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Por primera vez, el recinto londinense revela al público sus investigaciones científicas

La National Gallery exhibe falsos, errores y enigmas de su acervo

La muestra Inspección detallada reúne 46 cuadros para documentar los retos de esa pinacoteca

Ojalá que de las preguntas planteadas surja un debate sobre el acervo, expresa una experta

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La mujer en la ventana, de autor desconocido, cuya cabellera rubia fue oscurecida en la rígida era victoriana (al fondo), recuperó su apariencia renacentista, de mirada intensa y generoso escote, tras ser transformada con propósitos comerciales. Figura en la muestra de la National GalleryFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de junio de 2010, p. 8

Londres, 29 de junio. Desde puras falsificaciones a fallos de atribución, pasando por enigmas sin resolver e incluso hallazgos inesperados, la National Gallery revela por primera vez al público –a partir de este miércoles– los resultados más llamativos y fascinantes de sus investigaciones científicas.

Mediante 40 cuadros, la exposición Inspección detallada: falsificaciones, errores y descubrimientos documenta los retos a los que se han enfrentado los científicos, historiadores y conservadores de la pinacoteca londinense en su análisis de la colección, que cuenta con casi 2 mil 500 obras.

La idea es mirar los cuadros como un objeto físico, qué les ha ocurrido con el tiempo, quién los ha realizado, quién ha podido intervenir en algún momento, explica Betsy Wieseman, conservadora de pintura holandesa y co-comisaria de la muestra.

Afortunada o desafortunadamente, la galería tiene muy pocas obras falsas en su colección. Sólo hay dos en la exposición, pero son fascinantes desde el punto de vista histórico y científico, agregó.

Métodos modernos, insuficientes

El máximo ejemplo de falsificación engañosa es Retrato de grupo, un perfil de estilo renacentista adquirido en 1923 con la convicción de que se trataba de una obra italiana del siglo XV.

Poco después, algunos críticos empezaron a pensar que el cuadro tenía algo extraño, aunque no sabían decir qué, dijo el otro comisario, Ashkok Roy, director de investigación científica del museo.

Un análisis más profundo determinó que el personaje principal, que se creía que era el duque de Urbino, no se parecía a ninguno de los retratos existentes de él, y la ropa que lucían los personajes era anacrónica.

Las técnicas científicas permitieron descubrir también que el autor empleó pigmentos que no se usaron antes del siglo XIX y una capa de barniz de laca como pátina de envejecimiento.

Nada de este cuadro es correcto en una obra del siglo XV, afirmó Roy, quien la define como una falsificación de principios del XX.

La otra es La virgen con niño, legada a la National Gallery en 1924 y atribuida al artista boloñés Francesco Francia hasta que una obra idéntica salió a subasta en Londres, en 1954.

Cuando las dos obras fueron contrastadas, “quedó claro que la más reciente –se exhibe en el Museo Carnegie de Pittsburgh– era la original, y nuestra versión una copia probablemente de finales del siglo XIX”.

No fueron los únicos errores. En 1874, el museo creyó adquirir dos obras de Boticelli, Venus y Marte y Alegoría, pero sólo la primera –pintada hacia 1485– era del maestro florentino. La otra es un pastiche posterior de uno de sus discípulos.

Mirándolo ahora en el siglo XXI, no se puede imaginar cómo pudo confundirse con un Boticelli. Y, sin embargo, ocurrió y costó más dinero que el verdadero, señaló Wieseman.

Otros cuadros fueron transformados con propósitos comerciales, como el Retrato de Alexander Mornauer, de un artista alemán desconocido del siglo XVI, que el museo compró en 1990, pensando que prefiguraba la obra de Hans Holbein.

Al examinarlo, los expertos se dieron cuenta de que tres siglos después le cambiaron el fondo y el sombrero para que pareciera una obra de este pintor más cotizado. La técnica le devolvió su aspecto original.

También pudo recuperar su apariencia la renacentista La mujer en la ventana, cuya cabellera rubia fue oscurecida en la rígida era victoriana, su mirada dulcificada y su generoso escote recatado.

Pero las sorpresas más agradables fueron redescubrimientos como el de La virgen con niño, catalogada hasta 1994 como una copia mediocre de una obra del holandés Jan Gossaert, hasta que una limpieza reveló que era el original.

Estos hallazgos se lograron gracias al trabajo del departamento científico de la National Gallery, creado en 1934 y hoy líder en el estudio de la pintura europea.

Pero incluso los métodos modernos –rayos X e infrarrojos, microscopía electrónica, espectrometría de masas– a veces no arrojan todas las respuestas.

Es el caso de El soldado muerto, obra atribuida erróneamente antaño a Velázquez, pero cuyo verdadero autor sigue siendo un misterio.

Muchas de las obras todavía están en proceso de investigación. No conocemos las respuestas, pero espero que el hecho de revelar preguntas que nos planteamos sobre nuestra colección propicie un debate y aprendamos de esta exposición, la cual terminará el 12 de septiembre, concluyó Bety Wieseman.