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Toros
Orejas y rabo para Castella en Monterrey
 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de noviembre de 2009, p. a42

Turulata se quedó ayer la afición regiomontana, que llenó tres cuartas partes de la plaza Lorenzo Garza, ante el faenón que el diestro francés Sebastián Castella le cuajó al segundo de su lote, al que le tumbó las orejas y el rabo tras un derroche de arte, afición, poder y maestría que puso fuego en las manos de quienes lo aplaudieron hasta lastimarse las palmas. ¡Qué torero! No por nada le disputa a José Tomás el honor de ser el mejor del mundo.

Castella alternó con Eulalio López El Zotoluco y con Arturo Macías El Cejas para despachar un encierro de Mimiahuapan que dio buen juego en términos generales. Ante el que abrió plaza, Zotoluco hizo lo que pudo, esto es, lo mismo de siempre, y salió a saludar al tercio. Con el cuarto de la tarde repitió la dosis, pero corrió con mejor fortuna al matar y el juez le concedió una oreja.

Macías, quien luce recuperado de la tremenda cornada que sufrió hace dos meses en Sudamérica, no se acomodó con su primero, que le regateaba las embestidas, pero al ver que Zotoluco se alzaba con un apéndice del cuarto y Castella con el rabo del quinto, salió a rifársela en el sexto, y con una mezcla de clase, pundonor y carisma conquistó a los tendidos, coronó bien la lidia y se llevó también una oreja, que paseó recogiendo sombreros y botas de vino.

Vestido de negro y oro, sin las greñas que exhibió en la México durante la miniferia de febrero, muy reposado en todo momento y estableciendo una íntima conexión con los espectadores, Castella bordó el toreo con el capote y la muleta, pasándose los pitones muy cerca de los muslos pero con tal verticalidad y elegancia que nunca se salpicó de sangre, y cobró un estoconazo en todo lo alto que provocó una erupción de pañuelos.

Ante el petardo que Enrique Ponce pegó anoche en el embudo de Mixcoac, donde la gente lo abucheó por regalar un perro sarnoso, Castella abre la temporada de invierno en nuestro país con un triunfo importantísimo que, por desgracia, engordará los bolsillos de los revendedores en cuanto se acerque al coso de Insurgentes.

A quien por su infantil y desamparada parte no le fue nada bien, es al niño torero franco-yucateco Michelito Lagravere, quien el sábado, a sus 11 años de edad, debutó con picadores en la plaza limeña de Acho, donde la desproporción entre su escasa estatura y el trapío del novillo que le tocó en desgracia, se tradujo en una serie de palizas que lo enviaron a la enfermería con golpes por doquier. Hay que felicitar a su padre por darle al niño tanta ternura.