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Entre los vocablos figuran rojillo, antiestrés, abertzale y cultureta

Actualizan el Diccionario de la RAE con la incorporación de 3 mil nuevas voces

Los cambios sólo se pueden consultar en Internet, pues aparecerán en papel en 2013

Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 30 de julio de 2010, p. 5

Madrid, 29 de julio. El Diccionario de la Real Academia Española (RAE), que se elabora de forma conjunta con las 22 Academias de la Lengua, incorpora a partir de hoy 2 mil 996 cambios, entre ellos numerosas voces o acepciones recientes extraídas de la evolución cotidiana del uso del idioma.

Entre los nuevos vocablos, voces o acepciones están rojillo, anticelulítico, antiestrés, abertzale y cultureta, los cuales a partir de hoy tienen el reconocimiento oficial de los académicos.

Desde la publicación, en 2003, de la vigesimosegunda edición del diccionario, éste ha sufrido cuatro grandes modificaciones: la primera fue en 2004, pues se sumaron 2 mil 576 cambios; la segunda, en 2005, con 9 mil 29 modificaciones; la tercera, en 2007, con 4 mil 618; y la más reciente, este año, con 2 mil 996. En total son 19 mil 219 cambios, todos acordados mediante consenso por las 22 academias de la Lengua, para armonizar los usos y costumbres del idioma.

Las modificaciones únicamente se pueden consultar en la página web de la RAE (www.rae.es), pues aparecerán, más las que se acumulen en los próximos años, en la vigesimotercera edición del diccionario, prevista para 2013.

El idioma vivo

A pesar de las numerosas e importantes modificaciones, los académicos pospusieron algunas peticiones polémicas de la sociedad civil, como la de incorporar el matrimonio entre homosexuales en la definición tradicional de esa unión. O la modificación de la palabra franquismo, puesto que a pesar de que España vive desde hace más de 30 años en democracia todavía no se le ha definido como una dictadura, como reclaman numerosos grupos de represaliados y sus familiares.

Pero más allá de las ausencias, el secretario de la RAE, Darío Villanueva, señaló que las incorporaciones y modificaciones son de relevancia, puesto que demuestran la viveza de la lengua y que las academias están en el tajo siempre, haciendo aportes continuos para seguir el ritmo de la sociedad y del idioma.

Entre las nuevas palabras destaca, por ejemplo, rojillo, que los académicos definen como el que tiene tendencias políticas más bien izquierdistas. Y se diferencia, por ejemplo, de rojo, que para la RAE es alguien que en política es un radical, revolucionario. Otra palabra con cierto cariz político es abertzale, que definen como dicho de un movimiento político y social vasco, y de sus seguidores. Nacionalista radical.

Las academias también incorporaron la palabra cultureta, que define a esa persona pretendidamente culta; o antiespañol, que es alguien contrario a todo lo relacionado con España.

Otras curiosidades de los académicos es la incorporación de muslamen, que son los muslos de una persona, especialmente los de mujer.

Una palabra muy debatida fue la del libro electrónico, pues los académicos se plantearon hasta el último momento aceptar, como sí hizo el diccionario de María Moliner, la palabra en inglés e-book. Finalmente, no se admitió y se definió el libro electrónico como un dispositivo electrónico que permite almacenar, reproducir y leer libros.

Otras palabras que ya reconoce el Diccionario de la RAE son de uso común en muchas latitudes y tienen que ver con el mundo actual, como anticelulíticos, antiestrés, art decó, art nouveau, grafitero, teleconferencia, jet lag, homófobo, festivalero, espray, bonus, acción de oro, base monetaria.

Otro vocablo admitido es el adjetivo buñueliano, que se había solicitado desde hace varios años por el también cineasta español José Luis Borou, y que define como perteneciente o relativo a Luis Buñuel y su obra.

También hay pequeñas modificaciones de palabras que han estado en tiempos recientes muy presentes en los medios de comunicación y en la calle, como pederastia, la cual hasta ahora sólo se definía como sodomía y a partir de ahora es práctica del coito anal, además, obviamente, de la de abuso sexual de niños.

Para justificar esas modificaciones, Villanueva añadió que “la Academia no legisla, no crea realidades. Simplemente introduce en el Diccionario acepciones y términos que están en el lenguaje. No emite en relación con ellos ningún juicio de valor, actúa con la más absoluta objetividad, al considerar que afecta a 450 millones de personas”.