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Fuego y cenizas de la Revolución Mexicana, de Ediciones Era, primera gran biografía del caudillo

Pedro Castro explora las luces y sombras de Álvaro Obregón

El historiador repasa la figura del ex presidente, desde el abuso de poder hasta su papel en la creación de instituciones

Nunca pudo introducir su raíz en el alma popular, considera el autor

 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de enero de 2010, p. 3

En su nueva investigación, el historiador Pedro Castro explora las luces y las sombras del general y presidente Álvaro Obregón: desde el abuso del poder hasta la puesta en marcha del país de nuevo tras los cruentos años de la Revolución Mexicana, además de la creación de instituciones.

Se trata del libro Álvaro Obregón. Fuego y cenizas de la Revolución Mexicana (Era), la cual puede considerarse la primera gran biografía de ese personaje controvertido y paradójico, caudillo militar convocante de figuras como José Vasconcelos.

Es el mismo Obregón (1880-1928) que derrotó cuatro veces al general Francisco Villa y que eliminó del camino al presidente Venustiano Carranza, en una meteórica carrera que convirtió al ranchero sonorense en uno de los caudillos y presidentes (1920-1924) con más poder que ha tenido México.

–¿Qué representa Obregón con relación a otras grandes figuras como Zapata, Villa, Madero, Carranza, De la Huerta o Calles?

–Obregón fue quien tuvo la carrera militar y política más larga de todos los caudillos de la Revolución. Aun cuando llegó tarde a la Revolución, porque no era maderista, fue quien logró tener el desempeño más notable en lo militar. Además fue quien sí pudo llegar al poder y se mantuvo más tiempo que todos los demás, básicamente que Carranza, porque el poder de Villa y Zapata era regional.

Fue el único que tuvo la plena posibilidad de poner en práctica su programa de gobierno e ideología, y que pudo modelar buena parte de la historia de todo ese periodo. Obregón fue el más político, el más astuto y el que tuvo mejor suerte, porque eso también cuenta mucho.

–¿Por qué no se había hecho una biografía amplia y profunda sobre él?

–Creo que porque Obregón, a pesar de todas sus anécdotas y ocurrencias, no forma parte de ninguna leyenda o mito glamoroso, como sucede con Villa o Zapata, quienes incluso en vida ya eran leyenda.

–¿Era un caudillo fuerte pero sin carisma?

–Sí era carismático, un hombre muy seguro de sí mismo, una figura absolutamente fuera de serie. Creo que es de los grandes personajes que ha dado la historia mexicana, una figura comparable, cuidando todas diferencias, con Santa Anna y Porfirio Díaz, quienes fueron los grandes caudillos de este país. Pero Obregón nunca pudo introducir su raíz en el alma popular. Es celebrado por sus batallas, chistes y ocurrencias, y hasta ahí.

–¿A Obregón le interesaba ser popular, querido por el pueblo?

–Sí, de hecho le gustaba exhibirse en público, hablar, contar chistes, buenos chistes (por ejemplo, sobre la falta de uno de sus brazos). Compartió con Zapata y Villa el fin trágico, pero ni aun así pudo lograr las alturas legendarias y míticas de ambos. De hecho, después el régimen priísta buscó hacer de Obregón una de las grandes figuras de la Revolución, como también tomó a los otros personajes, para aprovechar su alcance simbólico.

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Compartió con Zapata y Villa el fin trágico, pero ni así logró las alturas legendarias y míticas de ambos, afirmó Castro en entrevistaFoto Jesús Villaseca

“Sin embargo, frente a los otros, Obregón siempre aparece como el rudo, en muchos casos como el sin escrúpulos. Fue un militar y político muy duro, que tomaba decisiones muy drásticas. Buena parte, por no decir casi todas, de las grandes figuras de su ejército murieron directa o indirectamente por órdenes de Obregón.

Eso revela además el gran poder que tenía, como lo tienen los que ganan las revoluciones. Como Stalin, Obregón de alguna manera acabó con la vieja guardia revolucionaria, no solamente con sus enemigos. Fue responsable de la muerte de Francisco Serrano, quien era como su hijo, la persona más cercana a él.

De ahí que el historiador mencione el abuso de poder como una de las críticas principales que se hacen a Obregón. Y abunda: No haber instaurado un sistema democrático tal como se había planteado en los orígenes de la Revolución, haber cometido esos excesos sobre tantas personas y, desde luego, haber utilizado el poder para su enriquecimiento personal. No fue el único, sino todo el grupo de revolucionarios, con excepción muy notable de Adolfo de la Huerta, uno de los pocos políticos honrados que ha habido en este país.

Buen amigo de EU

También menciona como excesiva la disposición del presidente Obregón a entenderse con Estados Unidos. “Aunque después tuvo su recompensa, porque ese país le ayudó a sofocar la rebelión delahuertista. Obregón tiene un contraste muy notable con personajes como Carranza, quien era muy nacionalista. Obregón no; él era pragmático y decía: ‘este país no puede funcionar sin Estados Unidos, así que tenemos que ver cómo nos entendemos’.”

Pedro Castro también menciona aciertos de Obregón, como haber puesto en marcha al país, primero con Adolfo de la Huerta y luego con Plutarco Elías Calles, tras los devastadores años de la lucha armada.

Ahí comienza la creación de instituciones, aunque lo que se hizo se tenía que hacer. Es decir, no es tanto que las hubieran hecho bien, sino que ante las circunstancias del momento esas personas dieron ciertas soluciones a ciertos problemas, como en todo: sin saber con exactitud cuál iba a ser el resultado.