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Para el conjunto de la UNAM el resultado significó su eliminación matemática del torneo

Con un reñido empate contra Pumas, Santos se despidió del estadio Corona

En el inmueble, el cuadro de la Comarca ganó tres títulos: ante Necaxa, Pachuca y Cruz Azul

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El novato Luis Fuentes, de Pumas, y Walter Lorito Jiménez, de los laguneros, durante el partido de despedida al estadio inaugurado hace 39 añosFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de noviembre de 2009, p. 3

Torreón, Coah., 1º de noviembre. Con reñido empate a un gol ante Pumas, Santos Laguna se despidió de su estadio Corona, que apagó las luces luego de 39 años.

Para el equipo de la UNAM el resultado representó su eliminación matemática del torneo Apertura 2009. Se quedó con 12 unidades en el sótano del grupo tres y en los tres partidos restantes no podrá alcanzar al propio Santos, líder del sector (26), ni al escolta Cruz Azul (24), por lo que deberá despedirse de la idea de refrendar su título.

Los Guerreros sólo necesitan una victoria para asegurar su pase a la liguilla, pues son tercero en la llave, Atlante, suma 19 unidades y sólo llegaría a 28 si gana los tres partidos que faltan.

El cuadro de la Comarca Lagunera no pudo despedirse con una victoria del inmueble que fue inaugurado el 2 de julio de 1970, en el que ganó tres títulos: ante Necaxa, Pachuca y Cruz Azul. Su nueva sede será el Territorio Santos Modelo, que inaugurará el próximo 11 de noviembre en juego amistoso ante Santos de Brasil.

Para el último partido realizado en el pequeño inmueble los jugadores salieron con una playera con la leyenda Adiós estadio Corona, acompañados de sus hijos. Hubo una lluvia con papelitos, fuegos artificiales y los aficionados se despidieron con pañuelos blancos.

El duelo fue entretenido y en los primeros minutos ambos equipos buscaron el control del balón, pero Pumas le puso hielo a la afición al adelantarse en el marcador apenas al minuto 10.

Fue en un desborde de Dante López por la izquierda y centro retrasado a Francisco Palencia, pero el balón llegó a Barrera y éste disparó, desde la entrada del área, al lado derecho de Oswaldo Sánchez.

El equipo de Sergio Bueno mantuvo su tendencia ofensiva y se acercó en un disparo de Juan Pablo Rodríguez que pasó cerca del poste derecho, en una llegada de Matías Vuoso, pero el zaguero Carlos González punteó el esférico cuando el Toro se disponía a fusilar a Sergio Bernal, y otro disparo del mismo Vuoso fue a las manos del guardameta universitario que jugaba con su cachucha para evitar los rayos solares.

Pero después los equipos bajaron el ritmo y las acciones radicaron en media cancha, con mucha marca y escasas aproximaciones a las porterías.

En los minutos finales del periodo ya sólo hubo dos llegadas de peligro: un tiro libre cobrado por Daniel Ludueña, que Rafael Figueroa remató desviado, y un pase de taconcito del activo Vuoso a Fernando Arce, quien ingresó al área, pero entregó el esférico a la colocación del veterano Bernal.

Santos salió revolucionado para el complemento y apenas a los 25 segundos tuvo una gran oportunidad, en pase filtrado de Vuoso al recién ingresado Carlos Ochoa, pero éste estrelló el balón ante la salida de un atento arquero auriazul.

El acoso de los Guerreros era total, pero a sus jugadores les faltaba tranquilidad en el pase o remate final, con lo que desperdiciaron sus múltiples llegadas.

En cambio, jugando al contragolpe, Pumas tuvo las oportunidades más claras, pero Jehu Chiapas y Palencia no pudieron dar fuerza a sus disparos.

Luego de las fallas llegó el empate. Al minuto 66, Carlos Darwin Quintero aprovechó su velocidad e incursionó al área, pero su tiro fue desviado por Bernal, aunque el balón quedó en el área chica, adonde llegó Vuoso y logró el 1-1 con punterazo que desbordó la pasión en la tribuna.

Los equipos se nulificaron hasta los minutos finales y otra vez se acercó Palencia, pero no pudo definir luego de un buen desborde de Efraín Juárez.

Las últimas dos llegadas fueron del equipo local. Quintero disparó elevado ante una barrida de Darío Verón, cuando los fanáticos ya gritaban la anotación, y un disparo a la entrada del área del recién ingresado Juan Carlos Mosqueda que pasó arriba del travesaño.

Con el silbatazo final de Armando Archundia los aficionados ondearon aún más sus pañuelos y tapizaron de blanco el Corona en su último partido, antes de ser demolido.