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Sufrió un ataque de ansiedad; estaba exhausta y un poco nostálgica, comentó su hermano

Susan Boyle, víctima del juego de la fama
The Independent
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de junio de 2009, p. 9

Londres, 2 de junio. El futuro estaba trazado para Susan Boyle. Luego de competir en la final de Britain’s Got Talent, el sábado pasado, estaba programada para encabezar a sus compañeros aspirantes a estrellas en el escenario de la Indoor Arena de Birmingham en la primera noche de una gira nacional de 18 paradas.

Luego tenía un vuelo reservado para la República Checa, donde grabaría un disco de canciones del programa con la Orquesta Sinfónica Nacional, antes de regresar al Reino Unido para negociar los detalles finales de un contrato sin precedente, bajo la mirada atenta del empresario Simon Cowell, el cual se esperaba que la pusiera en el primer lugar de popularidad en Estados Unidos y le redituara millones de dólares.

Pero la noche del domingo, mientras los productores del programa que la impulsó a la fama mundial, hace menos de ocho semanas, brindaban por el éxito alcanzado en rating y buscaban redirigir los reflectores hacia el sorpresivo ganador, el grupo de danza Diversity, de Essex, algo salió terriblemente mal en el plan.

Extraña conducta en los útlimos momentos

La policía recibió una llamada para acudir al hotel del centro de Londres donde se reportó que Boyle, quien sufre de problemas de aprendizaje por una insuficiencia de oxígeno al nacer, actuaba extrañamente. Se dijo que la habían visto correr por los pasillos tras bambalinas, lanzando insultos a los creadores del programa. Millones de personas se preocuparon por su estado mental luego de que los periódicos recogieron versiones de una disputa con palabras altisonantes en un estacionamiento, la semana pasada, mientras muchos otros se espantaron por su extraña conducta durante los últimos momentos de la final del concurso de talentos.

Cuando la policía metropolitana llegó, encontró a los médicos tratando de atender a una mujer desesperadamente enferma. Exhausta y perturbada por la intensidad de sus experiencias recientes, la solterona de 48 años accedió a hacer el corto viaje al norte en ambulancia, hacia el suburbio londinense de Southgate. Allí se le internó en la clínica privada Priory, donde reposará y recibirá tratamiento por lo que se describió como un colapso nervioso.

Al conocerse la noticia de su angustia mental, la mañana de este lunes, llegaron mensajes de apoyo del primer ministro Gordon Brown y de la cantante pop Lily Allen.

El publicista Max Clifford buscaba tranquilizar a los fanáticos respecto de que se hace todo lo posible por ayudar y proteger a la cantante. Piers Morgan, jurado de Britain’s Got Talent, quien impulsó a la improbable estrella durante su dramático ascenso a la celebridad, trató de explicar lo que ocurría. Nadie había tenido que enfrentar una atención como la que Susan recibió. Nadie pudo haberlo previsto. Fue una locura, pasar del anonimato a ser la mujer con más videos bajados en la historia, declaró al canal GMTV.

Pocos pudieron haber vaticinado las exageradas reacciones que llegaron a rodear a esta melenuda trabajadora voluntaria de iglesia que, antes de su audición frente a un perplejo jurado y un auditorio en un principio hostil, en abril pasado, había llevado una vida de tranquilidad con su gato Pebbles en el hogar de sus difuntos padres en Blackburn, en el suburbio de West Lothian. Pero era tal la incongruencia entre su apariencia y el timbre exótico de su voz, que pocos pudieron resistirse a la historia. El video de su aparición fue bajado más de 100 millones de veces; la cantante se presentó en los programas de Larry King y Oprah Winfrey, y en su país natal se emprendió una cacería por los detalles privados de una vida hasta entonces carente de notoriedad.

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Podrían pasar semanas, tal vez meses antes de que Boyle se recupere para explotar las doradas oportunidades que se le presentenFoto Ap

Podrían pasar semanas, tal vez meses antes de que Susan Boyle se encuentre lo bastante bien para explotar las doradas oportunidades que hasta hace unos días parecían cuestión de mera formalidad para ella. Algunos se preguntaban este lunes si alguna vez podrá volver por completo al primer plano que ocupó.

Amigos y familiares de la estrella expresaron profunda consternación por este giro en los acontecimientos. Su hermano, Gerry Boyle, minimizó la seriedad del incidente del domingo, al comentar que su hermana no había padecido más que un ataque de ansiedad. Opinó que Susan estaba exhausta y un poco nostálgica, pero insistió en que era el principio, no el fin, de su carrera internacional de cantante. No le interesa el dinero, no es una persona materialista; lo que le interesa es trabajar con sus ídolos, añadió. Su antiguo maestro de canto, Fred O’Neil, describió el trance como una tragedia, y manifestó: Sólo espero que la fama que ha obtenido con esto le traiga alguna dicha.

Andy Abraham, quien quedó finalista en la segunda serie del programa X-Factor, comentó que las presiones sobre los concursantes de la televisión a menudo son enormes. “Todo tiene que ver con el programa, sobre todo si uno no está acostumbrado a ese ambiente, en el que todos están para encumbrarlo o para derrumbarlo –aseveró–. Alguien debió haberse sentado con Susan Boyle y decirle: ‘Esta es una situación en la que oficialmente eres un fenómeno. Queremos protegerte y hacerte salir de esto con tu salud mental intacta’.”

Añadió que muy a menudo los cantantes sienten estar en una carrera sinfín, desesperados por capitalizar su oportunidad de éxito. Si bien Susan tiene una voz realmente buena, se han exagerado sus cualidades hasta el punto de perjudicarla, expresó. Los productores de Britain’s Got Talent insistieron este lunes en que habían cumplido sus obligaciones de cuidar a Boyle y que ella tuvo a su disposición todo el apoyo apropiado. Una portavoz señaló que a todos los concursantes se les pidió revelar cualquier problema de salud prexistente antes de participar.

El programa ha despertado también otras inquietudes. La mamá de Hollie Steel se vio orillada este lunes a defender su decisión de permitir que su hija de 10 años compitiera en la final del domingo, luego que la niña rompió a llorar durante las semifinales. Nina Steel, de 37 años, afirmó: Aparecer frente a la multitud o en televisión no era problema para ella. Sencillamente quería que la canción le saliera bien.

Ofcom, organismo independiente que regula las transmisiones de televisión en Gran Bretaña, informó este lunes que, pese a recibir quejas, no tiene planeado realizar una investigación. Activistas pro salud mental subrayaron la importancia de que todo el mundo tenga la oportunidad de participar. Marjorie Wallace, jefa ejecutiva de la organización filantrópica de salud mental Sane, comentó: “Todo lo que está en juego en programas como Britain’s Got Talent puede ser un reto para cualquiera. Puede que algunos necesiten más apoyo para hacerle frente, pero no se puede predecir la forma en que las personas enfrentarán la desilusión, y por lo tanto no se debe evitar que las personas participen en estos concursos”.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya