Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 21 de febrero de 2010 Num: 781

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Un año en la vida de José Revueltas
GILBERTO GUEVARA NIEBLA

Aurora M. Ocampo: el dígito y la sílaba
JOSÉ DE JESÚS SAMPEDRO

Poema
KALINA ALEXANDROVA KABADJOVA

Escenas de barrio latino
HERMANN BELLINGHAUSEN

Esther Seligson: vencer al tiempo
ADRIANA DEL MORAL ESPINOSA

Tomás Eloy Martínez o la obsesión de volar
JOSÉ GARZA

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Foto: Gabriela Bautista

Esther Seligson:
vencer al tiempo

Adriana del Moral Espinosa

Esther Seligson vibraba a cada paso. Sus faldas largas y túnicas, su anillo de serpiente y collares le daban apariencia hechicera. Y en efecto, hacía alquimia con las palabras, logrando con ellas crear una herida o encender una luz en sus lectores.

Estaba llena de vida, pero su corazón se detuvo el pasado 8 de febrero en Ciudad de México, la misma donde nació el 25 de octubre de 1941. Viajera apasionada, narradora, poeta y ensayista, se consideró siempre condenada a la extranjería.

Dio clases en el Centro Universitario de Teatro (CUT) por más de veinticinco años y también impartió seminarios sobre judaísmo en diferentes lugares. Para ella lo más importante era “compartir conocimientos, reflexiones, hallazgos, inquietudes”. De hecho, la noche anterior a su muerte un grupo de alumnos del CUT la visitó, según cuenta Anabel Rodrigo, secretaria académica de la institución.

Jerusalén, Tibet, París, Praga, Lisboa, Toledo y el sur de India fueron puntos cardinales en el itinerario de su vida. En España recuperó gran parte de su identidad judía, mientras que en Tibet se reincorporó “a la androginia cósmica más allá de pertenencias a pueblo, tradición o cultura alguna”.

Durante dos años estudió la Cábala en Jerusalén. Y aunque esta experiencia la marcó, no definía su literatura como judía porque en ella había también elementos de la mitología griega, de hinduismo y de taoísmo. Se declaraba lectora apasionada del I Ching, textos sufistas y de otras muchas tradiciones espirituales.

Estudió en un colegio hebreo semiortodoxo y en su adolescencia soñó con ser bailarina, pero su madre se opuso tenazmente. Luego estudió algunos meses en la Facultad de Ciencias Químicas y finalmente cursó las carreras de Letras Hispánicas y Letras Francesas en la UNAM.

LA SEMILLA DE SU ESCRITURA 

Seligson empezó a publicar a los veinticuatro años en los Cuadernos del viento de Huberto Batis y también colaboró en la Revista Mexicana de Literatura. A los veintiocho años apareció su primer libro de cuentos: Tras la ventana un árbol. Desde entonces estaban presentes los temas que serían recurrentes en producción: los sueños, el límite de la existencia, el tiempo, el lenguaje y la espiritualidad.

Su novela Otros son los sueños ganó el Premio Xavier Villaurrutia en 1973. Presenta a una mujer que habla a través de monólogos interiores, sin identificarse a lo largo de varias páginas. A lo largo de un viaje en tren, su voz empieza a dialogar con su esposo. La novela es una búsqueda de la identidad hacia el interior. De sueños, presagios y otras voces (1978) es una colección de relatos en prosa poética protagonizada por personajes de la mitología como Electra, Orfeo y Eurídice. Su novela La morada en el tiempo (1981) presenta arquetipos que simbolizan a Israel, a la divinidad y al creyente aislado en un escenario atemporal. El texto, colección de recuerdos, referencias y citas, es un desfile de personajes que recorren el universo sin un sentido que los dirija. Diálogos con el cuerpo (1984) reconstruye la relación amorosa pero sin nombrar a la persona amada, sino sólo su cuerpo a través de evocaciones sensoriales. Personal y mitológica a la vez, Sed de mar (1984) reconstruye epistolarmente la relación de Ulises y Penélope.

La fugacidad como método de escritura (1989) reúne ensayos sobre escritores como Lispector, Garro, Brecht, Arredondo, Del Paso, Kafka, Ionesco y Woolf, donde la autora busca el momento en que han recuperado el instante a través de la escritura. En este libro Seligson se descubre a sí misma a través de la interpretación de otros escritores. En 1990 publicó El teatro, festín efímero (reflexiones y testimonios), un homenaje a directores, dramaturgos y actores. Seligson misma fue una influencia definitiva para el teatro en México por su trabajo como docente y crítica.

Su obra se caracteriza por ser inclasificable, formada por textos que no caen en esquemas predefinidos. Isomorfismos (1991), Hebras (1996) y Rescoldos (2000) reúnen reflexiones y relatos fragmentarios, el primero con numerosas referencias a mitos clásicos y los siguientes con personajes reales como sus nietas o personas que conoció fugazmente.

Simiente (2004) es uno de sus libros más personales. Reproduce partes del diario de su hijo Adrián Joskowicz, cartas y poemas de Seligson. Es una obra dolorosa, intensa y profundamente honesta, escrita tras el suicidio de Adrián. Está escrito sin parcialidades, en él la autora se juzga con dureza pero sin drama. Alba marina (2005), Oración del retorno (2006), y A los pies de un Buda sonriente (2007) fueron sus últimos libros. En ellos, la escritora hizo el tránsito definitivo de la prosa poética a la poesía. Los tres mantienen presentes símbolos, mitos y referencias místicas que son características de la escritura de la autora. Asimismo, en ellos se mantiene como tema el viaje, otra de las constantes en su obra y su vida.

“SÓLO HE TRADUCIDO A AUTORES DE LOS QUE ME ENAMORO”

Esther Seligson también dedicó buena parte de su tiempo y pasión a traducir al español la obra de autores como Edmund Jabés, una de sus mayores influencias, a quien describió como un “místico ateo”. Entre finales de los setenta y principios de los ochenta, vertió en español Contra la historia, Del inconveniente de haber nacido y La caída en del tiempo, de E.M. Cioran.

A este último autor lo empezó a leer en 1965 y en 1985 lo entrevistó para la revista Vuelta. Su obra, constituida por aforismos no sistematizados, revela un pesimismo muy peculiar que Seligson asimiló a la perfección. En la dedicatoria de su libro Apuntes sobre E. M. Cioran, me escribió: “Que Cioran te contagie su alegría de vivir”.

“Yo sólo he traducido autores de los que me enamoro, escritores que han dicho lo que yo no puedo decir, que han expresado lo que yo siento y que yo no expreso”, explicaba.

En conjunto, la escritura de Esther Seligson es un intento por aprehender la fugacidad y recuperar lo vivido a través de la memoria. En su opinión, “el artista se vacía en su obra, vence con ella al tiempo”. Aunque no tuvo miles de lectores y la mayoría de sus libros fueron publicados por editoriales no comerciales en tirajes relativamente pequeños, hizo marcas indelebles en quienes la leyeron y se adentraron en su mundo, logrando con ello un triunfo sobre lo que no permanece, pues nunca mueren del todo quienes nos revelan, aunque sea fugazmente, la eternidad.