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El arqueólogo ofreció una conferencia en el MNA sobre el origen y usos del monolito

Matos Moctezuma hizo un ameno repaso histórico de la Piedra del Sol

Habló de la concepción que tenían los españoles de la Coatlicue y del llamado Calendario Azteca

 
Periódico La Jornada
Sábado 28 de agosto de 2010, p. 7

El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma ofreció ayer una conferencia sobre el llamado Calendario Azteca o Piedra del Sol, hizo una aleccionadora y amena relación de las circunstancias en que el monolito fue descubierto y expuso algunas de las hipótesis más aceptadas sobre su origen, significado y los usos que tuvo en su momento.

En el auditorio Fray Bernardino de Sahagún, del Museo Nacional de Antropología, Matos Moctezuma recordó que el descubrimiento de la Piedra del Sol ocurrió en 1791, un año después del de la Coatlicue, y señaló el diferente trato que las autoridades de la Colonia dieron a uno y otro monolito.

Mientras la Piedra del Sol fue empotrada en un muro al pie de la torre poniente de la Catedral Metropolitana, la Coatlicue fue arrumbada en un rincón del patio de la Universidad. Eso ocurrió así porque el Calendario Azteca refutaba las afirmaciones que hacían fuentes europeas, en el sentido de que España había conquistado una serie de pueblos bárbaros y primitivos. El Calendario Azteca demostraba que se trataba de civilizaciones avanzadas, que la conquista tenía un mérito.

Sin embargo, la Coatlicue representa un cuerpo de mujer con garras en lugar de pies y sobre el cuello en lugar de cabeza surgen, como chorros de sangre, dos serpientes. No era una imagen grata a los ojos de los europeos, cuya mentalidad les impedía entender su significado.

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El Calendario Azteca fue empotrado al pie de la Catedral Metropolitana porque demostraba que no habían conquistado pueblos bárbaros, sino civilizaciones avanzadas, que la conquista tenía mérito, sostuvo Matos Moctezuma en el MNAFoto Carlos Cisneros

Acción contraproducente

Pero sucedió –de acuerdo con el relato de Matos– que al enterarse de que la deidad había sido desenterrada y al saber dónde se encontraba, los indígenas comenzaron a visitarla y a adorarla cada vez en mayor número, cosa que no ocurría con el Calendario Azteca.

La situación alarmó a las autoridades religiosas, quienes optaron por volver a enterrar la Coatlicue. Sólo la exhumaron cuando el investigador y viajero Alexander von Humboldt llegó a la llamada Nueva España y movió sus influencias para estudiar el monolito.

El arqueólogo recordó que todo esto sucedía pocos años antes del alzamiento que culminaría con la Independencia, y distingue en la adoración de la Coatlicue una forma de oposición a la dominación colonial.

Matos Moctezuma señaló que fue tras el triunfo de la causa insurgente, en 1821, que la deidad de la vida y de la muerte entre los aztecas fue desenterrada de manera definitiva.