Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 19 de abril de 2009 Num: 737

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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Humor negro
EDITH VILLANUEVA SILES

La presencia de La Otra
ANA FRANCO ORTUÑO entrevista con JOSÉ ÁNGEL LEYVA

El sitio desde donde habla Sabines
DIEGO JOSÉ

El infinito Galeano
JAIME AVILÉS

Galeano y el oficio de narrar
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON Entrevista con EDUARDO GALEANO

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Columnas:
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Hugo Gutiérrez Vega

LA OPINIÓN PÚBLICA Y LA MASA DE CONSUMIDORES
DE INFORMACIÓN ( III DE VIII )

La crítica marxista se enfrentó a estas condiciones objetivas de la realidad social y llevó a cabo el desenmascaramiento de las técnicas manipuladoras de la clase burguesa en el poder. La opinión pública, que en la concepción iluminista era, como afirma Germani en su obra Surgimiento y crisis de la noción de opinión pública, “la expresión de la racionalidad aplicada a los problemas sociopolíticos”, fue concebida por el marxismo como la manifestación particular de una visión del mundo. Esta visión corresponde a la perspectiva adoptada por la clase social en proceso de ascensión. La ideología burguesa, dominante en la época en que se elaboró la crítica marxista, imponía a las otras clases su peculiar cosmovisión, asegurando así su ubicación en el seno de la estructura social y su situación dentro de la dinámica de la historia.

Es indudable que el pensamiento del liberalismo coincidió con las necesidades históricas de su tiempo. La burguesía se preocupó por la objetividad en el manejo de los asuntos concernientes a la opinión pública. Sin embargo, al convertirse en la clase hegemónica, envío al cesto de la basura sus nociones liberales y se preparó para evitar que el proletariado, la nueva clase ascendente, encontrara las formas de expresión capaces de propiciar una nueva transformación social.

El perfeccionamiento de los sistemas de impresión de periódicos, unido a los avances tecnológicos que permitieron una gran rapidez en la transmisión de noticias, convirtió la prensa en un compleja maquinaria industrial dependiente de las organizaciones financieras propias del capitalismo monopólico. Las noticias adquirieron los rasgos característicos de los objetos de comercio, y las enormes agencias internacionales pusieron en práctica la habilidosa estrategia que les permitió servir a los intereses de la ideología dominante, ocupar un lugar decisivo en el proceso de la enajenación humana y, por otra parte, seguir esgrimiendo los argumentos relacionados con la “objetividad” y el “debate libre” que tuvieron validez en el momento histórico que coincidió con el pensamiento liberal, pero que en nuestra época tiene ya el inconfundible tañido de una solemne y hueca campana catedralicia. Por estas razones, Lenin (en su Plan de un periódico político destinado a toda Rusia), al referirse al concepto de “libertad de prensa” sostenido por la burguesía, afirmó que consistía en “las libertades que se toma la ideología dominante para organizar a sus acólitos”. Esto no significa que un concepto que ha tenido tanta importancia histórica deba ser tratado con fórmulas de menosprecio. Lenin se limitó a desenmascarar las falacias que la burguesía ya manejaba para ocultar sus manipulaciones y maniobras.

Ante el rápido desarrollo de los medios electrónicos, la clase dominante instrumentó una política tendiente a manejar los controles de los sistemas de transmisión y a organizar una programación que los pusiera al servicio de la civilización del consumo y de la estructura comercial del capitalismo. Supo, desde el principio, que los medios tenían una importancia fundamental en el control de la opinión pública, y que podían desempeñar, con deslumbrante eficacia, el papel de reforzadores de pautas de conducta y de prejuicios sociales; ocupar un lugar preponderante en el proceso de formación de los gustos y las costumbres, proceso que constituye uno de los propósitos primordiales de la publicidad comercial y, por último, propiciar el desarrollo de la actitud conformista que dificulta la movilización de clases oprimidas y asegurar la permanencia del statu quo favorecedor de la clase dominante. Sin embargo, al margen de la crítica político-ideológica que de la noción de opinión pública puede hacerse, es absolutamente necesario intentar un estudio del tema considerado como un concepto analítico-ideológico; para lograrlo creo que es indispensable partir de la idea de que hay, a pesar de todas las maniobras y manipulaciones, una opinión pública que se manifiesta de las más variadas maneras. Esta utilísima tautología nos permitirá hurgar, con mejores posibilidades de éxito, en la faltriquera de una sociedad que busca reemplazar la opinión pública por la masa amorfa y dócil a las órdenes de los aparatos de control social.

(Continuará)

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