Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 24 de enero de 2010 Num: 777

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La utopía indígena de Ricardo Robles
LUIS HERNÁNDEZ NAVARRO

Ceniza azul y destello
HJALMAR FLAX

La desigualdad de México desde el True North
MIGUEL ÁNGEL AVILÉS

Nocturno de Charlottesville
CHARLES WRIGHT

Estados Unidos y los indocumentados mexicanos
RAÚL DORANTES Y FEBRONIO ZATARAIN

Una actriz de dos ciudades
RICARDO YAÑEZ entrevista con GABRIELA ARAUJO

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Alonso Arreola
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Desde Los Ángeles, California

Nos traen los cigarros en bandeja de plata, literalmente. Nos cobran el desayuno en mil doscientos pesos. Tenemos sala y dos televisores de alta definición en las habitaciones. Uno de ellos en el baño. Afuera se estacionan Ferraris, Mercedes y Lexus. El lugar hace honor a su código postal. Es Beverly Hills en California. Con todas estas atenciones, empero, la música de fondo es detestable. Efectivamente, es el típico repertorio de hotel, de elevador, de lobby. Suave. Simple. Bobalicón. Destacan algunas piezas de Caetano Veloso. Arreglos edulcorados a los Beatles, a los Rolling. Obras fuera de contexto no pueden cumplir sino el papel de paisajes desabridos cuyo poder de asociación se diluye en la superficialidad de su entorno. Un tanto asqueados, esperamos que terminen las obligaciones que nos trajeron aquí para escaparnos y visitar la mejor tienda de discos del mundo, ésa sobre la que hoy deseamos hablar: Amoeba Music, en el 6400 del boulevard Sunset.

Camino a ella, otra sorpresa. La famosísima Borders anuncia su cierre con grandes pancartas exteriores. Junto a Virgin fue una de las mejores opciones estadunidenses para comprar libros, discos y videos. El letrero dice que se trata sólo de esa locación, pero lo dudamos. Es una zona privilegiada de Los Ángeles. No tendría por qué pasar. Desde ya adivinamos el inicio del fin de otro gigante que, junto a la recesión, ve en la transformación de la industria musical un veneno inevitable. Así las cosas, no dejamos pasar la oportunidad. Entramos. Presenciamos su guerra. Estanterías vacías, libros esparcidos por el suelo. Todo está del cuarenta al setenta y cinco por ciento de descuento. Un gran contador anuncia: sólo nos quedan seis días. Los dependientes, cansados y tristes, deambulan como zombies sabiéndose sin trabajo. Salimos.

Ya metidos en el fenómeno crisis, entramos al gigantesco centro comercial Beverly Center. Otrora plagado de compradores compulsivos, hoy luce vacío, desierto, con igual cantidad de descuentos en los aparadores. No cabe duda: de Calderón a Obama, los gobiernos sólo se ocupan de las macroeconomías, de ésas que aseguran tiempos mejores para este 2010 basándose en tabuladores excluyentes, ajenos a los pequeños negocios que día a día luchan por sobrevivir. Claro, algunos dirán que se trata del inicio del año, que el clima afecta. Pero no. Hay que repetirlo. Estamos en una de las zonas más opulentas de la tierra y, por si fuera poco, el clima es delicioso.

Tomamos un taxi. Nos acercamos a nuestro objetivo. En el recorrido que pasa por Melrose y el boulevard Hollywood confirmamos lo anterior. Muchos negocios lucen cerrados, out of business. Nuestros corazones laten con fuerza esperando lo peor. ¿Habrá sufrido los estragos la legendaria tienda de discos a la que vamos? No. Ahí está. Enorme y tranquila, luciendo su vejez tipo años cincuenta, la edificación permanece inmutable por dentro y por fuera, animada como siempre por melómanos, videogamers, coleccionistas y cinéfilos que saben lo que nosotros: no hay mejor lugar en el mundo para encontrar rarezas y descuentos en productos de segunda mano; no hay mejor sitio para toparte con dependientes expertos que solucionarán las más extravagantes peticiones; no hay sitio más adecuado para, de pronto, escuchar en vivo sí, dentro de la tienda a Elvis Costello, Franz Ferdinand, Esperanza Spalding, Tortoise o al mismísimo David Lynch en conversación con seguidores.

Con sólo tres locaciones en el mismo estado (Hollywood, Berkeley y San Francisco), parece imposible que su enorme espacio pueda funcionar estando las cosas como están. Sin embargo, lo logra por aquello que sus competidores no supieron controlar: aquí el ambiente, pese a su tamaño, es íntimo, relajado, sin lujos; uno se siente parte de la comunidad que todavía disfruta el arte en contextos adecuados y por razones adecuadas. No se trata de sonidos o imágenes de fondo para “ambientar” un hotel de lujo, sino de materiales que forman parte de una huella humana trascendental.

Fundada hace veinte años por ex empleados de la tienda Rasputin Records, Amoeba cuenta hoy con la oferta de música independiente más grande del mundo. Por ello, por haber entendido que se puede crecer sin generar monopolios y sin perder su esencia, desde aquí recomendamos mientras vamos de regreso a la inconsistencia de nuestro hotel que el lector no pierda la oportunidad de visitarla, sea físicamente o por internet. Bastiones como éstos nos dan esperanza a quienes entendemos la música como un negocio, sí, pero como un negocio digno que puede subsistir con todo y sus peores transformaciones y maltratos: www.amoeba.com.