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Con la llegada de Ramírez Acuña se instauró el autoritarismo en San Lázaro: Jaime Cárdenas

Arranca en la Cámara de Diputados el juego de las vencidas entre liderazgos
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Durante la sesión del Congreso el pleno guardó un minuto de silencio por el asesinato del diputado guerrerense Armando ChavarríaFoto José Antonio López
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Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones con los integrantes de la bancada del tricolorFoto Francisco olvera
 
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de septiembre de 2009, p. 6

Ante la ausencia del Presidente de la República en la apertura de los trabajos de la 61 Legislatura del Congreso de la Unión, por segundo año consecutivo, los partidos que lo conforman mostraron el perfil que los marcará como poder en los próximos tres años. Y lo hicieron en sus atavismos y en sus escasas virtudes; en su disposición a la generosidad con la patria, pero también en sus mezquindades políticas, e inició ya el juego de vencidas ante lo verdaderamente importante por venir: el proyecto de presupuesto para 2010, exactamente dentro de una semana.

Este fue un acto protocolario sí, pero suficiente para pulsar el autoritarismo inveterado del panista y presidente de la Cámara de Diputados, Francisco Ramírez Acuña, agradecer la pulcritud jurídica del neopetista Jaime Cárdenas y la retórica punzante de Porfirio Muñoz Ledo y, en las curules, constatar el control y la línea que marcarán a sus huestes Beatriz Paredes y Francisco Rojas, del PRI, y César Nava y Josefina Vázquez Mota, del PAN, por citar sólo algunos.

Y ver también los malabares para adaptar a la práctica parlamentaria el formato que opera desde el año pasado, esto es, el Informe sin presidente. Todo, complicado aún más por la mera presencia y los amagos de Gerardo Fernández Noroña, a quien le negaron la palabra para inconformarse con la decisión de que sólo los presidentes de las cámaras del Congreso recibieran el texto enviado por Felipe Calderón a través del titular de Gobernación, Fernando Gómez Mont, pero a quien de todos modos el también neopetista logró interceptar para mandarle decir al Presidente de la República que renuncie.

De esa forma podría decirse que Gómez Mont llegó a San Lázaro por la puerta de atrás. Solos, Ramírez Acuña y el senador Carlos Navarrete cumplieron la encomienda de recibir los volúmenes del tercer Informe de gobierno. Y lo hicieron solícitos y prestos, mientras los demás legisladores permanecieron en el salón de plenos. Como quien dice, voy y vengo, en un trámite dispuesto en vivo únicamente para reporteros gráficos.

El nuevo orden dispuesto

A los reporteros se les impidió el paso al salón de Protocolos y se les cortó el audio en la sala de prensa para captar ese momento. Sería apenas ejemplo del nuevo orden dispuesto en el Palacio Legislativo. Y de darles acceso al salón de plenos, ni hablar. Ahora el corral de la ignominia es mucho más ambas cosas.

Por eso, ante la definición expresada por el ex consejero electoral Jaime Cárdenas, quien dijo que con la llegada de Ramírez Acuña se instauró el autoritarismo en la Cámara de Diputados, a muchos les vino a la mente la actuación de aquel como gobernador de Jalisco: el encarcelamiento de los jóvenes altermundistas o el mote que se ganó de Paco el opaco, por su resistencia a informar suficientemente sobre los estados financieros de su administración.

Inevitable entonces, recordar lo ocurrido hace un año cuando gracias a una negociación política el entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, llegó a las 11 de la mañana a entregar los legajos del Informe. Fue también una breve ceremonia, donde al mismo salón en que ayer estuvo Gómez Mont entró todo el que quiso, y el funcionario fue despedido entre vítores y besos por las diputadas del PAN.

Este martes, y menguada su presencia en San Lázaro, los panistas no tuvieron otra que agazaparse detrás de su líder de bancada, Vázquez Mota, y sólo aplaudieron a su orador, Manuel Clouthier, a quien encomendaron llevar la posición partidista a la tribuna, en un día igual al de hace 27 años en que su padre, el Maquío, escuchó ahí mismo y con él todo el país, cuando José López Portillo nacionalizó la banca. Y dicen quienes ayer recordaron la efeméride, que fue entonces cuando nació el neopanismo.

La pieza del vástago del bronco político norteño, excedida en el tiempo reglamentario, fue el acostumbrado elogio del partido en el poder al Presidente de la República, pero también de tácita confirmación de los aumentos en impuestos y servicios que están por venir.

Y en el otro extremo, y éste sí en clara constatación de lo que se conoce como genio y figura, la pieza de un Muñoz Ledo con su filo preciso: para cancelar la esquizofrenia política, para reparar entuertos entre un parlamentarismo que no se acaba de plasmar en la ley, comencemos por la dimisión formal de quien ostenta la investidura presidencial, pidió.

El PRI, por su parte, sabedor de los lujos que puede concederse por su rol protagónico, jugó a la democracia interna y dio a una joven veracruzana –el año pasado también dio esa tarea a un oriundo de esa entidad–, Carolina Goudiño, la lectura de un texto que insistió en el rechazo a nuevos impuestos, al tiempo que exigió a Felipe Calderón gastar menos en publicidad, y más en inversión social.

Los demás, con la pena, totalmente prescindibles.