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Artistas y críticos resaltan la renovación y búsqueda constante de la escultora

Muere Helen Escobedo; nunca se plegó al mercado del arte: Tibol

Trabajaba en un proyecto para el nuevo Museo de la Tolerancia

Promovió una concepción ampliada de la escultura al uso urbano: Híjar

Perdemos una creadora formidable, dice Manrique

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Helen Escobedo, en imagen del 11 de febrero de 2004, durante una entrevista con La JornadaFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Sábado 18 de septiembre de 2010, p. 2

La dura batalla librada por la escultora ambiental y promotora cultural Helen Escobedo (DF, 1934) desde hace varios años contra el cáncer terminó el jueves 16, a las 19 horas, en su domicilio de San Jerónimo Lídice. El pasado 28 de julio había cumplido 76 años.

No obstante su enfermedad, que enfrentó con fortaleza y dignidad, el último año de la vida de Escobedo fue particularmente enriquecedor. En 2009 le fue otorgado el Premio Nacional de Artes en la categoría de Bellas Artes, galardón que compartió con el compositor Arturo Márquez. También fue nombrada ciudadana distinguida por el Gobierno del DF.

Apenas el pasado 29 de abril regresó al Museo de Arte Moderno, recinto que dirigió de 1982 a 1984, cargo al que renunció, con la muestra Helen Escobedo: a escala humana, retrospectiva de 150 obras, entre gráfica, escultura, maquetas e instalaciones que abarcaban de 1959 a 2010 y curada por su amiga y biógrafa, la investigadora Graciela Schmilchuk.

Una semana después la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda le rindió un homenaje por su trayectoria y abrió la muestra Escuchen el silencio en las instalaciones de ese plantel.

En noviembre pasado presentó Éxodos, instalación integrada por 101 figuras femeninas, en la Plaza Juárez y sus alrededores.

Hija de un abogado hidrocálido y una inglesa con una excelente educación en artes y humanidades, Elena –su nombre de pila– pudo haber sido violinista o bailarina, sin embargo lo que más le fascinaba era modelar con plastilina, contó a La Jornada con motivo del Premio Nacional de Artes 2009.

Su talento innato fue descubierto por su madre, quien la orientó hacia el arte y la apoyó cuando con sólo 16 años tuvo oportunidad de estudiar en el Royal College of Art, de Londres, donde conoció a Henry Moore. Aquí fue alumna de Germán Cueto.

Continuó haciendo lo que la crítica de arte Raquel Tibol llamó mis muros dinámicos, que eran como paneles de color ya grandes, entre puertas y ventanas, ya más arquitectónicos. De hecho, cada tres, cuatro o cinco años daba un brinco: Me salía de donde estaba, porque ya había terminado ese estilo de lenguaje y me metía a algo nuevo. Con el tiempo su obra se volvió efímera.

Su primera escultura monumental al aire libre fue Puertas al viento (1968), dentro de la Ruta Olímpica. Como jefa del Departamento de Artes Plásticas del Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA), de la Universidad Nacional Autónoma de México, promovió las tres ediciones del Salón Independiente, del que fue miembro fundador. Participó del trabajo colectivo para concebir el Espacio Escultórico (1979), en el Centro Cultural Universitario.

En 1991 recibió la beca Guggenheim con la que hizo la instalación Negro basura, negro mañana, en el Bosque de Chapultepec. En 2000 volvió al MUCA con Estar y no estar, un conjunto de instalaciones con sus temas y preocupaciones de las pasadas dos décadas. Hace dos años inauguró Summerfields (Campos de verano), 25 obras permanentes en Yorkshire, Inglaterra.

Escobedo trabajaba en un proyecto para el nuevo Museo de la Tolerancia. Sus restos fueron cremados ayer. Le sobreviven su marido, el alemán Hans Jurguen, y Andrea y Miguel, hijos de su primer matrimonio.

A Helen Escobedo siempre la caracterizó su sentido del humor que heredó de su madre. A un día de su muerte, La Jornada recibió el siguiente correo electrónico:

A todos mis amigos y conocidos:

Esto es para informarles que a partir de ayer viajo ligero y estoy ahora en el azul inmenso. Es grandioso viajar sin equipaje. Lamento no haber terminado personalmente todos mis proyectos pendientes

Todo lo mejor,

Helen

Despedida con una sonrisa

El trabajo de Helen Escobedo se caracterizó por una renovación y búsqueda constante, coincidieron artistas y críticos de arte en declaraciones a La Jornada, tras darse a conocer el deceso de la artista.

Manuel Felguérez, artista plástico. Aunque era menor que yo, pertenece a mi generación. Toda la vida he seguido su obra y la considero muy importante en un sentido: porque el arte es creación y si alguien se la pasaba inventando nuevas opciones era ella. Es la liga absoluta entre lo que fue nuestra estética, nuestra generación y la actual. Ella empezó a hacer un arte que tiene que ver con todo lo que hoy se hace. Fue la precursora, entonces cuando se empieza con una obra que es totalmente innovadora y que está adelantándose por intuición, yéndose a las nuevas posibilidades, pues en el momento que nace no le hacen tanto caso, pero después de lo que ha sido su vida, podría decir que es la que más buscó y se renovó. Después tuve coincidencia total con ella en que fuimos co-creadores del espacio escultórico en la universidad.

Raquel Tibol, crítica de arte. La primera exposición que hizo Helen Escobedo fue en 1957 en la Galería de Arte Mexicano, cuando regresó de Inglaterra de hacer estudios avanzados. En la segunda ya se revelaba una Helen Escobedo que estaba en rompimiento con las técnicas clásicas. Fue gracioso porque para ésta descubrió que existían los plásticos, que eran más baratos para trabajar que el bronce, que el vaciado en cera. Ahí comenzó a hacer objetos como la regadera, a utilizar una tele como parte de su creación.

“Ahí empezó la Helen que nunca dejaría de cambiar. En medio siglo de vida activa, artística, fue una creadora de una búsqueda constante, que nunca quiso plegarse a los éxitos del mercado artístico. También fue una excelente directora del Museo de Arte Moderno. Tras renunciar al museo y volver a una intensa actividad personal, descubre el exterior, la naturaleza, y un cierto sentido ecológico que debe cumplir el arte. Con sus alumnos hacen ejercicios de instalación en la naturaleza pero perecederos. No le interesaba las creaciones infinitas, permanentes, fijos. Eso que yo nombré muros dinámicos y a ella le gustó. Fue desarrollando la escultura efímera donde los ayudantes eran estudiantes de arte. Durante la rectoría en la UNAM de Ramón de la Fuente se le dio un reconocimiento universitario, en ese entonces se estaban poniendo los cimientos de un nuevo museo. Escobedo desarrolló un discurso crítico al proyecto, lo llamó mal planeado y mal concebido, que no hacía falta porque existía el MUCA. Ella previó que se iba a hacer algo prepotente y fuera de escala. Esa fue su última gran aportación.

Teresa del Conde, crítica de arte. Su obra es trascendente por múltiples razones, representa la incursión de las corrientes neoconceptuales bien instruidas en México. También fue gran funcionaria cultural desde su incursión temprana, 1961, en ese ámbito.

Graciela Schmilchuk, biógrafa de la artista. Helen trabajó hasta un día antes de su muerte, en las peores condiciones. Preparaba una nueva instalación. Se sintió ya muy cansada y decidió despedirse con una sonrisa y en paz. Espero que la exposición en el MAM haya permitido conocer mejor sus búsquedas, investigaciones, trasgresiones y brincos. Y hasta qué punto sintetizó y amarró la última modernidad del arte mexicano junto con el camino más audaz del arte contemporáneo.

Alberto Híjar, crítico de arte. Fue promotora de una concepción ampliada de la escultura al uso urbano y a la instalación.

Jorge Alberto Manrique, crítico de arte. El deceso de Helen es una terrible pérdida; lo bueno es que le hicieron varios reconocimientos. Ante todo era una artista formidable en muchas cosas. Hay una fase especialmente geometrista, con Goeritz. Siguieron otras cosas. Su arte ecológico participó mucho en otros países, donde era muy conocida. Sus últimas obras eran muy completas a pesar de constantemente ser efímeras.