que festejó todas sus bromas, incluso su desparpajo cuando se le preguntó qué hubiera hecho si hubiese sido el designado con el Premio Nobel de Literatura, pues en días recientes apareció en la lista de finalistas, de manera extraoficial, claro.

Respondió con autoironía respecto de su vestir sin gala. Por eso puso como ejemplo la metáfora de su abuelo, al que no conoció, y sus supuestos calcetines rotos.

El formato del diálogo fue en realidad un triálogo y después un coro: primero, en la mesa, Patricia Kolesnikov y Osvaldo Quiroga le plantearon preguntas intentando una entrevista. Declararon de antemano que es muy difícil entrevistar a Juan Gelman, y como encontraron frases cortas, pulidas como diamantes con exquisito humor, declararon su derrota.

Entró al quite el público, pero en realidad el poeta se mostró coherente con la personalidad que sus lectores conocen en las entrevistas; por ejemplo, cuando el tema era lo que más extraña de Argentina y respondió el lenguaje porteño, contó la siguiente anécdota: “Tengo un nieto que hace cuatro años, cuando tenía 10, se paró frente a mí imitando el acento porteño argentino, y me preguntó: ‘che, abuelo, ¿sabés por qué los argentinos se bañan con agua fría? Para no empañar los espejos’, respondió”, coronó las carcajadas de su público así: Cría nietos y te sacarán los ojos.

Foto
Lo que más extraña Juan Gelman de Argentina es el lenguaje porteñoFoto Pablo Espinosa

Narró nuevamente su infancia, recitó en ruso un poema de Pushkin, esa música que contiene la poesía de Pushkin y que le leía su hermano mayor. En el barrio pobre y multicultural de su infancia tuvo su primer contacto con el tango.

Y jugó entonces con la palabra contacto: Como el de mi infancia era un barrio pobre, las bodas se celebraban en el patio de alguna casa. Podía faltar el vino pero nunca el bandoneón. Y la gente bailaba. Ese fue mi primer contacto con el tango, como dirían los electricistas, y como algunos no entendían el chiste, lo explicó: Digo electricistas por lo del contacto (el enchufe) y remató: sobre todo en la calle Corrientes.

Inventar juegos de palabras, dijo, “también es algo muy antiguo, una vieja tradición en la literatura. El primer libro que me hizo reír a carcajadas fue El Quijote. Recuerdo por ejemplo cuando dice: siempre mañana pero nunca mañaneamos”.

Dejó de escribir durante cuatro años, los primeros del exilio. Los primeros años los viví en Italia, pero el idioma me molestaba porque no tenía nada que ver con lo que sentía: furia, impotencia, dolor. Por eso tardé cuatro años en volver a escribir, y cuando lo hice fueron sonetos en romanesco, porque se parece al lenguaje porteño.

Pero, atajó: “Es un error pensar que el dolor o la alegría es el motor del poema. Hay grandes poetas a quienes nunca les pasó nada y a los que recibieron golpes ya eran grandes poetas antes. Yo no puedo escribir poesía porque quiera. Cuando lo hago entro en un estado que yo llamo obsesivo: todo me molesta, me pongo de mal humor, pero yo aguanto todo lo que puedo para estar seguro de que eso no es falso y entonces escribo.

Pero eso sucede por momentos y se termina y uno deja de escribir, hasta que vuelve a suceder. Porque, insisto, no se puede escribir poesía cuando uno quiere o de lo que uno quiere. La pregunta es ¿qué pasa con la palabra cuando atraviesa el infierno? Paul Celan da la respuesta: sale más enriquecida, es lo único que le pasa a la palabra.