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Cuauhtémoc Blanco se confirmó como el consentido de la afición; el Bofo fue la contraparte

El Tri, 1-0 a Chile en su despedida en México rumbo al Mundial

La selección nacional tuvo más dominio del esférico pero no lo reflejó en el marcador

Chicharito se cansó de fallar

Los chilenos estuvieron lejos del nivel mostrado en la eliminatoria sudamericana

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Rodríguez y Guardado festejan con el Venado Medina (centro), anotador del solitario gol con que la selección nacional superó a la andinaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 17 de mayo de 2010, p. 2

En el partido de despedida del Tri rumbo al Mundial de Sudáfrica 2010, Cuauhtémoc Blanco se confirmó como el consentido de la afición, que lo ovacionó en grande, y en cambio abucheó a Adolfo Bautista durante el duelo en el que México venció 1-0 a Chile en el estadio Azteca.

Los goles siguen cayendo a cuentagotas; la solitaria anotación que conformó al ávido público que llenó el coloso de Santa Úrsula fue de Alberto Venado Medina, al minuto 14, después de momentos de dominio tricolor ante un desconcertante rival que estuvo lejos del nivel que mostró en la eliminatoria sudamericana.

El equipo andino estaba irreconocible, pero el mexicano siguió impreciso al ataque. La movilidad de Andrés Guardado y Alberto Medina fueron el sello de los primeros minutos.

Sin embargo, la cosecha resultó magra; sólo algunos tiros de esquina que no prosperaron y otros fallidos de larga distancia, como los que enviaron Efraín Juárez y Javier Hérnández directos a las manos del portero.

El estallido de euforia, el papel picado y el ondeo de banderas llegó cuando Blanco envió pase al Venado, quien disparó de zurda y venció al portero Luis Marín con tiro que entró por la derecha.

Inquieto, el timonel de Chile, Marcelo Bielsa, comenzó a hacer recorridos en su área sin hallar acomodo en ninguna postura. Eran momentos de acoso de parte de México, que dejó ir otra gran opción al minuto 22, cuando Paul Aguilar retrasó hacia Medina y éste centró para Chicharito Hernández, quien elevó de más su remate.

Pronto el tedio se instaló. El plantel chileno parecía cansado, mientras los tricolores simplemente no podían llegar con claridad. El público se dio vuelo insultando al portero Marín cada vez que despejaba el esférico, después aclamó con el ¡México, México! y a falta de mayor espectáculo comenzó a girar la ola.

Para el complemento, el Loco Bielsa ingresó al americanista Jean Beausejour por Jaime Valdez, y a Gonzalo Jara por Roberto Cereceda. Beausejour de inmediato despuntó con llegadas por el costado izquierdo, y al minuto 48 el portero Guillermo Ochoa tuvo que lanzarse para desviar y evitar el tanto en su marco.

El concierto de fallas al ataque continuó a pesar de los cambios. Javier Aguirre ingresó a Pablo Barrera, al minuto 55, por el Cuau, quien salió entre aplausos; al mismo tiempo, el Venado Medina dejó su lugar a Carlos Vela.

Por el cuadro visitante, Manuel Iturra sólo jugó dos minutos: había ingresado al 57 y recibió cartón rojo directo al 59 cuando prensó con ambas piernas a Guardado.

La entrada fue aparatosa al grado que el jugador del Deportivo La Coruña salió en camilla y ya no regresó, a pesar de que pronto se recuperó. Su lugar lo ocupó el malquerido Bofo, quien desde que entró al campo se enteró del rechazo popular.

Al 61 de acción Javier Hernández hizo una gran jugada, avanzó en diagonal, pero estrelló su remate en el poste derecho de la meta defendida por Marín. Los lamentos y exclamaciones de incredulidad inundaron el coso. El azoro y la decepción dieron paso al Cielito lindo, entonado por miles de gargantas que anhelaban rubricar su apoyo al equipo tricolor.

Los cambios continuaron, Bielsa y Aguirre aprovecharon la ocasión para ver jugadores y con tanto relevo llegó el desorden. México tenía el balón pero no producía, no sabía qué hacer con él. Un tiro elevado de Vela, un Bofo intrascendente y repudiado y la lluvia que comenzó a caer fueron el colofón de la despedida.

Chile hizo un postrero intento: Jorge Valdivia dio pase filtrado para Rodrigo Millar, pero el portero Ochoa estuvo atento para anticiparse, salió barriéndose y recogió el esférico para enfriar de una vez por todas el tibio ímpetu de los visitantes.