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Desde el 1º de julio el Instituto Cervantes exhibirá las 46 obras de la Galería Arvil

La colección Toledo/ Borges: zoología fantástica hará escala en Nueva York

La yuxtaposición de los dos nombres determinó mi decisión, señala el director del recinto

Después de mostrarse en la urbe de hierro, se montará en el Instituto Cultural de Dallas, Texas

Foto
Francisco Toledo en el Centro de las Artes de San Agustín Etla, Oaxaca, en imagen del pasado 21 de marzoFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de junio de 2010, p. 9

En su extensa gira por el mundo, que lo ha llevado a más de 50 sitios, la colección Toledo/ Borges: zoología fantástica, de 46 obras en papel, perteneciente a la Galería Arvil, será inaugurada el 1º de julio en el Instituto Cervantes (IC) de Nueva York, cuya biblioteca ostenta el nombre del escritor argentino.

El escritor español Eduardo Lago, director del IC de NY, relata en un texto que escribió a propósito de la exposición: todo empezó el día que Raúl Zorrilla (agregado cultural de México en Nueva York) me presentó un abanico de proyectos artísticos, pidiéndome que eligiera uno para presentar en la galería del Instituto Cervantes de Nueva York. Los proyectos eran todos sumamente sugerentes, pero la yuxtaposición de dos nombres que daban título a uno determinó instantáneamente mi decisión: Borges y Toledo.

Armado con el catálogo de la Zoología fantástica, preparado por Víctor Acuña y Armando Colina, directores de Arvil, Lago se traslada en su texto a la biblioteca del lugar en busca del Libro de los seres imaginarios, situación que le permite entablar una conversación con un personaje inclasificable que, al percatarse del catálogo, se lo quita a su interlocutor y expresa:

Los animales descritos verbalmente por el escritor argentino son, como cuanto guarda relación con él, ficciones. Invenciones vicarias, pero a la postre suyas. Su génesis obedece a los mismos mecanismos que permitieron a los clásicos imaginar cíclopes, grifos, unicornios, aves fénix, furias, dragones (...) Es fácil hacerlo: basta con mezclar características reconocibles sobre el papel. Torso de hombre y cuerpo de equino: centauro. Torso femenino y cola de pez: sirena. Así constituye su bestiario el argentino, jugando con configuraciones reales que arrojan un resultado imaginario. Por el contrario, el de Toledo está firmemente anclado en la realidad.

Vértigo mental

Al hojear el catálogo, el personaje de otro tiempo continúa: Más aún que con la zapoteca y otras mitologías indígenas de México, el bestiario de Toledo está en deuda con indagaciones abisales de la imaginación europea, como las de Brueghel y El Bosco, sobre todo con las configuraciones metafóricas de la mitología escandinava. Como sabe, Toledo vivió en el norte de Europa cuando era muy joven.

Lago objeta: Eso lo emparenta con Borges. Si hubo alguna vez alguien interesado en la mitología nórdica, fue él.

Su extraño interlocutor lo rebate: “Cierto, pero en el argentino jamás se da el trasvase a la realidad, al mundo exterior. Los suyos son seres verbales, que viajan de biblioteca en biblioteca, de literatura en literatura, de las páginas de un libro a las de otros, sin pasar por la vida. No hay sentimientos, no hay sangre, sólo la savia aséptica de la imaginación. Vértigo mental, fascinante, no lo niego. Sus criaturas no son de este mundo, de ahí la felicidad de su naturaleza: son fantasía pura. Los seres de Borges no necesitan pasar por el mundo.

El caso de Toledo es muy distinto. En realidad, lo que hace el zapoteco al apoderarse de los seres imaginarios de Borges es insuflarles vida. De la manera más primaria, genesiaca, elemental. El suyo es un universo genital. ¿Cuál es la característica más destacada de estos animales?

Con las láminas del libro de nuevo ante los ojos, Lago contempló “la selva de órganos sexuales transfigurados, un universo donde vaginas y penes humanos pasan a ser posesión de reptiles y otras formas de animalidad elemental. El de Toledo es un universo cuyo líquido amniótico es el semen, los fluidos vaginales, un mundo primigeniamente sexual, en el que las pulsiones de la vida están presentes desde su fase más embrionaria hasta la realización cósmica del deseo.

Todo aquello constituye un elemento radicalmente ausente de las páginas de Borges, comentó mi interlocutor, sonriendo. Las zoologías de Borges y Toledo no pueden ser más opuestas. No coinciden en nada. Es asombroso que los críticos se empeñan en ver sólo convergencias. El zapoteco siente una fascinación sin límites por el escritor argentino, de eso no hay duda. Sólo que el botín con el que regresa de su lectura es completamente inesperado. Las páginas de Borges son para él espejos, en el sentido literal: al mirarlas, Toledo se ve a sí mismo, rodeado de sus seres primordiales.

Armando Colina anota que el pintor juchiteco también vivió en la urbe de hierro y que una de sus primeras exposiciones de relevancia fue en la Galería Martha Jackson, en 1974: Fue una muestra fulgurante. Harold Hart, un hombre fino y culto, era el director de la galería. Descubrió a Toledo y lo empezó a presentar en Nueva York.

Antes que en la gran manzana, la colección se mostró en el Centro Cultural ;Borges, en Buenos Aires, como parte de la exhibición Borges/ Kafka: una interpretación gráfica de Francisco Toledo.

Después de Nueva York, la Zoología fantástica viajará en noviembre al Instituto Cultural de Dallas, Texas, donde coincidirá con la exposición del Cuento del conejo y el coyote, ilustrado por Toledo, versión de su hija, la poeta Natalia Toledo, proveniente de Miami, cuya Feria Internacional de Libro está dedicada a México este año.

A principios de 2010, cuando Cuento del conejo y el coyote se exhibió en Mérida, Yucatán, el relato zapoteca también fue traducido al maya.