Opinión
Ver día anteriorMiércoles 14 de julio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

México y los desastres (políticos y naturales)

Fonden: nunca hay dinero (para emergencias)

Cien mil millones en reservas, ¿para qué?

U

na vez más el Fondo de Desastres Naturales se ve rebasado, carente de recursos mínimos para auxiliar a la población afectada. Es la historia de siempre, con los pretextos de siempre, en un México cada vez más vulnerable a los devastadores efectos de los fenómenos naturales, en los que lo único que siempre sobran los discursos oficiales y las fotografías de ocasión de los que, según dicen, están al mando. El Fonden nunca cuenta con recursos; tampoco el gobierno federal, y menos los estatales. Nunca hay dinero para estas emergencias, en las que es lugar común que la población de menores recursos pague los daños (los causados por la madre natura y los originados en las corruptelas de la clase política y socios que la acompañan).

Ayer Cancún, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Nuevo León. Recientemente Mexicali, Chalco y su río de mierda, la zona norte de la Venustiano Carranza, Culhuacán. Hoy Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua y, como cada año, el propio Nuevo León (léase Monterrey y su zona conurbada). Cuando mucho, alcanza –por decirlo de alguna forma– para lo elemental: unos cuantos albergues, rancho para los afectados, cobijas, algunas medicinas, contados médicos, y paren de contar. Después, que los afectados se rasquen como puedan. Eso sí, en cada tragedia aparecen muchas, muchísimas fotos y videos de ocasión de las principales autoridades, que vuelven a anunciar obras hidráulicas siempre cacareadas, nunca concluidas y en no pocas ocasiones nunca comenzadas.

Y en el marasmo burocrático, más allá de la lentitud institucionalizada, ni entre ellos se ponen de acuerdo: son insuficientes los recursos del Fonden para los estados afectados por desastres naturales, dice el zombi Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación. Sí habrá recursos suficientes para el Fonden; lo que sea necesario para reconstruir, aunque habrá que esperar para hacer una evaluación precisa de los daños, asegura el delfín Ernesto Cordero, secretario de Hacienda. El presupuesto del Fonden será insuficiente ante la magnitud de los daños estructurales, pero bueno, nosotros estamos apoyando, con insumos, vacunas e insecticidas, afirma el candidato José Angel Córdoba Villalobos, secretario de Salud, y el inquilino de Los Pinos pasando la charola (porque la situación pone a prueba el patriotismo y el nacionalismo de los mexicanos), y de paso la responsabilidad, para que le entre la siempre solidaria ciudadanía.

Algo más congruente dijo un diputado, presidente de la Comisión Especial de Protección Civil: los 300 millones de pesos que el Fondo Nacional para Desastres tenía presupuestados para 2010 se agotaron en el primer trimestre del año; este año se aprobaron 300 millones de pesos para el Fonden, como cada año, y como cada año se agotaron de entrada, para terminar gastando entre 6 mil y 7 mil millones para atender los desastres. El problema con los recursos es que la Secretaría de Hacienda tiene que redireccionarlos y no sabemos de dónde los saca, no sabemos si afectó los recursos de Salud, Educación o Desarrollo Social. Nadie sabe, nadie supo, mientras miles de familias quedan en el desamparo y cientos de millones de pesos se desvían para que aliados y no aliados se peleen vía elecciones los huesos en procesos electorales de fétido olor.

Como en los desastres naturales de 2005 (huracanes Emily, Stan y Wilma, los más brutales), o en la tragedia tabasqueña de 2007, en este 2010 de inmediato el gobierno federal brincó a la palestra para anunciar que no hay dinero para atender las urgencias. En el primero de los años citados, Vicente Fox fue más allá y anunció a los damnificados que de gorra nada, por mucho que volcó la ayuda federal, y de gorra completa, a favor de los hoteleros de Cancún, arena incluida. En el segundo de los años, las estimaciones del daño por las inundaciones en Tabasco se aproximaron a 2 mil millones de dólares. Ni un peso, porque no hay dinero, dijo entonces el de Los Pinos, para inmediatamente después ordenar al doctor catarrito firmar un acuerdo (JG-SAT-IE-3-2007), publicado en el Diario Oficial de la Federación, por medio del cual se autorizaba la condonación total o parcial de los créditos fiscales, que en 2005 acumularon cerca de 500 mil millones de pesos, casi 23 veces más que el costo estimado por las inundaciones en Tabasco.

Ni un peso a los damnificados, se anunció entonces (se repite ahora), pero el oro y el moro para los barones en el otro extremo. Como en su momento se mencionó en este espacio, no hay dinero para atender emergencias como las citadas, pero sí manga ancha para condonar, total o parcialmente, casi 2 mil 300 millones de dólares que en créditos fiscales mantenía un solo banco, de esos trasnacionales que operan en el país. Y lo propio hizo con empresas de la construcción, ingenios azucareros, consorcios del transporte, clubes de futbol, compañías editoriales y cadenas televisivas, por citar algunos casos. Para eso sí hay con qué, y de sobra, pero no para la reconstrucción y el auxilio inmediato de los damnificados.

No hay recursos para atender las emergencias por desastres naturales, según la versión oficial. Y sin inmutarse lo repiten y repiten los funcionarios que vienen y van, con una seriedad que ni ellos se creen, mientras paralelamente presumen más de 100 mil millones de dólares en reservas internacionales, intocados todos ellos, porque hay que pagar por mantener la imagen publicitaria de una falsa estabilidad macroeconómica. Miles de millones de dólares atesorados, que ni siquiera fueron útiles para contener el ataque especulativo contra el peso de octubre de 2008. Paga más el gobierno federal por mantener ese multimillonario fondo intocado, improductivo, excluido del desarrollo nacional, que la supuesta merma que le significaría utilizar una porción para destinarla a la rápida reconstrucción de las zonas afectadas por Alex y a la veloz cuan integral atención de los damnificados.

A lo largo de los años muchas corruptelas se han documentado en el manejo de recursos para atender emergencias por desastres naturales, o incluso para evitarlas, pero contar con 100 mil millones de dólares y no utilizar ni siquiera una porción en ocasiones extraordinarias en las que va la vida y la seguridad de miles de mexicanos, no sólo es falta de ética y un acto adicional de corrupción, sino una actitud de lesa progenitora.

Las rebanadas del pastel

Dice el abnegado Javier Lozano Alarcón que lo que el inquilino de Los Pinos me pida, lo voy a hacer. Pues debería pedirle que se vaya mucho a tocar el piano a otra parte, y mejor si se van juntos.