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Toros

En la decimotercera corrida, apendicitis aguda en la plaza de toros más tonta del mundo

Dos orejas al Juli y otras tantas a Arturo Macías, en tarde de apoteosis sin bravura

Manso encierro de Bernaldo de Quirós confirma ideologías taurinas de México y España

Foto
El aguascalentense Mario Aguilar confirmó su alternativa la tarde de este domingo en la MéxicoFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 1º de febrero de 2010, p. a38

País mentiroso, fiesta de toros mentirosa. O si se prefiere: también en las naciones hay niveles de autoengaño. Mire usted, si espera una crónica de la seudoapoteósica tarde de ayer en la Plaza México, mejor búsquese un periódico especializado en dar coba, porque en éste tratamos de pensar, incluso sobre algo tan emocional y subjetivo como la lidia de reses bravas.

Andamos tan pero tan perdidos en lo que a brújula se refiere que ciudadanía y gobierno –público y juez de plaza– preferimos hacer como que nos emocionamos y además premiamos a partir de la… ¡mansedumbre!, en un espectáculo que se autonombra fiesta brava, basada en la bravura de toros lidiados por hombres bravos en dramático festejo del juego entre la vida y la muerte.

El mejor argumento que podrían esgrimir los antitaurinos, y que por supuesto no esgrimen, es el del sacrificio inútil de reses supuestamente bravas por toreros supuestamente valerosos ante un público supuestamente informado de los niveles de bravura y valentía que pretende admirar. La antitauromaquia, pues.

En la decimotercera corrida de la temporada grande, faltaba más, de la Plaza México, ante la mejor entrada del serial, en tarde soleada y ligeramente airosa, se lidió un encierro de la ganadería de Bernaldo de Quirós, propiedad del refinado matador en retiro Javier Bernaldo, dispareja de presentación, decorosa de trapío e infame en su comportamiento, acorde con su bien ganada fama de toritos de la ilusión, repetidores y bobos, favoritos de figurines importados. Partieron plaza Julián López El Juli, Arturo Macías y el joven aguascalentense Mario Aguilar, que confirmaba su alternativa, luego de haber triunfado en México, Madrid y Sevilla.

Al igual que Enrique Ponce, José Tomás, Pablo Hermoso y Sebastián Castella, El Juli exigió a la postrada empresa de la México un encierro a modo, es decir, acorde con el prestigio internacional que han adquirido y con su supuesta capacidad de convocatoria, no así con su pundonor y su estatura torera en… el país azteca. Y la empresa, como si le pagara con tortibonos, volvió a acceder. Ahora, la culpa no es de los españoles sino de mexhincados sin dignidad.

Un aficionado calificó a México como el país taurino más tonto del mundo. ¿Por qué?, le pregunté. Oye, porque a los toreros extranjeros las empresas les pagan muy buenos dólares pero, a diferencia del resto de los países latinoamericanos, donde se les obliga a lidiar el toro con edad y trapío, aquí les echan novillos y para colmo mansos, con la aprobación de un público ocasional y festivalero que mal distingue un toro de lidia de un canguro, y el aval de unas autoridades sin autoridad pero con la consigna de repartir orejas a petición de los que pagan boleto.

El matador Mario Aguilar (Aguascalientes, 22 de mayo de 1991), que ante la bravura auténtica deja firmes las plantas, bajos los brazos, la cabeza fría y el corazón enorme, ante su lote exhibió convicción y sitio, sujetando y mandando aquellos bueyes. Templó con el capote mejor que sus alternantes y con la muleta dejó evidencia de su enorme potencial. Una lástima que la apendicitis del aldeano juez Roberto Andrade no lo alcanzara.