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El volumen se publicó por primera vez en 1990; Artes de México lo lanza ahora en español

Reditan libro que resume la admiración de Rockefeller por el arte popular del país
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Marion Oettinger Jr., director del Masa, recinto al que Ann Rockefeller donó 2 mil 500 piezas del acervo de su padreFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de junio de 2010, p. 8

En su primer viaje a México, en 1933, el político, empresario y filántropo estadunidense Nelson A. Rockefeller tuvo una reacción visceral: Se enamoró de la energía del país y en particular del hecho que el arte estaba muy integrado a la sociedad y constituía parte de la nueva identidad después de la Revolución. También gustaba de visitar a los artistas populares, de modo que al regresar a su país llevó consigo una gran colección de material que colocó en su casa, expresa Marion Oettinger Jr., director del Museo de Arte de San Antonio (Masa), en Texas.

Rockefeller regresó muchas veces a México para seguir enriqueciendo su colección. Su último viaje, en octubre de 1978, para explorar una vez más la magia de Oaxaca, ocurrió poco antes de su muerte, el siguiente 26 de enero. En 1985, Ann Rockefeller Roberts donó al Masa 2 mil 500 piezas de arte popular mexicano del acervo de su padre.

Cabe mencionar que Rockefeller también coleccionó arte latinoamericano, en particular mexicano, el cual fue donado al Museo de Arte Moderno en Nueva York, así como arte prehispánico legado al Museo Metropolitano de Arte, en Nueva York.

En 1990 se publicó la primera edición en inglés del lujoso libro Tesoros del arte popular mexicano: colección Nelson A. Rockefeller, que gustó mucho y se agotó. Al mismo tiempo, el museo llevó un centenar de las mejores obras a siete ciudades estadunidenses. El año pasado no sólo se actualizó y reditó el volumen para hacerlo más accesible al bolsillo, sino que Artes de México lo tradujo al español para su publicación aquí, versión presentada en días pasados en el Museo Franz Mayer.

Hay objetos de la colección que datan de los albores del siglo XIX, mientras muchas piezas provienen de principios del XX. Rockefeller se interesó tanto por objetos ceremoniales, pinturas religiosas, milagros, como por piezas utilitarias o el yugo de arado que adquirió en el mercado de animales de Ocotlán de Morelos en su último viaje.

A raíz de la donación, en 1998 el Masa creó el Centro Nelson Rockefeller para el Arte Latinoamericano. El obsequio también ha atraído otras colecciones, como la de Robert K. Winn, asimismo de artes populares mexicanos que, en vez de duplicar material, llenó huecos, asegura el entrevistado.

Sesenta por ciento de la población de San Antonio es de apellido español, así que estamos muy comprometidos con proveer exposiciones y programar actividades alusivas a este notable sector.

Oettinger anota que dado los tremendos cambios en la demografía de Estados Unidos en los pasados 25 años, lugares como el noreste y el oeste mediano, a pesar de contar con museos relevantes tenían poco o nada de material mexicano. Esos museos nos han pedido objetos en préstamo, ya que su propia demografía ha cambiado y necesitan exposiciones y programas que reflejen con más exactitud su actual situación.

Para Oettinger, uno de los valores del acervo radica en que representa medio siglo de coleccionismo: En visitas subsecuentes Rockefeller con frecuencia regresaba a la misma área y adquiría nuevos objetos, de modo que se puede observar la continuidad y los cambios ocurridos en la misma región o comunidad.

Recuerda que Rockefeller era conocido como alguien con gran ojo para el arte en general: Que ésta fuera su primera gran colección y que lo apasionara ayudó a legitimar el arte popular, porque en todo el mundo siempre ha estado en terreno inestable, por ser demasiado barato, accesible, sin pretensiones, que no es intelectual, etcétera.