DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   LUNES 7 DE MAYO 2007 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Tradición oriental, amenaza para los tiburones
Marcos de Jesús Roldán

El tiburón tampoco es como lo pintan
Juan José Bolaños Guerra

Las rayas, especies marinas importantes en espera de protección
David Corro Espinosa y Crescencio Castillo Castro

Marcando al gran tiburón blanco de Isla Guadalupe
Erick Cristóbal Oñate González

Ecoturismo con un tiburón peso pesado


Correo electrónico:

[email protected]

  

Marcando al gran tiburón blanco
de Isla Guadalupe

Erick Cristóbal Oñate González
CICESE
Correo electrónico: [email protected]


Atrayendo al tiburón hacia la carnada
Foto: Milli Org

En octubre del año pasado se realizó una salida de investigación hacia Isla Guadalupe (frente a la península de Baja California, en el Océano Pacífico), con el fin de poner marcas de geo-posición en tiempo real (SPOT) en tiburones blancos. Esta expedición fue lidereada por el doctor Ramón Bonfil y el equipo de investigadores estuvo integrado por cinco estadounidenses, un sudafricano y cuatro mexicanos. Se realizó en un barco de investigación mexicano del CICESE (el Francisco de Ulloa) con tripulación mexicana.

La finalidad del marcaje fue conocer la dirección y rutas en las que los tiburones blancos de Isla Guadalupe están moviéndose. La isla es una reserva de la biosfera y el tiburón blanco una especie protegida, por lo que este tipo de estudios es necesario para cuidarlos de una forma adecuada.

Además, es el primer trabajo con este tipo de marcas en aguas mexicanas, con un barco y tripulación mexicanos, y la presencia de mexicanos en el equipo científico.

Fue una gran experiencia en la cual tuve el gusto de participar, gracias al apoyo del doctor Oscar Sosa y del doctor Bonfil.

Trabajar con estos grandes organismos marinos me enseñó lo poderosos y a la vez vulnerables que pueden ser. Por eso me gustaría compartir mi experiencia con los lectores de La Jornada Ecológica.

Isla Guadalupe

Salimos el día 12. La duración aproximada del viaje a la isla fue de 24 horas. Al día siguiente, por la mañana, ya nos encontrábamos en Guadalupe. El agua es completamente transparente. La isla es como una gran muralla rocosa.

El primer día estuvimos practicando cada uno de los pasos que seguiríamos en nuestro trabajo, como si tuviéramos a un tiburón de verdad enfrente de nosotros. De esa manera, se realizó la misma actividad de captura y marcaje durante tres ocasiones y, al final, mostramos una gran mejoría, por lo que se consideró que ya estábamos listos para capturar al primer gran blanco.

En la mañana del 14 nos subimos a la panga y nos alejamos del barco hacia la costa. Tiramos la carnada y esperamos.


Anzuelado y jalándolo a la jaula—cuna
Foto: Mercedes Barrera

De pronto, recibimos una llamada por radio del barco de avistamiento de tiburón y nos dirigimos hacia ellos. Al llegar, tiramos toda la carnada otra vez y lo buscamos. Estaba observando cuando oí gritos de: "Ahí está, se les acerca"…

Miré hacia la carnada… y ¡guau!, observé mi primera aleta de tiburón, la aleta dorsal, la parte superior de la cola y una parte de su cuerpo… Se veía de color negro. Dijeron que era como de tres metros de longitud. Yo lo vi más grande…

Al día siguiente, cortando unos pedazos de pescado para ponerlos como carnada y arrojando los pedazos pequeños que sobraban al mar, me puse a ver las macarelas que se juntaban en torno a esos desperdicios, cuando… ¡vi pasar un gran tiburón blanco!

Nos preparamos para seguirlo, subimos a la lancha y tiramos la carnada. Después de un rato, vimos uno cerca de la panga, grande (como de 4.5 metros de longitud), majestuosa, pues después supe que era "ella". Mordió el anzuelo, pero lo dobló. Se usaron otros anzuelos y capturamos otra, y los dobló otra vez. Y en el tercer intento, ya reforzados los anzuelos, los volvió a doblar, rompiendo incluso uno de ellos... Y no hubo más, no pudimos capturar ninguno…

Fue un día de mucha actividad y de mucha expectativa, pero principalmente de mucha emoción. Vi mínimo tres diferentes tiburones, dos grandes y uno "chico" (3.5 a 4 metros), los vi acercarse a la carnada junto al bote, vi todo el cuerpo, vi los dientes de uno bajo el agua.

Otro sacó la cabeza varias veces. Pude también ver cómo circundaban la panga, cómo se abalanzaban contra el anzuelo, uno viniendo hacia mí mientras yo jalaba la carnada, sacudiéndose al sentir el jalón del anzuelo… Fue una experiencia irrepetible, emocionante, ¡fantástica!

Nos levantamos temprano el 16 y bien pronto ya estábamos en la panga. Nos alejamos del barco y comenzamos a poner la carnada… Mientras observábamos, en unos pocos segundos de distracción, se sintió un jalón en la cuerda que sostenía la carnada. En seguida nos pusimos en posición de respuesta. Increíblemente, era la misma que apenas un día antes había doblado dos veces los ganchos.

Después de tres intentos, mordió la carnada y, al fin, la teníamos. Comenzamos a jalarla hacia el barco, pero estaba peleando mucho…, era enorme. Después supe que de casi cinco metros de largo. Y comenzó el jaloneo. Cansado, pero emocionante. La remolcamos durante 40 minutos para que se cansara. Jalando, soltando cuerda, jalando otra vez… un trabajo pesado de verdad.

Les pasamos la cuerda principal a los del barco y nos quedamos con la segunda cuerda. Y fueron como seis intentos para tratar de meterla a la jaula porque se iba por debajo de ella y entonces teníamos que jalar nosotros.


Marcaje del tiburón Foto: Stephan Swanson

Finalmente, y con mucho, pero mucho trabajo, lograron subirla a la jaula-cuna. Le pusieron la toalla en los ojos, pero no quedó muy bien, así que Leonardo se agachó a acomodarla pero como el barco se bamboleó, Leonardo se cayó. Rodó sobre la cabeza de ella y finalmente fue a dar al agua; todos nos asustamos, pero él estaba bien y se subió a una balsa que estaba ar un lado de la jaula.

Se marcó el bello ejemplar, se midió y se liberó, lo que también costó mucho trabajo. Pero lo hicimos: habíamos capturado y marcado al primero. Yo estaba muy, pero muy emocionado, pero los demás no lo estaban tanto porque les preocupaba muchísimo la salud de ella, ya que duró mucho tiempo fuera del agua y ese estrés es muy peligroso.

Hasta que vimos el video submarino, nos dimos cuenta que ella estaba bien, y fue entonces cuando todos gritamos alegres... Comprendí lo frágiles que pueden ser estos organismos y la verdadera razón del por qué debemos cuidarlos.

Al día siguiente, después de desayunar, fuimos en la panga y nos anclamos cerca de la costa. Nos avisaron por el radio que había un tiburón de menor talla y nos dirigimos hacia el barco.

No lo vimos, pero nos mantuvimos cerca del barco. Avistamos dos tiburones grandes (alrededor de los 5 metros de largo), pero no las capturamos porque eran demasiado grandes. Estuvimos buscando ejemplares un poco más pequeños porque es más fácil meterlos a la jaula-cuna y se estresan menos, pero no hubo ninguno.

El último día de trabajo en la isla nos levantamos más temprano de lo normal. Nos subimos a la panga y nos alejamos del barco. Desde esa nave, dos veces vieron tiburón pero sólo a lo lejos. Después, nos quedamos cerca del barco y en los dos avistamientos soltamos toda la carnada que teníamos… sólo tres horas más de trabajo y había que regresar.

Se acercaron dos o tres veces, pero no lo suficiente como para que pudiéramos capturarlos; apenas pudimos verlos a la distancia o con la cámara acuática. Se acabó, ya no hay tiempo para intentar, ni carnada para atraer…, se acabó la aventura. Solo hay tiempo para empacar y luego, vámonos de regreso a tierra firme.

Llegamos el jueves 19 ya casi oscureciendo al puerto de Ensenada. Hasta ayer, cinco días después de que regresamos, caí en la cuenta de que ya habíamos terminado el trabajo de campo… que la aventura marina había terminado… ¿o no?


Tiburón blanco que fue marcado Foto: Andy Brandy

Me enteré que el tiburón está dando señal desde el siguiente día de que la marcamos. Es una noticia que nos dio a todos mucho gusto porque significa que está en buen estado, que no le causamos daño como para evitar que siguiera con su vida normal.

Fue una experiencia inolvidable compartida por un grupo internacional dirigido por expertos de muy reconocido prestigio y al que pude unirme. Ha habido muchas críticas por el trabajo hecho, porque apenas se pudo marcar un tiburón, porque la muestra no es representativa, porque "solo fuimos a lastimar a los tiburones".

Pero estimo que se trató de un trabajo muy útil, provechoso, que requiere de mucho esfuerzo, y hasta de luchar contra integrantes del mismo gremio. Sigo sin entender por qué, en lugar de apoyarnos entre todos, sólo nos ponemos trabas.

He aprendido lo valioso que es la vida, ya que estos "monstruos come hombres" son una parte más de la vida, son vida en esencia, organismos vivos que también sienten. Puedo asegurar, sin poder explicarlo, que cuando estábamos tratando de meterla a la jaula-cuna, sacó la cabeza del agua. Pude en ese instante detectar el miedo en ella, que no sabía y menos entendía lo que estaba pasando, y ya estaba cansada…

No se cómo explicarlo, pero verla en el video que tomamos cómo movía la cola al ser liberada y después cómo mandaba señal, me enseñó que los seres vivos saben salir adelante a pesar de los problemas que se les presentan.

Aprendí que en medio de los problemas, del estrés, de la adrenalina, de los nervios, se puede tener la mente fría para preocuparse por los demás, e impulsar el trabajo de cada uno de los miembros del equipo.

Conocí como la pasión por un organismo, en este caso el tiburón, cambia de fascinación a verdadero interés y preocupación por su bienestar.

Comprendí cómo todo tiene un porqué y que las decisiones que se toman en un momento dado traen sus consecuencias y hay que saber afrontarlas.

Y lo mejor: entendí que el trabajo tiene que seguir, reforcé mi convicción sobre el porqué me dedico a estas tareas marinas y por qué deseo continuar trabajando en algo que me gusta y considero es útil para todos los organismos que poblamos el planeta Tierra.

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