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El periodista presentó en la Universidad Veracruzana su libro publicado por La Jornada

Autores de crímenes de Estado gozan de impunidad y son premiados: Bellinghausen

La matanza de Acteal no sucedió en un día; fue un esquema paramilitar diseñado por el gobierno

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Hermann Bellinghausen durante la presentación de su libro Acteal: crimen de Estado, en la Universidad VeracruzanaFoto Sergio Hernández Vega
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 15 de septiembre de 2009, p. 6

Jalapa, Ver., 14 septiembre. La historia de la impartición de justicia en México lleva como acompañante permanente la impunidad fomentada desde el Estado, y lo sucedido en Acteal demuestra que aquí matar gente sí funciona, porque no hay castigo, sino premios, aseguró el periodista Hermann Bellinghausen al presentar su libro Acteal: crimen de Estado, publicado por La Jornada.

Pero a la tragedia de Acteal, herida que sigue sin sanar, dijo, se agregan otras similares que se han acumulado y que tienen un común denominador de la impunidad con el crimen cometido desde las esferas gubernamentales; entre ellos están los casos de Tlaltelolco, Aguas Blancas, El Charco, El Bosque, Oaxaca, Atenco y Pasta de Conchos.

“Impunidad… impunidad… impunidad y premios. A Enrique Peña Nieto (gobernador del estado de México) lo quieren premiar con la Presidencia de la República, y a Ernesto Zedillo, el genocida invisible, se le trata con algodones y se sienta a las mesas de consejo de las trasnacionales que protegió, cuando es peor que (Luis) Echeverría”, refirió.

Entonces, insistió el periodista, matar a la gente en México sí funciona y ningún crimen importante en México ha sido castigado nunca.

Aseguró que lo más cerca que se tuvo para sancionar un crimen de Estado fue con Echeverría, que sintió el calor de los jueces, pero la libró, aunque Acteal, como la masacre del 68 y otros crímenes más, todos saben en el fondo quiénes fueron los responsables y que ahora se andan paseando libremente por ahí.

Acteal, en términos paradigmáticos, es uno de los pocos casos en los que se ha acorralado al gobierno federal, ya que se le obligó a investigar sus propios crímenes, resaltó.

Comunidades divididas

Enviado de La Jornada en Chiapas desde el levantamiento zapatista de 1994, Bellinghausen expuso que la obra Acteal: un crimen de Estado no dice nada nuevo el periódico con sus notas publicadas entre mayo y diciembre de1997 no haya dado a conocer al mundo, pero sí intenta exponer el paradigma que sentó la tragedia.

Acteal no sucedió en un día, como muchos suponen; no fue un accidente y no fueron hordas salvajes que se enfrentaron, sino fue todo un nuevo esquema de la estrategia paramilitar diseñada por el gobierno federal y que se adaptó al contexto chiapaneco, y que también sigue vigente, pues la guerra continúa: llevan 16 años en guerra, explicó.

El paramilitarismo sembrado en Chenalhó –dijo– resultó tan efectivo que no sólo detonó la masacre de 45 indígenas aquel 22 de diciembre de 1997, sino que mantiene divididas y lesionadas a las comunidades chiapanecas.

Y en el manual de la contrainsurgencia, el gobierno federal ha desarrollado una adaptación especial para Chiapas y un paramilitarismo que se adaptó eficazmente y la experiencia de guerra no ha concluido. En Chenalhó se ensayaron muchos crímenes: los culturales, los religiosos, los sociales y los más conocidos, los policiacos.

Ahora, más de una década después, tras la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) –Suprema Corta, como la llamó el investigador de la Universidad Veracruzana (UV) Manuel Martínez, uno de los comentaristas del libro– de liberar a 20 de los paramilitares implicados en la masacre de Acteal, uno de ellos confesó: va a reabrir los dolores que nunca han sanado en las montañas de Chiapas.

Reclamo a la UV

Durante la presentación del libro, realizada la tarde del domingo, comentaristas y público se unieron en rechiflas y consignas contra los llamados intelectuales orgánicos que han cuestionado lo sucedido en Acteal y han defendido la actuación del gobierno de Ernesto Zedillo. Siempre me he preguntado: por qué les dicen orgánicos, ¿será porque lo que producen es puro desecho, dijo irónico Manuel Martínez.

El más mencionado fue Héctor Aguilar Camín, a quien tildaron de patético, mentiroso y doblemente orgánico porque sirve al gobierno y a Televisa. Enseguida, entre el público se oyó un largo silbido en honor al aludido.

Incluso, en su participación, el también investigador de la UV Horacio Guadarrama hizo un pronunciamiento y reclamo público al rector de la institución de educación superior, Raúl Arias Lovillo, quien recientemente otorgó el doctorado honoris causa a Aguilar Camín.

“¿A quién diablos se le ocurrió en la UV, por qué abaratarlo (el reconocimiento)?, ¿Cómo comparar a Eduardo Galeano (quién también lo recibió en meses pasados) con el detestable Aguilar Camín? ¡Qué vergüenza… qué asco!”, concluyó el catedrático, mientras todos en el auditorio aplaudían.