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El autor recrea de manera crítica su labor militante, sindicalista y como consejero del IFE

José Woldenberg discute los errores de la izquierda en el libro El desencanto

No obstante, es la mejor alternativa para conjugar los valores de equidad y libertad, sostiene

 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de enero de 2010, p. 4

De la esperanza al escepticismo: punto de partida y destino de la trayectoria política e intelectual de Manuel, protagonista del libro más reciente de José Woldenberg, El desencanto (Ediciones Cal y Arena), donde el autor recrea de manera crítica sus experiencias como militante de izquierda, desde su activa participación en el sindicalismo universitario, su paso por el Instituto Federal Electoral, hasta las controvertidas elecciones de 2006 que llevaron a la Presidencia a Felipe Calderón, en medio de graves acusaciones de fraude.

Manuel es un personaje ficticio; los hechos en que participa son reales: “No existió, pero tiene mucho de mis amigos y de mí mismo, de tal modo que El desencanto es un relato que combina la ficción y el testimonio”.

Finalmente –explica Woldenberg en entrevista–, “la idea era poner sobre la mesa una serie de temas que a mí y al personaje nos resultan importantes, y que desde mi punto de vista deben ser discutidos en el seno de la propia izquierda. Son reflexiones hechas desde posiciones de izquierda democrática que le reclaman a la propia izquierda no estar, en diferentes momentos, a la altura de esa definición, no haber interiorizado suficientemente los valores y principios de una izquierda democrática.

–¿Para qué izquierda es el reclamo?

–Es un reclamo a distintos momentos que ha vivido la izquierda, y en ese sentido el episodio más controvertido se refiere a la forma en que reaccionó ante los resultados electorales de 2006; son reacciones que han debilitado incluso a la propia izquierda, como se vio ahora en las elecciones de 2009. En este caso, la crítica que hago es con relación a una serie de mentiras que se acuñaron desde la izquierda sobre los resultados electorales de 2006.

Alguien dirá: ¿y por qué nunca aparecen en el foco de la crítica otros actores, como la derecha, el gobierno, los medios, la Iglesia? Porque estoy convencido de que si bien hay que hacer esa crítica, también es importante generar un contexto de discusión de los errores, de las concepciones erradas, de las políticas equivocadas que la izquierda genera.

Fortalecer al enemigo

Por supuesto –subraya el ex Consejero Presidente del IFE– que en una contienda los adversarios van a tratar de erosionar la fama, la presencia, de los otros, pero desde mi punto de vista la pregunta debe ser: ¿qué tengo que hacer y en qué me equivoqué? Esa es la lógica de este libro.

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El desencanto es un relato que combina ficción y testimonio”, indicó Woldenberg en entrevistaFoto Víctor Camacho

–¿No es justificar las acciones del gobierno, de la derecha, de la Iglesia y de los medios durante el proceso electoral de 2006?

–Pensar que señalar los errores propios es fortalecer al adversario es, además de todo, una coartada inútil que al único que perjudica es a uno mismo, es una línea que va dando dividendos decrecientes: en 2006 la izquierda mexicana obtuvo la votación más alta de su historia y llegó a ser la segunda fuerza en el Congreso; tres años después, los votos acumulados del Partido de la Revolución Democrática, del Partido del Trabajo y de Convergencia son más o menos la mitad de lo que se obtuvo en 2006. Ahí hay una pregunta.

El desencanto al que se refiere el libro tiene dos vertientes: una está plasmada en una serie de ensayos que Manuel-Woldenberg hace sobre siete escritores de diferentes nacionalidades –Arthur Koestler, Howard Fast, André Gide, Ignazio Silone, George Orwell, Victor Serge y José Revueltas–, quienes en un momento de sus vidas se entusiasmaron con el experimento socialista soviético y luego sufrieron un profundo desencanto, por razones diversas y en momentos distintos; la Unión Soviética fue el experimento de transformación social más importante del siglo XX y al final se convirtió en una pesadilla.

La única alternativa

–¿Cómo es la izquierda que quisiera ver?

–Si hay que decirlo en una frase, es una izquierda democrática, desplegada, capaz de articular los grandes valores de la modernidad: equidad social y libertad. Son valores de difícil conjunción. Las izquierdas autoritarias del mundo sacrificaron la libertad en aras de la equidad; la mayor parte de las derechas liberales valoran la dimensión de las libertades, pero se desentienden de la equidad social. En un país como México habría que estar ciego o ser absolutamente insensible para despreocuparse de la dimensión social.

No obstante la severidad de sus críticas, Woldenberg refrenda: Sigo pensando que la izquierda es la que mejor puede conjugar estos dos valores, no veo que pueda venir de otro lado.