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Contradiciendo a Newton

Gasolina, ¿a 10.20 a fin de año?

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De enero de 2007 a julio de 2010, el precio de la gasolina Premium se incrementó casi 20 por ciento; el de la Magna, 23 por ciento, y el del diesel, 51 por cientoFoto Guillermo Sologuren
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ontrario a lo que establece la ley de gravedad, en este heroico país todo precio que sube tiende a subir aún más, y el primer aferrado en contradecir a Isaac Newton es el gobierno calderonista: por séptima ocasión al hilo aumentaron los precios de gasolinas y diesel, con el subsecuente golpe al de por sí raquítico poder adquisitivo del grueso de los mexicanos, los que si bien carecen de vehículo propio sí deben asumir, les guste o no, el impacto en toda la cadena productiva (excepto salarios), es decir, el crecimiento generalizado de precios.

Siete golpazos al hilo, el primero de ellos en diciembre pasado, de cuyas aplicaciones puntualmente ha dado cuenta no la Secretaría de Hacienda, que ya ni siquiera se toma la molestia de informar a los consumidores, sino el grupo de empresarios gasolineros asociados en la Amegas, que mensualmente divulga la mala nueva, mientras las huestes de Ernesto Cordero se mantienen en silencio. Así, a lo largo de los recientes siete meses, el aumento acumulado del precio a la gasolina Magna resulta 5.2 veces mayor que el avance oficial de la inflación; el de la Premium 2.55 veces por arriba y el del diesel 4.93 veces. Y van por más.

A partir de diciembre de 2009 el gobierno calderonista reinicio hostilidades en contra de los consumidores. En enero de 2010 el precio del litro de gasolina Premium en México era 2 centavos de peso más caro que el registrado en la Costa Golfo de Estados Unidos; en junio del mismo año la diferencia fue de 19 centavos. Sin embargo, en el primer semestre la Secretaría de Hacienda autorizó seis aumentos (deslizamientos, según su diccionario) del precio de esta gasolina, equivalentes a 29 centavos por litro (31 centavos si se considera el de julio), lo que equivale a un incremento de 3.03 por ciento respecto al precio vigente al 31 de diciembre de 2009 (que ya había sido ajustado días atrás, lo que representa un alza injustificada, porque el precio de este petrolífero ha sido más alto en México que en la Costa Golfo de Estados Unidos, de acuerdo con el análisis que sobre el tema ha realizado la Cámara de Diputados.

Según la misma fuente, en enero de 2010 la gasolina Magna mantenía un subsidio de 87 centavos por litro; en junio se redujo a 50 centavos respecto a los precios observados en la Costa Golfo de Estados Unidos. “Este diferencial de precios se mantiene aún cuando en el periodo de diciembre de 2009 a junio de 2010 esta gasolina ha sufrido 8 deslizamientos equivalentes a 56 centavos por litro, representando un aumento de 7.25 por ciento respecto al precio vigente al 5 de diciembre de 2009. Por lo que toca al diesel, el aumento acumulado en el precio se aproxima a 7 por ciento. En tiempos del doctor catarrito en la Secretaría de Hacienda, se afirmaba que el subsidio a los consumidores de gasolina se aproximaría a 106 mil millones de pesos a lo largo de 2009, pero en los hechos, lejos de subsidiar, recaudó 3 mil 203 millones en este renglón, es decir, pasó de un ficticio umbral de recaudación negativo a otro positivo.

De acuerdo con la Cámara de Diputados, el gobierno calderonista optó por eliminar el subsidio por el carácter progresivo del consumo y la regresividad en su distribución. La estrategia empleada fue a través de los deslizamientos graduales del precio de gasolinas y diesel. El análisis permite establecer que los precios de dichos combustibles han registrados incrementos constantes de enero de 2007 a julio de 2010, en los siguientes términos: Premium, de 8.31 a 9.90 pesos por litro; Magna, de 6.76 a 8.36; y diesel, de 5.73 a 8.86. En el periodo citado, el precio de la primera se incrementó casi 20 por ciento; el de la segunda, 23 por ciento, y el del tercero, 51 por ciento.

El constante aumento de los precios de los petrolíferos en nuestro país incide directamente en el poder de compra de los salarios de los trabajadores. Por ejemplo, cita la Cámara de Diputados, si el propietario de un vehículo compra 40 litros de gasolina o diesel, su gasto se incrementó de la siguiente manera: para la gasolina Premium, en 2007 hubiera pagado 332.40 pesos; en julio de 2010 gasta 396 pesos, 63.6 pesos más entre una fecha y la otra; en el caso de la Magna, por la misma cantidad de litros el diferencial es de 64 pesos, y en el del diesel de 119.6 pesos. Para el mismo periodo, el salario mínimo pasó de 48.88 a 55.77 pesos diarios, su incremento ha sido de 6.85 pesos. El aumento del salario mínimo cubre cerca de 11 por ciento del aumento en el gasto por consumo de Premium o Magna, y alrededor de 5.7 por ciento de diesel. Podemos asumir que la población que percibe el salario mínimo, por tener ingresos bajos, carece de automóvil, como consecuencia, no consume gasolina o diesel. Sin embargo, la población de ingreso medio y alto está en condiciones de demandar estos petrolíferos, son asalariados que forman parte de la economía formal, cuyos ingresos monetarios se estiman en función del salario medio de cotización del IMSS, anota la Cámara de Diputados, y precisa que, de cualquier suerte, los incrementos salariales en nuestro país únicamente cubren una parte del aumento de los precios de las gasolinas y el diesel; como consecuencia, el alza de los precios de los otros bienes y servicios ya no pueden ser cubiertos por el incremento salarial, porque todo se destina a cubrir el encarecimiento de estos petrolíferos, lo que se traduce en una pérdida acumulada de su poder de compra.

La Cámara de Diputados estima que en diciembre de 2010 el precio promedio de las gasolinas en México llegaría a 10.20 pesos por litro, y a 11.04 el diesel. Una administración de dichos precios con enfoque social y productivo consistiría en reducir los aumentos para que no lleguen a los niveles pronosticados. La reducción de su deslizamiento es absolutamente justificado, pues, de acuerdo con los pronósticos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos, el precio promedio de la mezcla mexicana de exportación podría ser hasta 15 dólares por barril superior a la proyección del Congreso de la Unión, lo que generaría ingresos excedentes petroleros lo suficientemente significativos como para reducir el ritmo de los deslizamientos de estos precios. Pero no: van por más.

Las rebanadas del pastel

¡Ole! Bien por la furia gachupina, y excelentes los resultados para Sudáfrica. Lástima que ambos países, junto con México, deben retornar a la realidad, porque se acabó la agenda mundialista. En el caso de los dos primeros, todavía tienen tela de donde cortar, pero el de Los Pinos ¿ahora con qué va a entretener a la perrada?