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Daniel Frías, de Indios, ejemplo de que se puede cambiar la vida

El futbol en Ciudad Juárez, un escape a las drogas y violencia

El Maleno anduvo en pandillas y se fue de mojado a Estados Unidos

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Frías es el máximo goleador y emblema del equipo de la tribuFoto club Indios
 
Periódico La Jornada
Sábado 16 de mayo de 2009, p. a18

Hasta el más descarriado puede rencontrar el rumbo y nunca es tarde para intentarlo, demuestra con su ejemplo Julio Daniel Frías.

A él la oportunidad le llegó un poco tarde pero sin sueño, dice sonriente Maleno, quien pudo salir del círculo de violencia que lo llevó a estar internado en un instituto de menores de Ciudad Juárez.

Se inició en el futbol a los 20 años, pero tuvo que postergar el intento al irse de mojado a Estados Unidos, aunque al regresar siguió insistiendo hasta debutar en primera división a los 29.

El corpulento jugador, quien es máximo goleador y figura de Indios, creció en un ambiente de adicciones y delincuencia.

La prensa ha revelado datos sobre su pasado y no evade la responsabilidad: Son cosas que pasan en Ciudad Juárez, donde hay mucho pandillerismo y drogadicción. Yo pasé por cositas de esas porque donde vivo, mi colonia (Altavista), es de las más bravas, de las más conflictivas de ahí y pasas por esas cosas.

Julio buscó mejorar su vida por medio del balompié y se inició de manera profesional a los 20 años, en Soles de la tercera división, aunque el camino no resultó fácil y siempre, a la par con el trabajo, transitó también en la segunda y primera A en el país (Astros, Zihuatlán, Tigrillos y Cobras).

Sin embargo, la necesidad económica fue mayor y como miles de mexicanos emigró a Estados Unidos para emplearse en la construcción.

Entre el máximo circuito y las demás divisiones hay muchísimas diferencias, asegura, y enumera el trato al jugador, las canchas, el nivel técnico, disputar partidos con público y no batallar tanto para la paga del sueldo: Ahorita que estamos en el primer circuito se ve la diferencia; a nadie le gustaría estar en primera A.

Después de tres años en El Paso, Texas, donde participó en Patriotas de la cuarta división, Frías regresó y vivió la gloria del ascenso. Su gran oportunidad llegó en un momento inusual: a sus 29 debutó en primera y hoy, a los 30, se ha convertido en uno de los referentes de la tribu, por el respeto que su seriedad infunde en el vestidor y el cariño que la gente le profesa en las tribunas, al que además es el único jugador nativo del equipo.

La verdad yo nunca pensé que fuera a llegar a primera división, señala, y hace una pausa. No oculta la emoción y agrega: “fue un cambio radical en mi vida porque yo trabajaba, hacía otras cosas, y de repente me llaman a Indios.

El nacimiento del primer hijo me ayudó mucho a recomponer mi vida y después el futbol fue el que poco a poco me fue sacando.

Ahora vive en otro mundo y lo único que quiere es disfrutarlo, al igual que mi familia, y agradecerle a Dios porque volver y llegar hasta donde estoy ahorita es gratificante.

Una ciudad golpeada

Julio sabe que su caso es excepcional, porque es muy difícil que pasen estas cosas. Conozco mucha gente de Ciudad Juárez que se queda estancada o sigue en lo mismo de drogas y pandillas. Y, lejos de una pose ególatra, se asume como un ejemplo, porque nunca he bajado los brazos, siempre he estado al pie del cañón. Hubo tres años que me perdí del futbol porque tuve que hacer otras cosas, pero Dios me dio otra oportunidad y la estoy aprovechando al ciento por ciento.

Durante los meses recientes el jugador accedió a ofrecer pláticas a jóvenes de sectores marginales y, más allá de su historia, piensa en lo que significa la presencia de Indios en la violenta ciudad fronteriza.

El futbol de primera división genera trabajo y derramas económicas pero, de haber descendido, la mayor pérdida hubiera sido en otro sentido: sería una tristeza muy grande. En Ciudad Juárez ahorita no hay otra cosa mejor que ir a ver a Indios, y no lo digo yo, toda la gente está esperando que llegue el domingo.

Es que la llegada del balompié ha servido de alivio, medicina, ante un círculo de violencia que parece no tener fin y confina a esa urbe como la más peligrosa del país: La ciudad ahorita está muy temerosa por todo lo que ha pasado, pero cada domingo la gente se distrae, lleva a sus hijos al estadio y lo llenan como debe ser.

Aunque considera exagerado eso de que a la hora de los partidos no hay ejecuciones ni delincuencia, el Maleno remarca que “el balompié ha llegado a modificar las cosas.

“Ahora que Juárez tiene muchos problemas con cositas del narco, creo que estar en primera división, ha llegado a cambiar la ciudad y puede transformar la de mucho joven que anda metido en las pandillas o drogas”, porque “pueden llegar a Indios, que es un escaparate. Esperemos que el futbol se quede mucho tiempo, para toda esa jovenada que viene en camino”, puntualiza.