Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 25 de abril de 2010 Num: 790

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Avances de un bestiario
MIGUEL MALDONADO

El sobreviviente
TEÓFILOS D. FRANGÓPOULOS

Los dos rostros de Colombia
MARCO ANTONIO CAMPOS

El esfuerzo transfigurador como palanca del cambio
CELIA ÁLVAREZ entrevista con DAMIÁN ALCÁZAR

Gepetto o el anhelo de ser padre
RAFAEL BARAJAS EL FISGÓN

Edwidge Danticat
TANIA MOLINA RAMÍREZ

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Naief Yehya
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Postales de las guerras que vi por televisión. Imágenes despojadas de poder (I DE II)

FOTOS ATROCES

Todas las guerras son terreno fértil para atrocidades inesperadas, para descubrir nuevos extremos de la crueldad humana, para sorprendernos con los alcances de la desesperación y descubrirnos vertientes desconocidas del horror. Cientos de millones de dólares despilfarrados en armas, equipo y servicios para la destrucción se traducen en interminables pilas de muertos, rencores imborrables, pueblos traumatizados y kilómetros cuadrados de destrucción. Sin embargo, una vez que callan los cañones y se despeja la proverbial neblina de la guerra, el mundo olvida el dolor de las víctimas y en la atmósfera quedan nuevas colecciones de imágenes que, en vez de servir como memorias antibélicas, pierden su potencial aleccionador y se convierten en entretenimiento morboso. El mito de la guerra se nutre de estas imágenes aterradoras, de estas escenas de muerte, confusión y pavor que pierden su capacidad de indignarnos, entristecernos o llenarnos de rabia, para volverse escenas de acción útiles para exaltar valores patrióticos, estimular la adrenalina y volver higiénica y aceptable la brutalidad de la carnicería bélica. Es tal la fascinación que producen las imágenes crudas de los conflictos armados, que en el propio cine de guerra cada vez son menos populares. Hoy las visiones bélicas parecen servir menos que nunca como pretexto para la reflexión filosófica o literaria o como símbolos de la ambigüedad y la destructividad en obras artísticas. En cambio, estas imágenes hoy pasan directamente, casi sin edición, a Youtube, y a inspirar juegos de video como Batt le field Bad Company y Call of Duty Modern Warfare 2 (asombrosos y fascinantes artefactos culturales que hacen increíblemente divertido el combate y el asesinato, sería una hipocresía no reconocerlo).

GUERRA DESHUMANIZADA

La anterior Guerra del Golfo inauguró una estética de guerra sin humanos. Las imágenes que transmitía CNN y reproducían servilmente los demás medios, eran tomas granulosas en blanco y negro y alto contraste de misiles “inteligentes” que se impactaban con supuesta precisión en sus blancos, o bien bombas que filmaban su propia destrucción. Esta era la proyección de una guerra limpia que sólo eliminaba blancos legítimos, una guerra sin sangre ni matices en la que los únicos humanos eran los telespectadores. El Pentágono fabricó y mantuvo esta aberrante ficción gracias a la colaboración de una prensa castrada que se conformó con “encamarse” (embed) con las tropas y repetir la propaganda que le dictaban. La novedad y el sobrio encanto cuasi lunar de aquellas tomas contribuyó a convertirlas en el emblema de esa guerra. Las cámaras bomba no tenían la menor intención de registrar cuerpos despedazados ni su efectividad al eliminar blancos; su valor documental era meramente pornográfico y comparable al célebre dildocam, el cual crea imágenes anatómicas sin valor clínico y sexuales sin potencial estimulador.

MIL ROSTROS DEL HORROR

La guerra perpetua que nos legó el régimen Bush 2 y que ha adoptado la administración Obama, ha sido pródiga en imágenes y sonidos imborrables del horror de la guerra, desde los videos panorámicos de la noche del Shock and awe (21 de marzo de 2003), hasta las fotos de los guardias de la prisión de Abu Ghraib (abril 2004), pasando por la inagotable documentación de miles de crímenes contra la humanidad grabados por los propios soldados estadunidenses y los videos sin fin de los aviones a control remoto o drones. Por supuesto que a la lista podemos añadir los videos realizados por insurgentes o presuntos miembros de Al Qaeda, de bombas estallando debajo de Hummers o de ejecuciones, como la de David Pearl y Nick Berg. La diseminación del horror no tiene ideología ni es patrimonio exclusivo de los ejércitos poderosos. Hay tal abundancia de fotos y videos de las invasiones a Irak y Afganistán, y sus consecuencias, que tardaremos décadas en digerir esas imágenes espectrales, complejas, eclécticas, repugnantes, brutales, íntimas y perversas. Si la primera guerra de Irak se caracterizó por la centralización informativa y el control de las imágenes, la segunda ha generado una diversidad enloquecedora de visiones. Paradójicamente, esta cacofonía ha tenido un efecto neutralizador y desensibilizador; a fuerza de familiarizarnos con estas imágenes grotescas las hemos incorporado al catálogo visual de la cultura popular del siglo.

ASESINATO COLATERAL

Pero entre la marejada de imágenes apareció un video con el potencial de revivir nuestra capacidad de asombro y náusea. El sitio Wikileaks.org (http://wikileaks.org/) obtuvo un video secreto de un helicóptero Apache que masacra a quince personas, incluyendo dos empleados de Reuters, en julio de 2007, mientras conversan en una calle del barrio de Nuevo Bagdad. Tristemente, lo único que tiene de singular esta matanza es que sus imágenes fueron filtradas a los medios, de lo contrario se trataría de un día como cualquier otro en la invasión de Irak. Las imágenes evocan, inquietantemente, el juego Call of Duty y están acompañadas por los comentarios de los soldados, quienes se burlan de sus víctimas y, al enterarse que hay niños heridos, comentan: “Es su culpa por traer a sus hijos a una batalla”.

(Continuará)