Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 9 de mayo de 2010 Num: 792

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La legión de Lucía
CARLOS MARTÍN BRICEÑO

Zona del Ecuador
DIMITRIS DOÚKARIS

Kurt Cobain: all apologies
ANTONIO VALLE

360 grados de U2 en Texas
SAÚL TOLEDO RAMOS

Torrentes de música ligera
ROBERTO GARZA ITURBIDE

La música, la audiencia y otras resonancias
ALONSO ARREOLA

Todo se escucha en el silencio
ALAIN DERBEZ

Iggy Pop, la esencia del punk
RICARDO GUZMÁN WOLFFER

Columnas:
Prosa-ismos
ORLANDO ORTIZ

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Saúl Toledo Ramos

Para Emma y Avril. Gracias por no dejarme solo

El disco y la gira. Después de casi treinta años de trabajar juntos, U2 sigue en el camino. Su  más reciente CD salió al mercado el 3 de marzo de 2009 y la gira para promocionarlo dio inicio el 30 de junio en Barcelona. El disco, llamado No line on the horizon es bastante bueno. Se nota la presencia de Brian Eno, quien en gran medida es responsable de la producción. Con el correr del tiempo es evidente que la fuerza de los primeros trabajos del conjunto irlandés ha menguado. No obstante, esta nueva grabación contiene “Magnificent”, “Moment of surrender” y “I’ll go crazy if I don’t go crazy tonight”, cortes que demuestran por qué U2 es una de las mejores bandas del mundo.

La ciudad. Houston es una ciudad caótica. Al caos cotidiano se le suma el que provoca un concierto de U2. La carga vehicular del 14 de octubre es un auténtico rompecabezas cuya única solución es la paciencia. Por fin, luego de un rato de andar a vuelta de rueda, el Reliant Stadium aparece esplendoroso  en el otoño texano. U2 tocó hace dos días en Dallas. Llovió allá; hoy no parece que sea el caso.

El concierto. El escenario es una monumental estructura metálica de cuatro patas cubiertas casi en su totalidad por un manto verde pistache con motas anaranjadas. Parece un robusto insecto de cuyo abdomen pende la enorme pantalla cilíndrica, meollo del concepto del U2 360 tour: desde cualquier parte del estadio es posible ver lo que pasa, vía la pantalla o directamente sobre el entarimado en el que se hallan los músicos. Alguien dice que es un satélite. Podría ser, ya que de su lomo se levanta una espigada antena. Bajo su resguardo está la plataforma redonda donde alternara el grupo. Lo rodea un aro de no más de metro y medio de espesor al que se llega por dos puentes móviles que habrán de utilizar los artistas para acercarse más al publico.

A las 9:06 todas la luces se encienden, el satélite-insecto empieza a humear y de los altavoces emana la voz de David Bowie que canta “Space Oddity”. La gente que está a nivel de piso corre hacia la rampa por la que se supone que habrá de aparecer U2. A las 9:09 Larry Mullen Jr. sale y entre la gritería se dirige hacia las percusiones. Los espectadores siguen en espera del resto de la banda pero Adam Clayton y The Edge emergen de una escalera que estratégicamente sube a un lado de la batería. Vestido de negro, el ultimo en salir es Bono. Ahora la luces caen exclusivamente sobre los cuatro juglares.

Las tres primeras canciones sirven apenas para calentar motores. La segunda y la tercera son del nuevo disco: “Magnificent” y “Get on your boots”. Los asistentes aún no las tienen bien ubicadas. La catarsis llega hasta el cuarto numero: “Mysterius ways” hace que el público se torne una masa amorfa que canta, baila y suda. De ahí en adelante la tensión no baja, sobre todo porque después vienen “Beautiful day” y “I still haven’t found what I’m looking for”. Bono pide a todos que canten. El gigantesco coro no se hace esperar.

“Nos sentimos muy bien aquí, en el hogar de la nasa” –afirma Bono (él y The Edge estuvieron en el Johnson Space Center y tuvieron una conversación con personal de la Estación Internacional Espacial) y declara a Houston como centro del mundo. La cantidad de banderas de todo el planeta que se miran en el estadio le da certeza a su declaración; las hay de México, Argentina, Italia, España, Irlanda y de otras tantas naciones.

Pero la música es lo que nos tiene aquí reunidos. Tumultuosas, “No line on the horizon” y “Elevation” anteceden los cuatro vertiginosos minutos durante los que transcurre “Until the end of the world”, canción dedicada a Win Wenders para la película que dirigió en 1991. 

U2 sigue arriba y el espectáculo va in crescendo porque ya suenan “Unforgettable fire”, “Vertigo” y “Sunday, bloody Sunday”, esta última, pieza clave de la discografía de U2, que sirve al imaginario colectivo para detestar y condenar la intolerancia y la prepotencia. Las de hoy y las de siempre. Aquí Bono abre un espacio a la esperanza y al compromiso social: se refiere al caso de Aung San Suu Kyi, pacifista birmana que se encuentra en arresto domiciliario desde 2003 por oponerse a la dictadura militar de aquel país. A ella le dedica “Walk on”, misma que funde con mlk, para recordar también a Martin Luther King.

Encore. U2 se despide por primera vez sólo para volver casi al instante. El aire cambia en el recinto, adquiere brillo porque en él flotan ya los acordes de la legendaria “One”. El stage es ahora una isla que se columpia en un océano de celulares flameantes. Sigue la enérgica “Where the streets have no name”. El Reliant vibra.

El cuarteto se va de nuevo para volver cinco minutos después. El insecto-satélite es iluminado por una intensa luz azul y de su panza, pendiente de un grueso cable, desciende un inverosímil micrófono redondo, grande y pesado. Audaz, Bono se toma de él y se balancea de un lado a otro como si flotara en el espacio. Cada que lo toca, su chaqueta chisporrotea lineas de luz roja que se dispersan hacia todos lados. La electricidad se expande y cubre a todos los presentes; “Ultraviolet” principia el segundo encore. Bono canta “Baby, baby light my way”.

Fin. Ha caído la noche. Brillan las estrellas  en el cielo texano y, tras la clásica “With or without you”, U2 dice adiós con “Moment of surrender”. Las luces del escenario palidecen. El viaje ha terminado. Exhaustos, los asistentes salen a enfrentarse nuevamente a la ciudad. Pero van felices. Was a beautiful day.