Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de noviembre de 2009 Num: 767

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La porfiada memoria de Dedé Mirabal
JOCHY HERRERA

Juan Manuel Roca: la poesía en cuadros imaginativos
MARCO ANTONIO CAMPOS

Un ojo de la cara
EDITH VILLANUEVA SILES

Galería Uffizi: metamorfosis
ALEJANDRA ORTIZ

Dubravka Ugresic: escribir desde el exilio
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON

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Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Hugo Gutiérrez Vega

LAS EMPRESAS INFORMATIVAS Y LA ENAJENACIÓN (VII Y ÚLTIMA)

Los productores de información son, en la sociedad capitalista, técnicos especializados que han mostrado una gran pericia en el manejo de los complicados sistemas que integran la máquina internacional productora de noticias. El poder imperial aprecia sus talentos, pero considera más importante el grado de sumisión que los técnicos muestran. En el momento en que el especialista comprueba su total identificación con los “valores” del sistema, se le abren las puertas de los recintos sagrados y se le coloca una silla en la mesa de discusiones de la manipulación en gran escala.

Podemos concluir, sin mayor esfuerzo, que el imperialismo político y económico, y las oligarquías nacionales dependientes, son los elementos activos en el proceso de la información; son, en suma, los manipuladores. Participan, también de una manera activa, los productores de información que forman parte del inner circle del sistema. Los técnicos, los obreros, los obreros intelectuales, etcétera, tienen una actuación limitada en el proceso productivo, mientras que el público consumidor, privado de cualquier forma de intervención efectiva en las manipulaciones políticas y mercantiles, se limita a desempañar su papel de receptor y, salvo contadas excepciones, el poder y el prestigio de los distintos medios de comunicación lo obligan a adoptar una confusa actitud de aceptación que rara vez rompen los conatos de rechazo.

Analizar los efectos que los medios masivos causan en la sociedad sería motivo de un ensayo especial. Al respecto se han elaborado las más variadas teorías y los investigadores han presentado puntos de vista que van desde el simple y llanamente pragmático, propio de la sociología cuantitativa de origen estadunidense, hasta el que propone un estricto cuestionamiento de la actuación de los medios en la vida social, con base en el riguroso método de la crítica marxista. Sin embargo, para poder profundizar en el estudio de las características de la manipulación informativa, es imprescindible hacer algunas consideraciones sobre el elemento pasivo por antonomasia en el proceso de la información. Me refiero a la opinión pública, a la masa amorfa que consume noticias, a los que la sociedad capitalista ha convertido en seres dotados de una gran capacidad visual y auditiva, y a los que, al mismo tiempo, priva de la posibilidad de hacer oír su voz. En un mundo compuesto de ruidos electrónicos, de imágenes trasmitidas a través de los complicados sistemas cibernéticos, el empleado comprador de periódicos, el ama de casa aficionada a las telenovelas, el obrero que escucha los noticieros radiofónicos, ocupan un lugar de muy limitada importancia. Esto sucede en un medio social en el que, según lo indica la campanuda retórica con la que se pretende ocultar el verdadero rostro de los manipuladores, todos los medios de comunicación masiva están “al servicio de la opinión pública”, “a los pies del consumidor”.

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