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La muestra está compuesta por cinco series cuyo nexo es la muerte, explica el fotógrafo

Tomás Casademunt confronta su obra en Citius, altius, citius

Le Laboratoire aloja la exhibición de 22 imágenes

Prepara una exposición para mediados de junio en el Museo Nacional de Antropología; por esas fechas RM lanzará el libro Maya Puuc

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La serie Teotihuacán no se había exhibido antes. Arriba, dos imágenes de dicho conjuntoFoto de Tomás Casademunt
 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de mayo de 2009, p. 2

El fotógrafo Tomás Casademunt, en complicidad con el galerista Julien Cuisset, ha hecho una pausa en su quehacer con la finalidad de confrontar sus trabajos realizados en la pasada década y con algunas de las piezas y construir un discurso coherente para nosotros y como historia, a la manera de eje transversal que conecte mis diferentes series.

La exposición Citius, altius, citius, que se puede visitar en la galería Le Laboratoire, Vicente Suárez 69-2, colonia Condesa –previa cita en el télefono 5256-4360–, está compuesta de 22 fotografías, algunas pertenecientes a las series Obra negra (2007), trabajo en proceso; Biblioteca Vasconcelos (2007); Mitla (2007), La muerte en el altar (2008), y Teotihuacán (2009).

No son series desconocidas, pero hay una que otra sorpresa, como la imagen Genuina cabeza humeante, donde un accidente casual generó una presencia nueva con una pieza prehispánica. La serie de Teotihuacán nunca se había exhibido.

Para Casademunt (Barcelona, 1967) el nexo que comparten todas las series es la muerte. Trae a colación el conjunto de retratos de soneros que se publicó en 1995 en el libro Son de Cuba: En el momento en que los conocí estaban muy grandes. Prácticamente ya todos han muerto. Obra negra testimonia algo que va a morir prontamente: la construcción con varilla y concreto.

De acuerdo con el entrevistado, quien lleva tres lustros de radicar en México, el título de la muestra, el cual retoma el eslogan de la Olimpiada –Citius, altius, fortius–, es una especie de declaración de principios: Ya no soy de allá, ni seré nunca de aquí.

El título también alude a cierta situación: “De mil años para acá hay una obsesión por levantar edificios altísimos, así, en chinga. Es como que hacemos las cosas para los demás, no para nosotros. Me imagino a los artesanos que hicieron la tumba de Mitla –no sé cuántos años tardarían–, con pedacitos de piedra, como un enorme rompecabezas, sin ningún tipo de pegamento, con mucho amor y una cultura de sustento súper fuerte que estructura su vida”.

Entonces, Citius, altius, citius confronta la parte fundamental de mi trabajo, que es frente a las piedras antiguas, acota el fotógrafo. También constituye un corte en el camino en vísperas de la gran exposición de una serie de 32 imágenes que Casademunt prepara para mediados de junio en el Museo Nacional de Antropología, con el apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Fundación Televisa. De forma paralela, la editorial RM publicará el libro Maya Puuc, proyecto que el fotógrafo realizó con una beca del Sistema Nacional de Creadores.

Casademunt dedica la exposición a los pioneros –como Désiré Charnay y Teobert Mahler– en ese tipo de expediciones, con quienes formé un vínculo muy personal, afectivo y espiritual en las noches, porque retraté los palacios mayas del Puuc con la luz de la Luna, con una cámara 8x10, con exposiciones de una hora, con una presencia muy fuerte de la muerte. La roca calcárea utilizada por los mayas del Puuc para construir, con la luz de la Luna adquiere una nueva presencia.

Casademunt siente que lo suyo complementa el trabajo de los pioneros, quienes lo tuvieron muy difícil para entrar a la selva con sus cámaras pesadas, el agua y las mulas. Recorrí los lugares Puuc en Yucatán y Campeche. En Yucatán empecé por las zonas cuidadas por el INAH, que se pueden visitar, y luego me metí en la sierrita a ubicar los lugares perdidos por ahí, porque la gente del Puuc construyó muchísimo.

El proyecto marcó un antes y un después en su manera de trabajar: “Antes del Puuc había hecho una fotografía certera; es decir, donde controlo el encuadre, la luz. La del Puuc es una fotografía que tiene mucho que ver con la intuición y con la revelación no sé de quién: si de esos pioneros con los que tenía esa empatía, o con los arquitectos mayas. Pero, en las noches de Luna, cuando me sumaba a mi cámara grande, veía una gran forma lumínica.

Después del primer viaje revelé mis placas y me di cuenta de que había algo que iba más allá de mí, que era como un regalo y que yo era elegido para estar allí y seguir. Las imágenes son como revelaciones fotográficas, porque son cosas que intuí y sentí, pero que la cámara registró.