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Insta a los estados a acelerar la aplicación de la reforma judicial, para proteger al inocente

Los mexicanos deben esforzarse por consolidar un país de justicia: Calderón

Que sepa la sociedad que nada puede oponerse de facto a lo que la ley manda, expresa

Enviada
Periódico La Jornada
Lunes 8 de marzo de 2010, p. 10

Ario de Rosales, Mich., 7 de marzo. El presidente Felipe Calderón aseguró que el deber de su generación es hacer valer la ley por encima de cualquier otro interés y llamó a los estados a acelerar la aplicación de la reforma judicial.

Minutos antes, el mandatario había escuchado las recriminaciones del presidente del Senado, Carlos Navarrete Ruiz (PRD), en relación con el polémico acuerdo sobre las alianzas, al catalogar como regresión inadmisible la negociación de dictámenes y de las votaciones por parte de poderes fácticos o personajes ajenos a la vida legislativa.

De visita en su tierra natal, donde celebró la instalación del Primer Supremo Tribunal de Justicia de la Nación ocurrida en 1815 defendió su lucha por el estado de derecho y por la legalidad, porque –dijo– es un supremo mandato de la Constitución y una exigencia de la historia.

Problema de enfermedad

En el palacio municipal de Ario de Rosales, donde hace casi dos siglos se instaló el órgano que antecedió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el panista estuvo flanqueado por dos perredistas: Navarrete y el gobernador, Leonel Godoy, además del titular de Gobernación, Fernando Gómez Mont y del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia. Incluido en la lista de oradores, el presidente de la Cámara de Diputados, Francisco Ramírez Acuña, se ausentó por un problema de enfermedad, según Godoy.

Calderón centró su discurso en el tema de la legalidad y dijo que los mexicanos tienen el deber de esforzarse sin titubeos ni cortapisas por consolidar un verdadero país de leyes, un México de justicia.

Llamó a las autoridades estatales a acelerar los esfuerzos para poner en marcha la reforma judicial, ya que apenas siete entidades pusieron en operación los juicios orales, más de la mitad reportan avances, en otros siete se tiene programada este año.

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Dos instantes del acto que encabezó Felipe Calderón Hinojosa, este domingo en Ario de Rosales. En la primera, junto a Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, y en la otra, con el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy RangelFoto Alan Ortega /La Jornada Michoacán

Porque se trata, indicó, de convertir a México en un país donde verdaderamente se proteja al inocente, donde quien sufra el delito sea lo más importante en cualquier proceso judicial

A la generación del bicentenario, dijo que le corresponde hacer valer la ley por encima de cualquier otro interés. “Que cada ciudadano sienta en el Estado a un protector de sus derechos y a un garante de sus libertades, y que sepa la sociedad que nada puede oponerse de facto a lo que la ley manda y el Estado debe ejecutar”.

También llamó a hacer una evaluación madura de lo que se ha construido en 200 años de vida independiente. Consideró injusto no aquilatar lo mucho que se ha logrado, pero señaló que sería igualmente irresponsable no reconocer lo mucho que falta por hacer.

La existencia de la nación es un plebiscito cotidiano y nosotros así lo vemos también, señaló al citar al historiador francés Ernest Renan.

Insistió en que se deben hacer de lado diferencias y sumar esfuerzos para poner en marcha los cambios institucionales que requiere el país para ser desarrollado.

Antes, evocó a los héroes de la Independencia y dijo que, a su juicio, Hidalgo es el Padre de la Patria y Morelos es el padre del Estado mexicano, porque fue el que lo diseñó, lo construyó y lo defendió, incluso a costa de su vida.

Para esta conmemoración el antiguo inmueble fue acicalado con pintura aunque en la calle había hoyos que provocaron percances a algunos invitados, como a la esposa del presidente, Margarita Zavala, quien trastabilló cuando se dirigía a una camioneta. También asistieron los tres hijos del mandatario: María, Luis Felipe y Juan Pablo, quienes observaron la ceremonia desde un segundo piso.