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Participa en El flautista de Hamelin, montaje que se presentará en el Teatro de la Ciudad

Horacio Franco persiste en desvincular a la música de su contexto de museo

La presencia escénica de los atrilistas deja mucho que desear, lamenta el intérprete

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Los actores Lola Maggi y Víctor Kruper acompañan a Horacio Franco, quien bromea. Ayer, en rueda de prensa, el flautista hizo un llamado a los músicos para que interactúen con otras disciplinas artísticasFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Jueves 2 de abril de 2009, p. 6

Desvincular a la música de concierto de ese nicho sacrosanto de que es una expresión sólo para cierta elite de conocedores ha sido el leitmotiv del flautista Horacio Franco durante 30 años de carrera.

Así lo sostuvo ayer el intérprete, para argumentar por qué aceptó integrarse al elenco de la obra El flautista de Hamelin, que la compañía Teatralnaya escenificará en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, del 9 al 12 de abril, bajo la dirección de Mauricio Osorio.

Sin embargo, Franco aclaró que su participación se reducirá a lo que sabe hacer: tocar, ya que por cuestiones éticas no acepté actuar, porque es algo para lo que no estoy preparado.

Asimismo subrayó la necesidad de que los músicos se abran a otro tipo de ámbitos y experiencias, entre ellas salir de las salas de concierto e interactuar con otras artes, como en su caso ha ocurrido antes con la poesía y la danza, a lo cual se suma ahora el teatro.

Rigidez y anquilosamiento

Desvincular la música de su contexto de museo es lo que más me interesa, humanamente hablando. Se le ve tan lejana todavía, porque se acostumbra a verla como algo solemne y especializado, aunque no siempre fue así, señaló en conferencia de prensa.

“La música en Europa se hizo clásica porque se aprendió a escribir, por eso trascendió, pero no quiere decir que por eso se volvió expresamente académica. Tuvo que volverse así por la necesidad de descifrar ese código escrito. Pero de allí a que sólo sea académica, es un error.

Por eso a los conciertos en Estados Unidos, Japón y Europa solamente asisten viejitos, porque son los únicos que aparentemente crecieron con esto, y a los jóvenes no les interesa, porque requieren de vivencias más intensas, las cuales encuentran en las presentaciones de Peter Gabriel o Madonna.

Mantener ese esquema tan rígido y anquilosado en el que desde el siglo XIX se ha constreñido a la música de concierto, explicó Horacio Franco, lo único que ha provocado es impedir que gane más adeptos.

He ido a conciertos en Europa, por ejemplo con la Filarmónica de Hannover, y me he quedado dormido, por el ostracismo con el que tocan los músicos. Son obreros altamente calificados, agregó.

El problema de los músicos es que son obreros altamente calificados. No es que ellos se consideren así, sino que así son tratados por varios directores. Y no es algo correcto, uno como director debe tener la conciencia de que, en una orquesta, se está al frente de seres vivos y artistas que están vibrando a la par con uno, y que se les debe dar un reconocimiento, no sólo laboral, como si fuéramos gringos, sino artístico y humano.

Desenvolvimiento escénico

A propósito de su participación en El flautista de Hamelin, Horacio Franco sostuvo que la preparación en términos de desenvolvimiento escénico es una de las grandes lagunas que tiene un músico durante su preparación escolar.

Esa presencia escénica es encubierta por el músico con el frac y otras muchas cosas. La presencia escénica de los músicos es algo que deja mucho que desear, aun en los cantantes de ópera, apuntó.

“Por eso desde los años 40, 50 y 60 ganó el rocanrol, porque los músicos que lo hacían sí se movían. A nadie le importaba que tocaran o cantaran muy sucio, porque era otro tipo de presentación y las buenas costumbres de estar sentado en un concierto ya no valieron.

“Por eso la música clásica cayó en un declive absoluto, propio de lo que ‘la gente de buenas costumbres’ aprovecha todavía para sostener que la música es de una sola manera, para un público elitista o para un lugar donde sólo se va a escuchar.”

Sobre la puesta en escena de El flautista de Hamelin, la cual es una adaptación de la obra original de la estadunidense Jose-phine Preston Peabody, Franco resaltó que le llamó la atención porque en ella se tocan esos claroscuros inherentes a toda persona: Los humanos no somos ni seres luminosos ni oscuros totalmente. Es una gran verdad que he defendido siempre.

Las funciones serán jueves y viernes, a las 20:30 horas; el sábado a las 13 y 20 horas, y el domingo a las 13 horas.