Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de noviembre de 2009 Num: 767

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La porfiada memoria de Dedé Mirabal
JOCHY HERRERA

Juan Manuel Roca: la poesía en cuadros imaginativos
MARCO ANTONIO CAMPOS

Un ojo de la cara
EDITH VILLANUEVA SILES

Galería Uffizi: metamorfosis
ALEJANDRA ORTIZ

Dubravka Ugresic: escribir desde el exilio
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Manuel Stephens

La independencia

La historia de la danza mexicana se ha enfrentado persistentemente al desinterés de una parte considerable de la comunidad por mantener viva y en renovación la memoria. En su artículo “Transformaciones subterráneas y hallazgos olvidados”, la investigadora Margarita Tortajada puntualiza que “uno de los períodos del siglo XX menos estudiado son las décadas de los sesenta y setenta, cuando el campo dancístico sufrió importantes transformaciones en su concepción, estructura y formas organizativas”. Trabajos como el de Tortajada nos hacen comprender los complejos procesos estéticos, económicos e históricos por los que ha transitado este arte.

Me centraré principalmente en la información que provee Tortajada referente a la década de 1970, ya que, a pesar de que hay una continuidad histórica, es en estos años que la categoría danza independiente va tomando cada vez mayor fuerza. Se puede considerar que este periplo semántico comienza cuando Raúl Flores Canelo funda el Ballet Independiente (BI) en 1966. La investigadora cita declaraciones del propio Flores Canelo al respecto: “En lo primero que pensé al ‘bautizarlo' fue en la Independencia artística, es decir, no nacer amarrado a ningún dogma o ‘ismo', y dar libertad a bailarines y coreógrafos de formarse en todas las técnicas y crear sin ningún precepto de por medio.” Puede entenderse que el coreógrafo está haciendo referencia a la situación que se daba en Ballet Nacional (BN), del cual había sido miembro, donde la técnica Graham era considerada como la única con carácter formativo y se imponía un muy particular estilo de composición del que se deslindaba, buscando apertura creativa.

Posteriormente, en 1972, dentro del Seminario de Danza Contemporánea y Experimentación Coreográfica del BN, se crea el grupo Mórula, que ya contiene en sí el germen de las características de los grupos independientes que se alejan de la jerarquización de las grandes compañías y se arriesgan a buscar nuevos lenguajes. Al año siguiente, Miguel Ángel Palmeros, Cecilia Baram, Patricia Ladrón de Guevara, Marta Quesada, Valentina Castro y Raúl Aguilar, quienes habían formado parte del BN o del BI y contaban con una importante trayectoria, forman Expansión 7, “de dirección colectiva, con apertura y reuniendo a grandes bailarines e innovadores coreógrafos, el grupo Expansión 7 revitalizó a la danza contemporánea, que se había encerrado en las compañías hegemónicas de entonces, y hasta la década de los ochenta optó por una búsqueda más íntima y audaz, y se abrió a una organización efectivamente compartida”.

En 1977, un grupo de bailarines que se formaban en la escuela del BN funda Forion Ensamble, grupo “que sería punta de lanza para la nueva generación de bailarines y coreógrafos de esa especialidad y que marcaría la organización independiente (operativa, colectiva y autogestiva) que se desarrollaría durante los ochenta y hasta finales del siglo”. El término danza independiente, aún manteniendo una de claración de principios, pasó a definir a las generaciones emergentes de coreógrafos y bailarines. Metodológicamente, se ha establecido la fundación del Forion como punto de partida para categorizar la producción dancística de las últimas décadas del siglo XX. El término se sigue usando hasta el día de hoy, pero desprovisto de los significados anteriores.


José Limón

Hablar de danza independiente en la actualidad es utilizar una categoría, a mi parecer, desgastada, sobre todo en relación con la última década en la cual los sistemas de producción y financiamiento de la danza se han pulido y muestran un perfil más sofisticado.

Tortajada cita a Carlos Chávez, primer director del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), cuyas palabras son sumamente aleccionadoras: “El gobierno de la nación ha sido siempre el impulsor único de todos los intentos educativos y culturales de significación, ya sea administrándolos directamente, o subsidiando en forma más o menos amplia esfuerzos independientes. No ha existido todavía en toda la historia de todas las artes en México un esfuerzo importante de un grupo totalmente in dependiente o de oposición.” Con esto volvemos nuevamente al significado de que la independencia se da en la creación y las finanzas, afortunadamente, en las instituciones de cultura.

Me arriesgo a decir, en esta madeja en la que me he metido, que incluso el BN, el BI y el BTE han tenido su grado de “independencia”, ya que la única compañía oficial del INBA es la Compañía Nacional de Danza (Clásica).