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Silencio de la Casa Blanca sobre la detención dada a conocer por diarios estadunidenses

Niegan talibanes que el mulá Abdul Ghani Baradar haya sido capturado en Pakistán

Legislador afgano cuestiona el operativo en Helmand porque su valor es más político que militar

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Un infante de marina estadunidense irrumpe en una casa durante una búsqueda de armas en la ciudad de Marjah, en el distrito Nad Ali, de Helmand, donde fuerzas de la OTAN han lanzado una de las mayores ofensivas contra los talibanes desde la invasión en 2001Foto Reuters
 
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de febrero de 2010, p. 25

Kabul, 16 de febrero. La resistencia talibán de Afganistán negó que su comandante de operaciones militares, el mulá Abdul Ghani Baradar, haya sido capturado en Pakistán como anunció la prensa estadunidense el lunes por la noche con información de fuentes oficiales estadunidenses y paquistaníes, y acusó a los medios de prestarse a una maniobra para distraer a la opinión pública de los problemas que enfrenta la vasta ofensiva lanzada el sábado por las fuerzas de ocupación en dos localidades de la provincia afgana de Helmand, sembradas de minas de fabricación casera.

Baradar, considerado por los servicios estadunidenses de espionaje como el segundo hombre de mayor rango en las filas del talibán, fue capturado en Karachi durante una operación conjunta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y los Servicios de Inteligencia de Pakistán (ISI), en una fecha reciente, pero no especificada, según reportes de los diarios New York Times y Washington Post, que no revelaron la identidad de sus fuentes.

El vocero de la Casa Blanca, Robert Gibbs, rechazó confirmar o negar la veracidad de los despachos periodísticos, aunque elogió el aumento en la cooperación del gobierno paquistaní, cuestionado en los primeros años de la invasión a Afganistán, en noviembre de 2001, en represalia por los atentados del 11-S.

De confirmarse, esta captura sería la más significativa en los ocho años de ocupación militar de Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que en una rápida operación con decenas de miles de soldados acabaron en 2001 con el llamado Emirato Islámico de Afganistán, constituido en 1996 tras la salida de las tropas rusas.

Con la organización talibán en el poder, Baradar se consolidó como uno de los hombres de confianza del líder mulá Mohammad Omar, de quien fue viceministro de Defensa. A raíz de la invasión, Omar y Baradar desaparecieron, no existen fotografías recientes y confiables de ellos y sus únicos medios de comunicación son por medio de mensajes y comunicados vía Internet.

La revista estadunidense Newsweek publicó el año pasado una declaración del presunto capturado, de 42 años, y dijo haberla recibido por correo electrónico cuando corrieron rumores de que algunos miembros de la resistencia talibán estarían dispuestos a entablar un diálogo con el presidente Hamid Karzai, quien llegó a la presidencia después de la invasión estadunidense, y fue ratificado en el cargo en elecciones celebradas el año pasado. Los dos personajes nacieron en la provincia de Uruzagan, en el sur de Afganistán, y forman parte de la etnia Popolzai.

Dos portavoces del talibán rechazaron que Baradar esté cautivo y bajo resguardo paquistaní.

Los talibanes invitaron a la prensa internacional, mediante un mensaje enviado por correo electrónico, a constatar la situación en la localidad de Marjah, el epicentro de la mayor ofensiva extranjera contra la insurgencia desde la ocupación.

Pese a la publicidad que ha tenido el despliegue de 15 mil soldados de la OTAN –principalmente estadunidenses– y afganos, el legislador Ahmad Behzad cuestionó los resultados de la operación Mushtarak (Juntos, en lengua dari) porque su valor es más político que militar y su objetivo es ganar la opinión pública de los países que contribuyen con tropas de ocupación.

Marjah es un centro táctico para los talibanes, pero sus principales bases y centros de mando son Dishu, Washer y Bagran, precisó un general afgano entrevistado por Afp, a condición de guardar el anonimato.