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El taller Cusibani rescata tradiciones zapoteca y mediterránea
 
Periódico La Jornada
Domingo 18 de julio de 2010, p. 29

Texcoco, Méx., 17 de julio. Un condimento para preparar caldo de verduras con alto contenido de fibra y sin glutamato; sal marina con fragancias de fresa, canela y vainilla (sustituto de la sal común) y dulces de semillas de girasol cubiertas de jarabe de agave (sin azúcares), son tres de los 24 productos orgánicos y artesanales que productores elaboran en el taller Cusibani, Volviendo a la vida.

Único en su tipo, el taller, que forma parte de la Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos (Redac), realiza una mezcla de la cocina indígena zapoteca y mediterránea. Los productos orgánicos se distribuyen en 40 tiendas y mercados del país, entre ellos el Tianguis Orgánico de Chapingo, ubicado en este municipio.

Carlos Hernández Limón y Dayci León Guzmán son los dos socios de este taller de productos orgánicos. Ambos crean las recetas, realizan los procedimientos de elaboración, promueven sus mercancías y dan talleres para que más personas conozcan sus peculiares recetas y se integren a una cultura de comer sano.

En el pequeño taller ubicado en la colonia Gabriel Ramos Millán de la ciudad de México se elaboran productos como el nanishe (muy sabroso en zapoteco), condimento para preparar caldo de verduras, así como la bishiña (coloradito), que es una combinación de betabel, jamaica, sal marina y un toque de chile.

También chichaba (mujer hermosa), un producto de jengibre y sal marina; bidola (bolita de ajonjolí) dulce de ajonjolí y salcebo (sal-cebolla), condimento de cebolla con un toque de hoja santa.

Lo mismo hay recetas elaboradas con chapulines de la región de Tlaxcala, jengibre de la sierra norte de Puebla, chiltepín de Oaxaca, ajo de Tomatlán, hoja santa de Tabasco y Teotihuacán, como cacao de Pichucalco, vainilla de Totonacapan, jamaica de Río Seco, Oaxaca, y ajonjolí y girasol.

Hernández Limón cuenta que la idea nació a raíz de la muerte de su madre por problemas de diabetes. Nuestra meta es dejar cien productos orgánicos para personas con problemas de diabetes y autismo para que haya una verdadera alternativa, subrayó.

En el modelo de producción orgánico vemos un rescate de tradiciones; el mundo global lo mira como un experimento primitivo o romántico, que poco contribuye a las cifras magnificas de sus informes de combate al hambre, señaló León Guzmán.

La agricultura orgánica no es simplemente técnica, sino toda una filosofía de vida. Estamos hablando de niveles de conciencia. No es algo que aprendes en un libro y se acabó. Hay que vivirlo, concluyó Carlos Hernández Limón.