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El boxeador inspiró la película Toro Salvaje, con Robert de Niro

Jake LaMotta recuerda los años dorados del pugilismo
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Jake LaMotta aprendió a defenderse con un picahielos en el patio de su escuela del BronxFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de noviembre de 2009, p. a15

Warren, EU, 31 de octubre. Jake LaMotta aprendió a pelear con un picahielos en la mano en el patio de su escuela en Bronx, mostrando la furia que después lo llevó a ganar el título mundial de peso mediano en tiempos en los que las contiendas de boxeo eran a 15 asaltos.

Giacobbe LaMotta (20 de julio de 1921), quien pasó a la posteridad como una de las grandes figuras del pugilismo e inspiró la película Toro Salvaje (Raging Bull, 1980), ganó el título hace 60 años con un violento estilo a dos puños que lo colocó en el Salón de la Fama y lo convirtió en un ídolo estadunidense.

En entrevista, habló de su extensa carrera de 106 peleas (83 triunfos, 30 por nocaut) y la agresividad que fue capturada en la película de Martin Scorsese.

Señaló que ha cambiado mucho desde que se puso los guantes por primera vez. Ya nadie sobresale, dijo sobre los campeones de hoy en un deporte caracterizado por múltiples organizaciones y un interés que está disminuyendo.

Para LaMotta las cosas eran distintas cuado él comenzó en los años de la Gran Depresión y el beisbol y el boxeo dominaban el escenario deportivo en Estados Unidos.

Los niños en su escuela eran tan pobres que lo golpeaban para robarle el sandwich que su madre le preparaba para el almuerzo. Un día su padre le dio un picahielos y le dijo que se defendiera.

Y cuando los perseguí con un picahielos, corrieron, pensé que era parte de la vida. Cuando eres joven no sabes mucho. Entonces me di cuenta de que no necesitaba seguir usando un picahielos, era lo suficientemente bueno con mis puños, evocó.

LaMotta usó la agresividad del patio de la escuela en su feroz estilo de boxeo, inclinándose hacia abajo y hacia adelante, mientras lanzaba golpes, un rasgo que lo hizo merecedor del sobrenombre El Toro del Bronx y luego El Toro Salvaje.

Nunca daba marcha atrás. No sé cómo retroceder. Siempre voy hacia delante, dijo mientras fumaba un cigarro y bebía una taza de café.

LaMotta recordó la agresividad y el empuje que lo llevaron a subir de categoría y le dieron una oportunidad en 1949, cuando venció en 10 episodios al francés nacido en Argelia Marcel Cerdan, para ganar la corona de peso mediano en Detroit.

Estaba obsesionado. No quería nada más aparte de convertirme en campeón; el día que gané el título fue el mejor de mi vida, había logrado algo que muy pocas personas podían hacer, agregó.

Enfrentó seis veces a Sugar Ray Robinson en peleas que fascinaron a los fanáticos de todo el mundo. “Sugar fue por mucho el más grande, lo tenía todo. No había comparación. Peleé con él dos veces en tres semanas; peleé tantas veces con él que es una maravilla que no tenga diabetes”.

Luego de retirarse en la década de 1950, compró bares, hizo comedia y apareció en películas.

La cinta Toro Salvaje ganó un premio Óscar por la actuación de Robert de Niro, quien entrenó con LaMotta para retratar lo mejor posible al boxeador.

Boxeamos más de mil asaltos juntos. Podría haberse convertido en profesional. No sé qué tan grande habría sido, pero era lo suficientemente bueno para ser profesional. Era grandioso, recordó.

Durante su largo retiro ha visto cómo el pugilismo que lo llevó a la gloria desde la pobreza ha caído en un mal momento a medida que el interés en otros deportes ha aumentado.

Habla de Muhammad Alí, Sugar Ray Leonard y Mike Tyson como grandes, pero ahora no ve que nadie se destaque. Quizás hay una pausa en el negocio. No ha habido nadie destacado por mucho tiempo, evaluó el púgil de 88 años, quien en la sesión de fotos posó gustoso con su prometida Denise Baker.

Cuando el boxeo lucha por captar atención frente a otros deportes, como la artes marciales combinadas –que claramente le desagradan–, al final serán los aficionados quienes decidan si el pugilismo tiene futuro.

“Se pondrá de moda lo que el público quiera –concluyó LaMotta con imparcialidad–. Cualquiera que sea el resultado, estará bien, más allá de cual sea el que prevalezca”, comentó.