Cultura
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El cuarto titular del consejo generó amplias expectativas en la comunidad artística

La gestión de Sergio Vela al frente del CNCA se caracterizó por la prudencia

El Plan Nacional de Cultura, cuyo anuncio fue tardío, privilegia el turismo en zonas arqueológicas

 
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de marzo de 2009, p. 6

Luego de una administración caracterizada por la prudencia –como él mismo definió en varias ocasiones–, el distanciamiento hacia la comunidad cultural y los medios de comunicación, así como, según señalaron varios diputados, un constante subejercicio presupuestal, ayer renunció Sergio Vela a la presidencia del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA).

Ahora Consuelo Sáizar, quien mantiene una gran amistad con Josefina Vázquez Mota, titular de la Secretaría de Educación Pública, toma la estafeta que deja el funcionario saliente.

Sergio Vela fue el cuarto titular en la historia de la instancia encargada de la política cultural del país. Generó muchas expectativas entre la comunidad artística y cultural cuando, en diciembre de 2006, fue nombrado por el presidente Felipe Calderón, su amigo desde la Escuela Libre de Derecho.

Llegaba a recomponer el CNCA luego de los primeros seis años de administración panista, encabezada por la periodista Sari Bermúdez, amiga y biógrafa de la esposa de Vicente Fox, y duramente cuestionada por su falta de experiencia.

Entre las decisiones que más se cuestionaron a Bermúdez y al gobierno foxista figura la construcción de la Biblioteca Vasconcelos, conocida como megabiblioteca, proyecto considerado faraónico por algunos intelectuales y adulado por Fox como su joya de la corona, con un costo de, al menos, mil 300 millones de pesos.

Por el CNCA, creado por Carlos Salinas en diciembre de 1988, pasaron Víctor Flores Olea y Rafael Tovar y de Teresa, quienes, según algunos, lograron perfilar una política cultural. Pero con la llegada del panismo al poder, las cosas cambiaron.

No figura en el diccionario

Cuestionada por no contar con una trayectoria destacada como promotora cultural, Sari Bermúdez enarboló desde el principio de su administración el concepto de “ciudadanización de la cultura”, el cual nunca supo explicar.

No obstante, unos de sus colaboradores, Eudoro Fonseca, dijo en una ocasión que el concepto remite a la intención de restituir el lugar central que deben tener los ciudadanos en los procesos de construcción de dicha política, pero también reconoció que “el verbo ciudadanizar, acuñado por Fox para designar el eje rector de su política cultural, es un neologismo que no habita en ningún diccionario”.

Uno de los mayores reveses de Sari fue la iniciativa de Ley de Cultura, conocida como ley Bermúdez, la cual fue cuestionada por la comunidad artística y académica, así como por legisladores, quienes vieron en ella un intento de privatizar el patrimonio cultural, concentrar excesivamente las funciones del subsector cultura en el CNCA y no avanzar en la definición de la naturaleza jurídica de esta dependencia.

Ante los bajos índices de lectura en el país y los elevados porcentajes de analfabetismo, la presidenta del CNCA también impulsó el programa Hacia un país de lectores, intención que fue bien recibida en su momento, pero cuyos resultados nunca se dieron a conocer, además de que no se le dotó de continuidad en la gestión calderonista.

Lo que sí se hizo fue difundir cifras. Por ejemplo, en el documento del Informe de gobierno de Fox de su último año de gestión, se señala que de 2001 a 2006 se produjeron mil 705 millones de libros, 250 millones más que los dos sexenios anteriores juntos.

La Ley del Libro apenas entró en vigor este sexenio, porque fue vetada por Fox.

Otro tema con el que Bermúdez intentó estructurar una política cultural fue el de las industrias culturales (libros, discos, cine), las cuales representan alrededor de 3.7 por ciento del producto interno bruto. La funcionaria intentó promoverlas, pero sin adentrarse en la raíz de los problemas; por ejemplo, la industria cinematográfica no ha podido ser protegida en el contexto del Tratado de Libre Comercio.

Entre las medidas del gobierno foxista en política cultural, una de las más graves fue la autorización, en 2004, de la construcción de un supermercado (Wal-Mart) en la poligonal que delimita legalmente la zona arqueológica de Teotihuacán, lo cual motivó protestas porque se dañó el contexto arqueológico y visual.

La megajoya, cerrada

Fox promovió también la descentralización del Festival Internacional Cervantino, mediante un decreto que proponía trasladar la administración del encuentro al gobierno de Guanajuato, su estado natal. Sin embargo, al llegar Calderón al gobierno federal, con su amigo Vela al frente del CNCA, abrogó el decreto.

Sergio Vela también decidió cerrar en marzo de 2007 la megabiblioteca luego de duros cuestionamientos por su carácter faraónico, su excesivo costo y el mal estado de las instalaciones, debido a la premura con que Fox la inauguró antes de dejar el poder. Semanas antes del cierre, Saúl Juárez, director de Bibliotecas, había renunciado a raíz de que alquiló la Vasconcelos para un desfile de modas.

Sin bombos ni platillos, tras 21 meses de reparaciones, la megabiblioteca reabrió sus puertas, otra vez sin un proyecto concreto de actividades culturales.

La expectativa que provocó el arribo de Vela al CNCA, en el sentido de que impulsaría una verdadera política cultural, se convirtió en críticas, pues en los primeros 12 meses de su gestión no dio a conocer el Plan Nacional de Cultura 2007-2012 (PNC).

En agosto de 2007 (por lo general, en otros sexenios desde junio ya se conocían los planes de gobierno) el funcionario comentó que no había prisa en presentar el PNC y que el retraso no significaba que no existiera. Pero el documento no fue dado a conocer hasta diciembre, y de inmediato se le tachó de mercantilista por los propios trabajadores e investigadores de los institutos nacionales de Bellas Artes y de Antropología e Historia.

En particular, señalaron que existe un punto relativo al turismo cultural, en el que advirtieron la gravedad al querer orientar todas las zonas arqueológicas a esa actividad, lo cual no está previsto en la ley, además de que su concepto de turismo cultural ve al patrimonio como una mercancía más que como parte de la historia e identidad del país.

Lucha intestina

Durante dos años y tres meses de gestión, Vela fue cuestionado por legisladores acerca de un presunto subejercicio presupuestal. Por ejemplo, en agosto de 2007, afirmaron los diputados: el CNCA sólo ha ejercido 24.1 por ciento de los 3 mil 36 millones de pesos programados para su presupuesto anual, no obstante que cuenta con casi 2 mil millones de pesos para transferencias de proyectos culturales de estados y municipios, de los cuales sólo ha utilizado 112.8 millones, esto es 5.7 por ciento, lo cual pone en riesgo la asignación de recursos a la cultura para 2008.

Además de no concretar una política cultural, en el CNCA se dio una lucha intestina, que provocó algunas renuncias debido a un clima de inestabilidad por luchas de poder, atribuidas por el entonces director de Publicaciones, Vicente Herrasti, a Javier González Rubio Iribarren. A partir de esto, el equipo original de Vela sufrió varias bajas.

Dentro del anecdotario de la gestión de Vela sobresale la polémica que causó la divulgación del gasto en viajes durante su primer año al frente del CNCA.