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Uno murió y otro está herido de gravedad

Atacan marinos a civiles en Nayarit
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de julio de 2010, p. 35

San Blas, Nay., 6 de julio. Los marinos me decían que me fuera a mi casa, como si nada hubiera pasado, pero no acepté porque tenía que hacerles ver que nosotros no hicimos nada y nos dispararon sin que fuéramos culpables de nada, narra Fredy Alejandro Llanos Grijalva, quien salió ileso del ataque de elementos de la zona naval contra la camioneta en que viajaba junto con Ricardo Flores Orozco, quien murió, y Miguel Ángel Duarte, quien se encuentra herido de gravedad.

La noche del domingo pasado, los tres volvían de la playa El Borrego, en este puerto, con la música a volumen alto y los vidrios arriba. Pasaron por un retén de la Armada de México, pero no se detuvieron y los militares abrieron fuego.

Ni siquiera señas nos hicieron para indicarnos que nos detuviéramos, por lo que pasamos junto a una camioneta que estaba parada ahí y continuamos hasta que sentimos el tiroteo, relata Llanos Grijalva.

La dirección de seguridad pública municipal únicamente informó que el domingo por la noche se suscitó un presunto enfrentamiento con elementos de la sexta zona naval, cuya sede se halla en esta cabecera municipal.

Fredy Alejandro Llanos Grijalva, de 21 años de edad y albañil de oficio, señaló que en el ataque murió Ricardo Flores Orozco, de 26 años, recién llegado de Estados Unidos. Sus restos iban a ser sepultados la tarde de este martes.

Oí cómo mis amigos gritaban de dolor

Miguel Ángel Duarte Soto, de 31 años, trabajador de Petróleos Mexicanos en Campeche y dueño de la camioneta en que circulaban, fue herido de gravedad. Duarte Soto vino a visitar su familia, que vive en San Blas.

Los tres somos amigos desde hace mucho tiempo. Miguel nos había llevado a jugar futbol por la mañana y comenzamos a tomar cerveza; después nos fuimos al poblado El Limón a ver un partido de beisbol y regresamos a San Blas, relata Fredy.

Veníamos de la playa muy contentos y con la música a todo volumen cuando de repente sentimos los balazos. Me tiré al piso de la camioneta y oí cómo mis amigos gritaban de dolor por las heridas. No sabía qué estaba pasando, yo no vi a nadie. Como pude frené la camioneta, recuerda.

Cuando los marinos se arrimaron nos revisaron y no encontraron nada, ni drogas, ni armas, porque nosotros no le hacemos a eso. Yo les pregunté por qué nos habían disparado si no hicimos nada malo, pero uno de ellos nomás me dijo que me fuera a mi casa a dormir. Los marinos nunca explicaron nada. Saben que se equivocaron, comentó.