Con la aplicación de medidas inerciales, que dependen de lo que ocurra en Estados Unidos, la economía mexicana se ha convertido en una fábrica de pobres, donde el narcotráfico funciona como actividad de refugio para más de 7 millones de jóvenes sin acceso a la educación ni al mercado de trabajo, manifestó el Colegio Nacional de Economistas (CNE).

Con bajas tasas de crecimiento y desocupación en ascenso, hoy se paga la factura de las malas decisiones adoptadas hace 25 años, afirmó Gonzalo Núñez González, gerente de la institución, en una conferencia de prensa en la cual su vicepresidente, Alberto Montoya Martín del Campo, planteó que la concentración del ingreso, el limitado acceso a la educación, el estancamiento del ingreso por habitante y otros desequilibrios no son “problema de algunas políticas particulares que deben corregirse; se tiene que modificar el conjunto de la economía política de la nación”.

Nuñez González calificó de muy grave que la generación de empleos informales supere actualmente a los formales, pues las cifras oficiales, indicó, ubican en más de 12 millones 600 mil el número de personas ocupadas en actividades informales, mientras los trabajadores inscritos como permanentes en el Seguro Social son 12 millones 314 mil. Esto no se había visto nunca en el país, dijo.

Mientras tanto, abundó, la perspectiva para más de 7 millones de jóvenes es que no hay empleo ni forma de desarrollo más que emigrar hacia actividades ilícitas o irse del país. En este contexto, precisó, el narcotráfico se erige como una actividad económica de refugio con alta rentabilidad, a la cual se ven empujados los jóvenes sin opciones.

Gonzalo Núñez sostuvo que no se puede seguir en las políticas inerciales esperando que la economía estadunidense se recupere y que la caída del empleo y del producto interno bruto (PIB) no son resultado de la crisis que vino de fuera, sino de 25 años de adoptar un modelo de crecimiento neoliberal.

El vicepresidente del CNE, Alberto Montoya, planteó que México tiene un proyecto histórico de desarrollo en la Constitución y no anda en busca de un modelo. En más de 50 años de gobiernos que se plegaron al marco constitucional en materia económica, dijo, la economía mexicana registró tasas de crecimiento anual de 6.5 por ciento, y el producto por habitante se incrementó en tasas superiores a 3 por ciento.

Pero ahora, con el modelo aplicado en los últimos 25 años por presiones externas y convicciones internas, el crecimiento del PIB ha sido extremadamente bajo, en tanto que la distribución del producto por habitante se ha quedado estancada.

En el último cuarto de siglo se provocó una desindustrialización del país; la participación del sector industrial en el PIB bajó de 25 a 16 por ciento, indicó. Montoya Martín del Campo afirmó que lo ocurrido en el agro mexicano desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha sido un desastre.

Actualmente, indicó, se importa 25 por ciento del maíz que se consume en México, 50 por ciento del trigo, 80 por ciento del arroz, 47 por ciento de la carne de cerdo y 95 por ciento de la soya. Somos el mayor importador de leche en el mundo.

El costo de esta dependencia ha sido la incorporación de 6 millones de personas más al ámbito de la pobreza de alimentos, dijo Montoya; en tanto, Gonzalo Núñez dijo que la recuperación económica propalada en el ámbito oficial es ficticia.