DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   LUNES 7 DE MAYO 2007 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Tradición oriental, amenaza para los tiburones
Marcos de Jesús Roldán

El tiburón tampoco es como lo pintan
Juan José Bolaños Guerra

Las rayas, especies marinas importantes en espera de protección
David Corro Espinosa y Crescencio Castillo Castro

Marcando al gran tiburón blanco de Isla Guadalupe
Erick Cristóbal Oñate González

Ecoturismo con un tiburón peso pesado


Correo electrónico:

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Buceando con tiburones en Quintana Roo

El tiburón tampoco es como lo pintan

Juan José Bolaños Guerra
Médico veterinario de fauna acuática
Actualmente veterinario Grupo Via Delphi
[email protected]

Siempre he sentido aprecio por los animales y en general por los seres vivos. Durante mi adolescencia en el Distrito Federal, mi pasión por los acuarios (y especialmente por los peces) me llevó a las entrañas de los mercados que acopian las especies más "exóticas" y variadas de la fauna acuática mundial, legal o ilegal; compraba tiburones de varias especies menores del Pacífico con tal de verlos horas, días, años. Al fin y al cabo, un paraíso único para cualquier ictiólogo…, pero no así para los peces.


Juan José Bolaños ayudando a que se adapte a las condiciones de cautiverio a un juvenil de tiburón tintorera o tigre, Galeocerdo cuvier

Llegue a Xcaret en 1994, justo cuatro meses después de que abrió puertas el acuario del parque, recinto al cual le debo gran parte de mi formación profesional así como a sus creadores don Miguel Quintana, Martín Sánchez y Eric Jordán.

Llegué recién egresado de la Universidad Nacional, de la honorable Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Los tiburones me gustaron desde el primer día que supe algo de ellos. Pero igual que muchos, crecí con mitos y falsas creencias en mi cabeza, jamás pensé admirarlos tanto y sentirme tan bien cuando tengo contacto con estos peces.

Para mayo de 1995, ya había iniciado la práctica profesional del buceo apegado a técnicas de colecta de organismos y manejo de fauna arrecifal en general. Aprendí de profesionales de la biología, la medicina veterinaria y del buceo scuba de deriva multinivel de no descompresión.

Mi primer encuentro con un tiburón en libertad lo tuve frente a la costa de Punta Venado, al sur de Playa del Carmen, litoral central de Quintana Roo. Llegué a superficie antes que mis dos compañeros y mientras flotaba esperando al capitán del bote, un barco de pesca deportiva que se acercaba a mí llamó mi atención. Tuve que asegurarme que me hubieran visto ya que podían lastimarme con las líneas de pesca.

Pero mientras yo no quitaba la vista del barco pesquero, un tiburón de gran tamaño comenzó a rodearme sin que me percatara de su presencia por al menos cinco minutos. El capitán de nuestra embarcación, un hombre corpulento, llegó en forma precipitada a recogerme porque había podido ver la aleta dorsal desde muy lejos. Me sacó del agua como si me hubiera atacado. Pero la verdad, no lo vi hasta que estuve arriba de la embarcación.

Quedé sorprendido al posicionarnos junto a él. Era casi tan largo como la lancha en que estábamos. Nos separamos del tiburón sólo por que teníamos que recoger otros buzos, pero su majestuosa forma jamás se ha borrado de mi cabeza, así como ninguno de mis encuentros posteriores con tiburones. Esta vez se trataba de un gran tiburón martillo (Sphyrna mokarran).

A partir de este primer encuentro, pronto comencé a tener encuentros con estos tiburones bajo el agua. Logramos perfeccionar la técnica para localizarlos, para aproximarnos y para mantenernos buceando junto a ellos, sin usar ningún tipo de atractor o carnada, y sin ningún artefacto de defensa como el cuchillo o el arpón.

La única defensa es el conocimiento mínimo del comportamiento de estos animales para notar cuándo el encuentro puede resultar peligroso y cuándo no.

Tuvimos encuentros con diferentes especies, como los toro, Carcharhinus leucas; los tigre, Galeocerdo cuviei; los sedosos, Carcharhinus falciformis; puntas negras, Carcharhinus limbatus; caña hueca o tiburón cazón, Rhizoprionodon porosus; cornuda, Sphyrna lewini; nariz negra, Carcharhinus acronotus, y, por supuesto el tiburón gata, Ginglymostoma cirratum, entre otros.

Entre los encuentros mejor plasmados en mi cabeza, está el que tuvimos con una pareja de tigres adultos de entre cuatro y cinco metros. Mientras hacíamos colecta de organismos menores, nos rodearon por más de 38 minutos a 18 metros de profundidad. Lograron cerrar el círculo pasando a muy corta distancia de nosotros. En dos ocasiones usamos los reguladores de emergencia y los principales sistemas para crear una masa de burbujas que los intimidara.


El autor rehabilitando a un tiburón Carchrhinus spp

Sin embargo, el efecto no duraba mas allá de unos minutos y los tiburones regresaban. Temíamos que, al ascender a superficie, lo dos grandes tiburones se lanzaran sobre nosotros al estar a media agua. Pero para nuestro alivio, repentinamente atacaron una tortuga que se encontraba en el área, posada en el fondo, y de esa manera llegamos hasta el bote sin contratiempos.

Estos avistamientos enfocaron gran parte de mi trabajo profesional a los tiburones y rayas en cautiverio, en forma muy particular la medicina veterinaria y la reproducción.

Es importante el esfuerzo que se realiza en los acuarios públicos para mantener especies como los tiburones y lograr que más de un millón de personas al año puedan verlos. Mientras en paralelo se aprende y al mismo tiempo se realiza investigación científica y la posibilidad de conservar algunas de estas especies de elasmobranquios.

En el 2003, el acuario de la ciudad de Chicago (The John G.Shedd Aquarium) con más de 70 años de antigüedad, abrió una exhibición de tiburones apoyada por un centro de salud animal que cuenta con la tecnología más avanzada para el manejo y estudio de estos animales desde muchos campos de la investigación.

Esta institución estadounidense, y algunas otras, nos han dado apoyo a profesionales latinoamericanos para capacitarnos en nuestra especialidad.

Con estas oportunidades hemos adquirido técnicas y conocimientos que permiten estudiar y saber más de los tiburones. Por ejemplo, el equipo de ultrasonido y anestesia irrigada permite dar seguimiento a la gestación y desarrollo embrionario, así como diagnosticar enfermedades del tracto gastro intestinal. Las muestras de sangre son procesadas para conocer los parámetros normales y así poder distinguir un animal sano de uno enfermo.

Durante el primer simposio nacional sobre rayas y tiburones organizado en agosto del 2004 por el Grupo Kanxok, presenté los resultados de un pequeño programa piloto de reproducción en cautiverio de la raya amarilla Urobatis jamaicensis que dio excelentes resultados. Estos logros fueron posibles gracias al tiempo dedicado a observar y conocer a la especie en vida libre, para luego reproducir las mejores condiciones en el cautiverio, incluyendo la dieta, los parámetros fisicoquímicos, compuestos nitrogenados e iluminación como mínimo.

Sin duda el establecimiento de la Norma Oficial Mexicana 029 sobre la Pesca Responsable de Tiburones y Rayas, es un paso grande y firme en la protección y conservación de recursos que son una maravilla de la naturaleza y que se encuentran en peligro de extinción.

Pero ahora siguen otros grandes esfuerzos para lograr que la regulación oficial se aplique. Es indispensable que las dependencias responsables de ejecutar la ley cuenten con las herramientas necesarias así como el personal, equipo y el apoyo de la marina para poder llevar acabo su labor.

En mi experiencia, luego de tantos años trabajando en el mar, puedo decir que la cobertura y presencia de las autoridades ha sido extremadamente limitada, al menos en Quintana Roo.

Por otra parte, es necesaria una mayor difusión de la norma entre la población en general y con urgente prioridad entre las comunidades pesqueras, artesanal y deportiva, responsables de la captura incidental de tiburones. Pueden las comunidades citadas ser una opción en el marcado de ejemplares y por lo tanto un apoyo a la investigación, como sucede en Estado Unidos hace ya varias décadas.

El ecoturismo con tiburones (el ballena, por ejemplo) puede resultar una buena oportunidad de cambiar algunas formas de vida y de cómo ver los usos y costumbres de los pobladores costeros. Hay que pensar en un futuro sin depredación, y evitando que los intereses económicos se impongan sobre lo demás.

Mi experiencia en Holbox con el tiburón ballena, Rhincodon typus, fue extraordinaria gracias al respeto de las reglas que ahí se manejan durante los encuentros. Quedé muy satisfecho de ver con qué respeto los grupos ecoturísticos locales están cuidando ese recurso. Son sin duda los pioneros de una actividad que, además de bella, les deja recursos y el deseo de cuidar los recursos marinos.

Sin embargo, mientras estos grupos organizados de Holbox viven parte del año de esta especie (especialmente de junio a agosto), barcos particulares con mayor carga de personas de la permitida, que llegan desde otros puntos, abusan de la presencia del imponente pero inofensivo tiburón ballena.

Ante la falta de vigilancia, ante la falta de educación ambiental mínima de estos piratas modernos, los turistas tocan y se toman de las aletas de estos gigantes provocando que los animales comiencen a rehuir los encuentros con los humanos.

La educación ambiental y la vigilancia son estrategias fundamentales para el éxito de estas actividades ecoturísticas que cada vez crecen más en nuestro país. Pero para que así sea es importante que las autoridades las supervisen y eviten que los intereses económicos, la improvisación, se impongan al deseo de cuidar recursos que, bien utilizados, pueden servir para aumentar la calidad de vida de los pescadores.

Cabe mencionar que la frecuencia de avistamientos y la cantidad de animales de la mayoría de las especies de tiburón han disminuido en las aguas marinas de Quintana Roo. Ahora predomina el tiburón toro, Carcharhinus leucas y el tiburón gata, Gynglymostoma cirratum. Además, hemos comprobado que no alcanzan las tallas máximas registradas años atrás. Algo que tamben es posible comprobar al visitar las pescaderías y expendios de productos del mar.

En el caso del tiburón limón, Negaprion brevirostris, en 13 años no he podido encontrarme con uno en el área de la Riviera Maya. Los pobladores locales mencionan que era extremadamente común hallarlo en la zona 30 años atrás.

En términos generales, una norma como la NOM-029 ya no debe estar sujeta a discusión. Su necesidad se explica a los ojos de cualquier persona con sentido común que se entere de la depredación de tiburones y rayas en México y el mundo.

Si no se aplica inmediatamente, si no se vigila su cumplimiento, el panorama se tornará muy negativo. Por que, como ya se ha repetido innumerables veces, los tiburones no están solos en el mar, sino que hacen parte de una cadena de vida que, si se rompe, todos sufriremos las consecuencias.

Digo lo anterior, no simplemente por mi afinidad profesional con los tiburones y las rayas, por el gusto que siento al estudiarlos, sino porque es necesario elevar el nivel cultural y la conciencia ecológica de todos los mexicanos.

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